Política

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El PP baraja igualar a Cs con Vox en la Mesa del Congreso

Génova apura su decisión sobre el reparto de poder en este órgano .

Inés Arrimadas presentó ayer sus credenciales en el Congreso de los Diputados
Inés Arrimadas presentó ayer sus credenciales en el Congreso de los Diputados© Gonzalo Pérez MataLa Razón

La constitución de las Cortes Generales el próximo martes será el primer marco que dejará ver por dónde evolucionan los pactos y cuál será la relación entre los tres partidos del centro derecha. La primera decisión afecta al reparto de poder en la Mesa de la Cámara, su órgano de gobierno, y donde la derecha no tendrá en ningún caso la mayoría.

El PP tiene la llave de cómo quedan Vox y Ciudadanos (Cs). Y en Génova estudian si compensar la cesión de apoyos a Vox, que por sus 52 diputados tiene derecho a exigir tener un representante, con un gesto hacia Cs. Aunque sólo sea en cuestión de imagen les sería rentable porque pondrían sordina a la campaña de que favorecen a «la extrema derecha», si bien en realidad la presencia de Vox en la Mesa estaría justificada en sí misma si en la decisión no entrara el cambalache partidista y se respetase estrictamente el criterio del reparto proporcional en función de los resultados electorales.

Vox necesita 16 escaños del PP para poder tener representación. Esta votación es un juego de apoyos cruzados por lo que las negociaciones se dejan hechas antes de que se celebre la sesión de constitución de las Cortes Generales. En el PP dicen que no vetan a Vox, pero dentro del bloque del centro derecha es un «compañero» mucho más incómodo que la formación naranja.

Cs es «socio», aclaran en Génova, condición que no todos conceden a Vox dentro de la dirección nacional. De ceder votos para que haya representación de otros partidos de la derecha, la posibilidad que está encima de la mesa es que si Vox entra, también lo haga Cs. De los nueve miembros que integran el órgano de gobierno de la Cámara Baja el PP quiere cuatro, pero lo más previsible es que para la derecha haya tres sillones.

Casado tiene a un lado la presión de la trampa de la izquierda, con el eslogan de que favorecen a la extrema derecha. Y en el otro lado la presión de Vox, en base a una estrategia de deslegitimación de todo con un baño de victimismo.

Pero más allá del ruido que acompañe a su decisión, lo que se mide por primera vez en el reparto de poder en el órgano de gobierno del Congreso es lo que vendrá después de que eche a andar la Lgislatura. Es decir, el PP debate de qué manera mover las piezas para conseguir una posición lo más cómoda posible y que limite el margen de Vox para hacerles «zancadillas». Que es en lo que creen que va a sostenerse su relación con este partido en el día a día parlamentario.

Al final la decisión cuadrará con la estrategia con la que la dirección popular gestione el nuevo reparto de fuerzas en la oposición. Y el objetivo en clave nacional es quitarle todo el protagonismo posible al partido de Santiago Abascal. Buscar fórmulas para dar cancha a Cs, que ya no es rival, sobre Vox, que sí lo es. Hasta el punto de que en Génova asumen que este partido hará más oposición contra Casado que contra Pedro Sánchez.

La debilidad de Cs explica que ahora a Génova no les importe «cuidar» a la formación naranja. Pero también pesa la dificultad que planteará la posición de Vox para llegar a acuerdos de cualquier tipo.

Por eso a algunos destacados dirigentes del PP les incomoda su presencia en la Mesa del Congreso, y por eso se preparan para una gestión parlamentaria en la que, igual que ocurrió en la pasada Legislatura con Albert Rivera, Casado tendrá que competir dentro del bloque de la derecha por evitar que le cuestionen su liderazgo. La presión por la diferencia de escaños con Vox es mucho menor, pero posiblemente la aumente el hecho de que los de Abascal no tienen líneas rojas en la sobreactuación política y discursiva para conseguir acaparar el foco de atención. Y en su acción política buscarán poner equidistancia entre la izquierda y el PP, aunque sean aliados de los populares en gobiernos autonómicos. Casado no se fiaba de Rivera en la pasada Legislatura. Ahora tampoco se fía del entorno de Abascal, aunque con el líder de Vox conserve una buena relación por haber compartido evolución política dentro del PP y desde una posición ideológica muy parecida. Los dos han crecido con el apoyo de influencias como la del ex presidente del Gobierno José María Aznar o la ex presidenta madrileña Esperanza Aguirre.

Dentro del PP hay debate sobre de qué manera plantar cara a la presión de Vox en esta nueva etapa. Hay un sector firmemente convencida de que una vez anulado Rivera, deben buscar ocupar más espacios por la derecha . Pero también están los que creen que sería un error volver a la competencia con Vox porque les volvería a alejar de las posiciones centradas que les dieron tan buenos resultados en las últimas elecciones.