Gobierno de España
Paro y crisis, el largo camino hacia el consenso
En las crisis de 1993 y 2008, el paro fue el termómetro social y electoral para medir el descontento con el Gobierno
En la encuesta de NC Report para LA RAZON se constata que los españoles se toman muy en serio la necesidad del confinamiento, el 97,2% afirma respetarlo. «Qué buen vasallo sería si tuviese buen señor». Diez siglos atrás, en El Cantar de Mio Cid ya se recogía este lamento popular, tan actual.
La responsabilidad ciudadana es extremada. Tan solo el 1,9% reconoce que lo incumple.
Transcurridas cuatro semanas de estado de alarma, el pueblo español no da señales de fatiga y está dispuesto a asumir los sacrificios que sin duda están por llegar. El 84,6% de la ciudadanía está convencida que el confinamiento se alargará, incluso más de lo que apunta el gobierno. Por lo que la inmensa mayoría se encuentra mentalizada de que debe resistir en sus domicilios hasta que se den las condiciones de seguridad necesarias para la liberación.
La internacionalización de la situación evita de momento graves desgastes electorales a los gobiernos occidentales.
Otra cosa serán las responsabilidades gubernamentales en el caso de no haber tomado medidas a tiempo, que sin duda tendrán su plasmación, tanto en el plano judicial como electoral. Tanto a nivel de responsabilidad individual como de colectivo. Pero lo que sin duda puede derribar gobiernos y hundir partidos son las consecuencias económicas que esta situación traerá; el 43,6% teme perder su puesto de trabajo por la recesión en la que nos estamos adentrando.
En otras situaciones graves, como las últimas dos grandes crisis económicas, las iniciadas 1993 y 2008, el paro fue el termómetro social y electoral para medir el descontento de la población con el Gobierno.
La victoria de José María Aznar sobre Felipe González en 1996 se sustentó en la tasa de paro del 24,5% que se llegó a alcanzar con la crisis de esos años. Cuando José María Aznar abandonó el gobierno, el paro se había reducido al 8,4%.
Lo mismo sucedió en la crisis que irrumpió en 2008 y que dejó una tasa de paro del 22,9%, lo que facilitó la victoria de Mariano Rajoy en 2011, que la redujo al 14,5% cuando fue fulminado por la moción de censura de la izquierda y de los independentistas.
Nuevamente se apela al consenso, este país no sería lo que es sin él. Los ciudadanos en un 74,7% exigen entendimiento para que se llegue a un gran acuerdo nacional. Obviamente las dos grandes fuerzas centrales, el Partido Socialista y el Partido Popular, suman por si solas diputados y senadores para garantizar una mayoría absoluta en ambas cámaras para sacar adelante incluso reformas constitucionales exprés o aprobar leyes orgánicas. Pero para una mayor amplitud del acuerdo se puede incorporar a otros partidos políticos, para contar con una mayor base social y electoral.
Pero la presencia, necesaria e imprescindible del Partido Popular de Pablo Casado en ese acuerdo, haría que los actuales socios y aliados del gobierno socialista, rompiesen puentes con el Partido Socialista de Pedro Sánchez.
Con respecto a la crisis del COVID-19, el 66,6% de los españoles considera que el gobierno ha tomado medidas improvisadas, también un porcentaje semejante, el 64,9% no cree en las estadísticas oficiales de fallecimientos por la pandemia.
Prácticamente dos tercios de los ciudadanos dan muestra de desconfianza con la gestión del gobierno. Por lo que no es de extrañar que el 59,2% de la población considera que el ministro de Sanidad, Salvador Illa, debería dimitir.
La ciudadanía tampoco está satisfecha con su gestión, que la califica con 3,4 puntos sobre 10. De los cuatro ministros que dirigen la guerra contra el coronavirus, es el peor valorado. Le sigue José Luis Ábalos con 3,7 puntos. Los ministros de Defensa e Interior, Margarita Robles y Grande-Marlaska, reciben mejor valoración; 4,2 y 4,0 puntos, respectivamente. Por lo tanto, ninguno de los cuatro consigue aprobar.
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