Casa Real

Garantía de paz, unidad y democracia

Los Reyes con miembros del Consejo Científico del Real Instituto Elcano
Vista de la reunión de los Reyes Felipe y Letizia, con miembros del Consejo Científico del Real Instituto Elcano, hoy lunes en Madrid.larazonEFE

En el barómetro número 3.277 del Centro de Investigaciones Sociológicas, de marzo de este año, concretamente en la pregunta A9 se preguntaba a los españoles por los principales problemas en España. Tan solo el 0.2% de Los ciudadanos señalaban a la Monarquía como problema. Con esto debería estar todo dicho.

En noviembre de 1948, con tan solo 10 años de edad, el que será nuestro monarca, Juan Carlos I, es arrancado del seno de su familia, exiliada, y enviado a España para formarse en las responsabilidades que la Historia le tiene reservadas. El año anterior se había promulgado la Ley Fundamental de Sucesión, en la que España retomaba la forma de estado de reino, suprimida en 1931 con la imposición de la Segunda República, que no llegó por vía legal, ya que no nació de ningún referéndum. Pero no será hasta 1969 cuando Juan Carlos sea designado oficialmente sucesor en la Jefatura del Estado, asumiéndola el 22 de noviembre de 1975, dos días más tarde del fallecimiento del General Franco. Pero la transición política, capitaneada por Juan Carlos I, permite cruzar legal y pacíficamente el puente de un régimen a otro, de una dictadura a una democracia, en tan solo tres años, lo que permitirá que en diciembre de 1978 el pueblo español se pronuncie por primera vez en su historia sobre la forma política del Estado, aprobando por amplísima mayoría la monarquía parlamentaria, legitimando definitivamente la restauración de la monarquía cuarenta y siete años después de que una coalición, el pacto de San Sebastián, asaltara el poder del Estado con el pobre argumento de los resultados de unas elecciones municipales. El historiador Javier Tusell se refirió al periodo republicano de 1931 a 1936 como una «democracia poco democrática». Nuestra Monarquía fue refrendada el 8 de diciembre de 1978 con un 88,54% de votos afirmativos. En Cataluña el apoyo fue del 91,09%. Ni la república ni el General Franco permitieron jamás legitimar mediante referéndum libre y con garantías sus respectivos regímenes.

Durante más de treinta y ocho años nuestro Rey Juan Carlos I fue Jefe del Estado, durante su reinado este país alcanzó las mayores cotas de paz, libertad y prosperidad de su historia y culminó la democracia plena, que ni siquiera en el periodo republicano llegó a tener España.

La Constitución Española de 1978, junto a nuestra incorporación en 1982 a la OTAN y en 1985 a la Comunidad Económica Europea, anclaron a nuestro país definitivamente en occidente, tanto desde el punto de vista político, como militar y así mismo económico.

Pero España tuvo que enfrentarse a un convulso periodo de crisis económica y social con motivo de las reformas económicas que se aplicaron en los años ochenta, entre ellas la más significativa, la reconversión industrial. Además se unieron los intentos de Moscú y sus servidores en España de alejarnos de la OTAN. Por lo que no fue casual la creación de una coalición política que cuestionaba las políticas del gobierno socialista y que empezaba a elevar la voz contra la monarquía parlamentaria, se trataba de Izquierda Unida, heredera del Partido Comunista de España. Corría el año 1986.

Esta organización, que se aprovechó del descontento social por la crisis económica de los ochenta, arrancando votantes al PSOE, que logró que la izquierda «antiamericana» se alejase del PSOE y se acercase a IU a raíz del «cisma» con el referéndum de la OTAN, Izquierda Unida actuó entre 1986 y 1996 como lo haría Podemos desde 2014: El PSOE aglutinaba a la inmensa mayoría del voto de la izquierda, por lo que se actuó en tres frentes, se crearon tres brechas en la izquierda para privar a uno de los dos pilares de la monarquía constitucional, los socialistas, (el otro eran los populares), de la hegemonía de la izquierda: el discurso demagógico en materia económica, militar y social; no a la reconversión industrial, no a la OTAN y no a la monarquía.

El Referéndum de 1986 sobre la OTAN, el Tratado de Maastricht en 1993 y las elecciones generales de 1996, apuntalaron la criatura electoral de Anguita.

Este modelo lo copió casi dos décadas después el partido que actualmente lidera Pablo Iglesias. Pero aprendió de errores de IU. Esta vez había que unir fuerzas con los independentistas y atraer al PSOE. El proyecto político del PCE y de los independentistas que fue truncado por la Guerra Civil, debería ser implementado ahora, aprovechando la crisis económica del 2008 y los momentos de dificultad por los que atravesaba la Corona y que culminaron con la abdicación el 19 de junio de 2014, anunciada el día 2. La toma del Congreso, el asalto a los cielos, fueron sustituidos por el gobierno Frankenstein.

España no es un país en donde existan millones de republicanos militantes, como tampoco hay millones de monárquicos activistas. En España hay millones de personas que ven en la Monarquía un elemento que garantiza paz, la unidad nacional, la democracia y el Estado de Derecho. La monarquía ha servido y sirve con lealtad al pueblo español. De ahí la percepción que se tiene de ella como institución-arbitro y apartidista. De ahí su utilidad y consecuente aprobación por la mayoría. Su alternativa es una república con aires caribeños, para deleite la izquierda radical, y por supuesto confederal, para satisfacer al lobby independentista catalán.

Con motivo del Mensaje de Navidad del Rey Felipe VI, LA RAZÓN publicó una encuesta sobre la Monarquía: el 62,4% consideraba positiva o muy positiva la labor del Rey y merecía una nota de 7,1 puntos en la escala de 0 a 10.