Debate "cara a cara"

Pedro Sánchez: La incomodidad de la oportunidad perdida

El presidente estuvo nervioso y no brilló en sus objetivos: ni exhibiendo gestión ni arrinconando a Feijóo con Abascal

Pedro Sánchez acudía al debate decisivo de Atresmedia con la presión de quien está obligado a arriesgar para dar un golpe de timón a una campaña a la contra. El «cara a cara» se concebía en Moncloa como el revulsivo necesario para apuntalar la sensación de «remontada» que llevan días alimentando. Que el vuelco electoral es posible de cara al 23J. Para ello, la proyección hacia el elector-espectador era múltiple: retener al convencido, movilizar al hastiado y atraer al indeciso. Actualmente, el PSOE mantiene un trasvase récord y rocoso de en torno a un 9,1% de votos hacia el PP y revertir, al menos, la mitad de ese flujo es clave para tener opciones de mantenerse en la Moncloa.

El saldo del debate no ha sido satisfactorio para estos intereses, ni quizá para los de los ciudadanos que apenas recibieron alguna propuesta, y prueba de ello es que antes de que acabase la primera parte Sánchez sacó a relucir las mentiras del PP en el 11-M e hizo alusiones veladas a la foto con el narcotraficante Marcial Dorado. Muestra de la desesperación y el descontrol del candidato socialista, noqueado desde el primer minuto.

El presidente siguió el guion establecido. Hiló una primera intervención exhibiendo gestión y trufando propuestas de futuro, pero se encontró con un contrincante que no esperaba. El arranque del candidato popular fue demoledor, arrollando al presidente del Gobierno, llevando la iniciativa y sin dejar prácticamente meter baza a un Sánchez que a duras penas podía acabar una frase. El candidato socialista intentaba sin éxito volver al marco de la gestión una y otra vez, un marco ganador para el Gobierno, con una guerra de cifras y de datos macroeconómicos que un correoso Feijóo iba desmontando con un tono intenso.

El principal riesgo de Sánchez era «pasarse de frenada», pero vimos a un presidente con el freno de mano echado durante la mayor parte del «cara a cara», que no llegó a acelerar hasta el bloque relativo a la Igualdad. Era en el que podía destacar, pero se le volvió en contra en cuanto el candidato popular recordó las rebajas de penas provocadas por la ley del «solo sí es sí», una de las cuestiones más lesivas para el Gobierno de coalición en esta legislatura. «Un error jurídico se corrige, pero una declaración machista a sabiendas no es un error». El presidente se repuso después con un tono muy severo, reivindicando que el PSOE es el partido que ha defendido los derechos de las mujeres y de las minorías, y recordando los pactos del PP con Vox. Una constante durante todo el «cara a cara» cada vez que Feijóo conseguía sacarle del debate, pero que no logró imponer. «Están haciendo un intercambio impúdico de derechos por sillones», le espetó a Feijóo en varias ocasiones.

Llegó entonces el bloque específico sobre pactos, la principal debilidad de Sánchez –por sus alianzas con ERC y EH Bildu–, pero también donde podía percutir contra Feijóo por los recientemente cerrados con Vox. Aquí Sánchez volvió a sorprender, asumiendo los marcos de la derecha. El presidente del Gobierno sacó a colación la frase que le espetan de manera reiterada y que ya se ha convertido en un mantra: «Que te vote Txapote», pidiendo a Feijóo que condenase este grito y ambos rivales acabaron enredados en los insultos que se dedican mutuamente. En un momento posterior, el jefe del Ejecutivo también se refirió al uso del Falcon, cuyos viajes acapararon el debate durante varios minutos. El presidente, por su parte, evitó recoger el guante del pacto, por escrito, que le presentó Feijóo para que gobierne la lista más votada tras el 23J, una salida para evitar que Vox tenga influencia en el Gobierno después de las elecciones.

El presidente del Gobierno se mostró durante todo el debate incómodo e incluso nervioso, sin rezumar la seguridad que sí ha derrochado en los enfrentamientos previos con Feijóo en el Senado. Menospreció al rival. Esa era la expectativa con la que partía Sánchez y le ha traicionado. «Vamos a ganar las elecciones porque hemos hecho las cosas bien en un momento muy complicado», dijo mostrando una convicción que no trasmitió durante los más de cien minutos de rifirrafe.