Casa Real
Pacto para una abdicación que hoy sería imposible
Expertos y politólogos reflexionan sobre el punto y aparte histórico que supuso el relevo en la Jefatura del Estado
Hoy hace seis años que Don Juan Carlos I anunció su intención de abdicar la Corona de España, una decisión que pilló por sorpresa a todo el país. Mediante un escueto mensaje de apenas cuatro líneas, el Rey comunicaba la noticia al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, poniendo en marcha un procedimiento institucional que culminaría el día 19 de junio de 2014 con la proclamación en Cortes de Felipe VI. Nada habla más a las claras del profundo cambio que España ha sufrido a todos los niveles que el hecho de que todo el entramado de la Administración funcionara a la perfección, sin apenas notas discordantes, a la hora de efectuar algo tan complejo como el primer relevo en la más alta magistratura del Estado desde la transición. Hace tan solo seis años España vivió un emocionante periplo de algo más de dos semanas que en el enrarecido clima político actual parece poco menos que imposible.
Aquella madrugada del 2 de junio de 2014 que habría de causar tantas sorpresas a propios y extraños, el entonces Príncipe de Asturias viajaba desde El Salvador, donde había acudido a la toma de posesión de Salvador Sánchez Cerén como presidente. Cuando llegó a Zarzuela su padre ya había firmado la notificación de su abdicación al Presidente del Gobierno pero aun no se había producido la grabación del mensaje con el que Don Juan Carlos se dirigiría a la nación para explicar su decisión. Fue a las 13:00 horas de aquel día cuando Don Juan Carlos se dirigió por última vez a España como Rey: «Hoy, cuando vuelvo atrás la mirada, no puedo sino sentir orgullo y gratitud hacia vosotros. Orgullo, por lo mucho y bueno que entre todos hemos conseguido en estos años. Y gratitud, por el apoyo que me habéis dado para hacer de mi reinado, iniciado en plena juventud y en momentos de grandes incertidumbres y dificultades, un largo período de paz, libertad, estabilidad y progreso».
El 2 de junio fue saludado por todos entonces como un punto y aparte en la historia de España y, visto con perspectiva, parece realmente haber sido un antes y un después. Felipe VI ha tenido que hacer frente en seis años a casi tantas crisis de Gobierno y bloqueos institucionales como su padre en 39. Y eso sin contar la crisis política desatada por el órdago del independentismo catalán en 2017 y, este mismo año, una crisis sanitaria con decenas de miles de víctimas que parece dispuesta a cambiar lo hábitos de una sociedad de la noche a la mañana. Durante su mensaje de despedida, Don Juan Carlos habló de su hijo en estos términos: «Tiene la madurez, la preparación y el sentido de la responsabilidad necesarios para asumir con plenas garantías la Jefatura del Estado». Han bastado seis años para constatar que estas frases no eran un lugar común retórico sino, sencillamente, una realidad incontrovertible.
El politólogo Pablo Simón coincide en que la fragmentación del sistema de partidos políticos que se ha efectuado desde 2014 a nuestros días, unido a la presencia de formaciones formalmente contrarias a la Monarquía, hace poco menos que imposible que se pudiera repetir una abdicación tan tranquila como la que tuvo lugar hace seis años. «La Corona tiene una de manera vegetativa o natural de efectuar el relevo cuando la causa es por defunción del actual monarca. Entiendo que habría una regencia hasta la mayoría de edad de Leonor como ha sucedido en otros momentos de nuestra historia», explica. En el caso de que se produjera una abdicación como la que se produjo con Don Juan Carlos el proceso no sería tan carente de complicaciones por los motivos enumerados anteriormente y debido también a que «En España hemos cometido un error histórico que es el de no tener una Ley Orgánica que regule a la Corona. Hemos permitido una autoregulación que a veces ha dado problemas». Pablo Simón recuerda que en aquel momento existió un consenso entre los dos partidos mayoritarios de entonces que lo que hizo básicamente es «dar carta de naturaleza» a una decisión de Don Juan Carlos. Mariano Rajoy desde Moncloa y Alfredo Pérez Rubalcaba desde Ferraz ejecutaron el relevo sin ni un solo error de sincronización, una misión que Pedro Sánchez y Pablo Casado tendrían hoy mucho más dificil. «En cualquier caso», concluye este politólogo, «la Monarquía está blindada por la Constitución y si colapsa la Constitución, colapsaría España entera».
El historiador y también politólogo Jorge Vilches coincide en el vertiginoso cambio que ha experimentado España en los seis años que van desde 2014 a hoy. «El Rey es una figura absolutamente comprometida con la Constitución y nos podemos sentir todos representados por él». Fue precisamente en los más oscuros momentos del pulso que el nacionalismo catalán mantuvo con el Estado cuando su compromiso con el Estado de Derecho y con el orden institucional se hizo más patente y en este sentido, se puede decir que «le ratificó». Vilches llama la atención sobre las continuas muestras de falta de tacto protocolario por parte del Gobierno liderado por Pedro Sánchez: «Se le ha intentado ningunear y se ha faltado al protocolo. El ejemplo más señalado y el que mejor simboliza esta nueva relación es cuando enviaron al Rey a Cuba y, sin que se llevara a cabo el procedimiento Sánchez e iglesias anunciaron el Gobierno», recuerda. Y una cosa está clara: los que saludaron la llegada de Felipe VI aludiendo a «un Rey nuevo para unos tiempos nuevos» no se equivocaron.
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