Opinión

Dejen de pelearse

Desalojar a Sánchez sin contar con Feijóo es imposible

Consenso y regeneración
El Gobierno afirma que Sánchez intentó desenmascarar las mentiras de Feijóo pero el formato del debate no le favorecíaEUROPAPRESSEuropa Press

Lo que está cada vez más claro en el centro derecha es que lo que quieren los votantes, por encima de todo, es desalojar a Sánchez de la Moncloa. El debate del lunes fue un paso más, y no menor, en la dirección a darle un vuelco al mapa político. El presidente del Gobierno no sólo estuvo incorrecto en las formas, sino que naufragó en el fondo. Cuatro días preparándose para no poder responder a Feijóo en lo fundamental. Algunos colegas se declararon sorprendidos ante la forma en que el gallego ejecutó la faena. Parecía como si el combate dialéctico estuviese condenado a la victoria de Sánchez, ese gran orador de instinto killer, que llegó al plató altivo y jactancioso, como de costumbre, pero se fue incomodando a medida que pasaban los segundos. Primero, exhibiendo el gesto feo de interrumpir cualquier afirmación del contrario. Después, manifestándose incapaz de responder con coherencia a los golpes del ex presidente de la Xunta. Con Bildu, con la economía, con los peajes en las autovías, con el Falcon y con Txapote. Me decían los colegas, algunos de ellos cercanos a Vox, que les sorprendió el de Orense con su espontaneidad inesperada. Lógico, no le habían visto antes desenvolverse en la calle con la gente, en el corto radio con la Prensa, en el parlamento gallego con sus opositores. Sánchez y sus asesores venían tratando a Feijóo como un político de tercera regional. Algunos en Vox le situaban sin más en la derechita maricomplejines. Ciertamente, no es el aspirante popular un político de griterío fatuo o lengua facilona. Calcula sus palabras, sabe ser duro cuando procede y tranquilo la mayoría de las veces. No se puede aspirar a gobernar un país sin medir lo que se habla. Y Feijóo lo hace todo el tiempo. Frente a los que piensan que la política consiste en exagerar mucho y en articular frases deslumbrantes, el hombre fuerte de Génova ha demostrado que sabe gobernar sin ampulosidad, pensando en gestionar para todos sin abandonar a los tuyos.

A Sánchez el lunes lo tumbo Feijóo con cuatro mandobles básicos: uno) no se puede pactar con los herederos de los asesinos de Miguel Ángel Blanco; dos) en materia de pactos el PSOE no puede dar lección alguna; tres) decidamos ya que gobierne la lista más votada; y cuatro) lleva usted cuatro años mintiendo a los españoles: miente hasta cuando miente.

La intervención, su discurso, las respuestas al señor de la Moncloa fueron más que asumibles para buena parte de los votantes de Vox. No deben tener ni Abascal ni Buxadé complejo alguno a la hora de apoyarle donde sea necesario. Vox no va a ganar las elecciones. Desalojar a Sánchez sin contar con Feijóo es imposible. Por tanto, en aras a lo que de verdad interesa a los votantes de Vox, lo mejor es que dejen de dar codazos. Ya habrá tiempo para discrepar. Hay 10 provincias de 3 diputados en donde el voto al tercero equivale a tirarlo directamente a la papelera.

La ley electoral funciona ahí con sentido mayoritario, sin ninguna proporcionalidad. Igual ocurre en el Senado, que también tiene su importancia. Un gesto de Abascal ahí sería muy valorado por sus seguidores. Algo que no es necesario en el resto de circunscripciones al Congreso, donde el voto al tercero, al cuarto, al quinto, etcétera, puede ser más que provechoso. Algo que debería tener en cuenta cualquier ciudadano a la hora de ir al colegio electoral. O a Correos. Preocupa estos días el retraso de Correos en sus obligaciones. Sólo un tercio de los 2,2 millones de votantes ha recibido la papeleta. Se pueden perder varios cientos de miles de votos por carencias de personal. Si sucede en Madrid o Andalucía, el principal perjudicado será el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, que debe exigir desde ya garantías. Especialmente a Sánchez, único responsable de convocar las elecciones el día 23 del mes de más calor del año 23. Un 23 del 23. Sólo él sabe por qué motivo.