23J

«Feijóo ya ha matado a Sánchez»

Dirigentes socialistas asumen la situación: «Estamos preocupados y enfadados»

El presidente del Gobierno y candidato del PSOE a la reelección, Pedro Sánchez (i), y el candidato del PP a la presidencia, Alberto Núñez Feijóo (d), durante el programa 'Cara a Cara. El Debate', en Atresmedia,
El presidente del Gobierno y candidato del PSOE a la reelección, Pedro Sánchez (i), y el candidato del PP a la presidencia, Alberto Núñez Feijóo (d), durante el programa 'Cara a Cara. El Debate', en Atresmedia,Atresmedia

A un puñado de pasos de La Moncloa. Así se ve Alberto Núñez Feijóo cuando encara los últimos días del 23-J. El optimismo que rodea al líder del PP es palpable. Basta contemplar a quienes de forma masiva acuden a sus actos. Nadie en las filas populares duda ya del triunfo y solo cabe preguntarse cuánta va a ser la diferencia. Las cifras sobrevuelan el estado mayor genovés, pero, tras consultar con diversos dirigentes, hay una horquilla en mente. El partido puede quedarse «por encima de los 155 diputados». Eso calculan, visto la dificultad de proyectarse más allá de ese número con Vox presente y restando la parte del independentismo. El resultado final dependerá según fluctúen una veintena de escaños. No hay tiempo que perder si se desea seguir arañando votos a Santiago Abascal y a Pedro Sánchez. El presidente del Partido Popular, en off, se auto exige llegar a los 168 representantes en el Congreso.

El viaje a las elecciones va con muy buen pie para el PP. Las expectativas de hacer realidad un mandato de Feijóo en solitario están en lo más alto. Porque «gobernar en coalición no está en la cabeza de Alberto», repiten los altos cargos genoveses. La gente está ilusionada. La estrategia diseñada en el cuartel general resulta clara en el esfuerzo por elevar el partido a la condición de «atrapalotodo», esto es, capaz de pescar en caladeros de distinta ideología, a izquierda y derecha. Feijóo lleva la batuta con la derogación del sanchismo por bandera. La penúltima chapuza gubernamental, con la indigestión del voto por correo, da mayor fuerza a esa tesis. Este Gobierno todo lo que toca lo estropea.

La otra cara de la moneda es el PSOE. El 23-J se juegan unas generales, pero además el liderazgo de Sánchez y, por extensión, el futuro de una organización minimizada como nunca. El alto mando socialista intenta hacer frente al anuncio de la debacle para contener el derrumbe completo de su tropa. Agarrados a lo que sea menester, a la defensiva, agitando la campaña del miedo a la unión del PP con Vox, al poder de supervivencia del líder… ante unos españoles que le han dado la espalda a un Sánchez que corre despavorido del grito «¡Que te vote Txapote!».

Cinco días quedan por delante. Muchos socialistas solo quieren que todo concluya. Uno de los comentarios más repetidos entre sus dirigentes es que «Feijóo ya ha matado a Pedro». El debate en Atresmedia supuso la puntilla. El candidato socialista resultó irreconocible incluso para su entorno. «Ahora le compra a quienes le rodean mercancías que hubiera rechazado en 2019», avisan fuera del eje La Moncloa-Ferraz. «Estamos preocupados y enfadados», admite uno de esos cercanos a Sánchez asustado ante el voto de castigo que se les viene encima. En un atril vale todo, incluso pregonar la victoria. Pero, entre bambalinas, la corriente de fondo es otra. Sánchez aparece noqueado. Hace días que la cautela ha colonizado la sede de Ferraz. «La gente está hundida», sostienen en privado dirigentes importantes.

Una contienda construida sobre un PSOE que quedó reducido a cenizas el 28-M, lo que convirtió la planificación de campaña en un despropósito. Solo a Sánchez pudo ocurrírsele tal huida hacia delante. Pero desde La Moncloa sacan pecho: «Hay quienes no hacen su parte, que es arrimar el hombro con el presidente». Y Ferraz cruza los dedos y espera que los mítines de su secretario general este fin de semana en Valencia y Barcelona calienten el ambiente. Aunque las cosas parecen ir en sentido contrario. La orden del líder socialista es insistir en la estrategia de plantear los comicios como «una cruzada democrática». Por más que se le diga que ello no contribuye a frenar el empuje del PP. La enorme demanda de cambio anula cualquier miedo a una hipotética barrida de Feijóo. Dependa o no de Abascal. Las cartas están echadas para Sánchez, que ha protagonizado cuatro mítines en diez días. Y no tiene intención de pisar Andalucía, la comunidad que más escaños aporta al Congreso.

No habrá más hasta el próximo jueves, salvo Huesca este lunes, ya que participa en Bruselas en la Cumbre UE-CELAC y el miércoles tratará de mejorar su papel en el debate de RTVE, que será a tres y no a cuatro por la ausencia de Feijóo. «Hay margen de actuación», insisten cada vez con menos ganas en la sala de máquinas socialista. En realidad, el PSOE ya anda analizando cómo encajará una derrota y su incierto futuro. La pérdida del poder será traumática. Y la que se avecina para Sánchez es difícilmente abordable. Se da por descontada una fuerte convulsión en el partido después de la derrota. El ensimismamiento que todo proceso interno conlleva para unas siglas políticas, sea cual sea su dirección a partir del día siguiente, siempre puede ser útil a Feijóo. Como poco, para ganar cierto margen hasta comprobar si el Partido Socialista es capaz de ejercer de nuevo su papel de partido de Estado. Pero hay que ir paso a paso. Ahora se cuentan las horas para abrir las urnas.