Coronavirus
La iglesia del silencio
Escribía Eulogio López el domingo en su digital Hispanidad, con la agudeza que caracteriza sus artículos: «Lo que necesita la Iglesia española: que un obispo entre en prisión». Y no es que él sea precisamente un peligroso laicista «sanchista-podemita», por lo que su lectura es muy recomendable. Narra el ejemplo y testimonio del futuro santo y Papa Karol Woytila ante episodios provocados por una epidemia no menos peligrosa que la del coronavirus actual —la del comunismo soviético en su Polonia natal—, que tendrían parecido con algunas situaciones que contemplamos en la actualidad.
Era la «Iglesia del silencio» —como la describió siendo ya Papa—, sometida a una dictadura implacable, totalitaria y atea, que fructificó en grandes santos y mártires precisamente por dar testimonio de Jesucristo ante aquel virus comunista liberticida y sangriento. De momento, hoy no nos enfrentamos a esa misma epidemia, pero también tenemos una Iglesia silenciada en España. Se ha violado una Catedral en plena celebración del Viernes Santo, presidiendo el Arzobispo con 20 personas en su interior para un aforo de 900, y no ha pasado nada. Es un grave atentado a la libertad de la Iglesia que se generalice la interrupción de celebraciones con escaso número de fieles incumpliendo, tanto el RDL de alarma —que no las prohíbe— como sus normas de desarrollo, que determinan la distancia de seguridad entre los fieles. Es otra distinta «Iglesia del silencio».
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