Tribunales
Carlos García Juliá, 25 años de fuga y 3.855 días de condena por cumplir
Uno de los pistoleros ultraderechistas que perpetró la matanza de España llega a España extraditado desde Brasil
Carlos García Juliá (Madrid, 1955), uno de los pistoleros ultraderechistas que perpetró la matanza del despacho de abogados laboralistas de la madrileña calle de Atocha en 1977, volvió a ingresar este viernes en una prisión española para terminar de cumplir los 3.855 días de condena (poco más de 10 años) que le faltan como coautor de aquella masacre, uno de los episodios más oscuros de la entonces incipiente Transición española. El matarife de Atocha ha sido extraditado por las autoridades de Brasil, última etapa sudamericana de una fuga sin fin que ha durado casi 25 años.
Tras la carnicería del despacho de abogados de Atocha (fueron acribilladas hasta la muerte cinco personas, y cuatro más resultaron heridas de gravedad), García Juliá estuvo un mes a la fuga, hasta que fue detenido, encarcelado y, tres años más tarde, condenado a una pena de 193 años de prisión. Solo llegó a cumplir 14 años de cárcel, porque en 1994 su abogado convenció a un juez poco escrupuloso para obtener la libertad condicional argumentando que su defendido había encontrado un trabajo en una empresa naviera de Paraguay.
El juez le puso dos condiciones: no podía salir de Paraguay y debía presentarse una vez al mes en la embajada española de Asunción, la capital paraguaya. Pero, en cuanto tuvo oportunidad, puso tierra de por medio y desapareció. A nadie pareció sorprenderle, porque en 1979, cuando aguardaba en la prisión de Ciudad Real el momento del juicio, ya intentó, esta vez sin éxito, darse a la fuga. Durante dos años nada se supo de él, hasta que en 1996 fue detenido en Bolivia en el transcurso de una redada antidroga. De nuevo fue encarcelado, y por segunda vez logró burlar a la justicia y a sus carceleros y huir aprovechando un permiso, antes de que las autoridades españolas hubiesen iniciado los trámites para solicitar su extradición.
Los cinco años siguientes los pasó viajando de un país a otro, siempre en Latinoamérica, a caballo entre Argentina, Chile y Venezuela, ocultándose bajo identidades falsas y pasando inadvertido llevando una vida tranquila y sin excesos, porque sabía que un nuevo paso en falso le llevaría otra vez a prisión y, con toda probabilidad, sería extraditado a España. Así que en esta etapa decidió adoptar un perfil bajo, alejado de la delincuencia y sin ningún contacto con grupos ultraderechistas del Cono Sur. Y su estrategia dio resultado.
Ultraderechista, sanguinario y experto en fugas
Fue entonces, ya en 2001, cuando decidió instalarse en Brasil. Entró en el país a pie atravesando la frontera del nordeste brasileño, en Paracaíma, y llegó hasta la megaurbe de Sao Paulo, donde adoptó la identidad, usando documentación falsa, de un ciudadano venezolano llamado Genaro Antonio Materán. Se instaló en Barra Funda, un desangelado barrio del centro de Sao Paulo en el que los comerciantes convivían, muy a su pesar, con camellos y yonkis. Consiguió un empleo como conductor de Uber, y fue allí donde conoció a Ray, una madura mujer brasileña con la que convivió, sin revelarle nunca su verdadera identidad, hasta que en 2018 fue detenido por la Policía Federal.
Para Ray fue un auténtico shock. “He descubierto todo por el informativo, por internet. Todo ha cambiado de un día para otro. Toda mi vida se ha visto afectada, y de repente él se ha vuelto una persona totalmente extraña”, relató entonces la mujer brasileña a un periodista de la agencia Efe. Y, como tratando de distanciarse de los sanguinarios crímenes cometidos por su pareja, Ray añadió: “Yo tenía 10 años cuando todo pasó”, en alusión a los sangrientos sucesos de la calle de Atocha protagonizados por García Juliá.
Al asesino, que hoy tiene 65 años (apenas era un adolescente cuando apretó el gatillo en aquellos días inciertos de la Transición) le quedan por cumplir 3.855 días en prisión. Pero, a su edad, parece muy poco probable que intente protagonizar un nuevo intento de fuga. Y menos probable todavía es que aporte alguna pista sobre el paradero de Fernando Lerdo de Tejada, otro de los pistoleros ultraderechistas que perpetró la matanza de Atocha, prófugo de la justicia española desde el año 1979, cuando huyó de España antes de sentarse en el banquillo de los acusados junto a García Juliá.
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