PSOE

Rescate a Sánchez

El futuro del Gobierno depende de las ayudas de Europa y de la evolución de la crisis económica. Moncloa sólo recurrirá a Cs si le falla la mayoría de investidura para los Presupuestos

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante su comparecencia en rueda de prensa tras la videoconferencia con presidentes de comunidades y ciudades autónomas en La Moncloa, en Madrid (España).
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante su comparecencia en rueda de prensa tras la videoconferencia con presidentes de comunidades y ciudades autónomas en La Moncloa, en Madrid (España).PoolPool

Las primeras elecciones de la etapa Covid-19, las autonómicas gallegas y vascas del próximo 12 de julio, serán un golpe para los socios del Gobierno de coalición. Los pronósticos para PSOE y Podemos no son buenos, mucho peor para la formación morada, y las lecturas en clave nacional sentenciarán por primera vez en las urnas la gestión de la pandemia. Aunque es cierto que las dos comunidades, por sus singularidades políticas, siguen inercias particulares que no permiten hacer una justa extrapolación a nivel nacional de lo que digan sus urnas.

En todo caso, no serán buenas noticias para la izquierda. Y para el PP, es verdad que las encuestas auguran una nueva mayoría absoluta de Alberto Núñez Feijóo, la cuarta, pero será la victoria de la «moderación» frente al duro perfil nacional del que la portavoz parlamentaria, Cayetana Álvarez de Toledo, se ha convertido en principal símbolo.

En Galicia, la victoria será de Feijóo. Pero a Pablo Casado sí se le confrontará personalmente con los resultados que obtenga el PP en el País Vasco, después de la crisis con la que Génova forzó la caída de Alfonso Alonso para sustituirle por Carlos Iturgaiz como candidato.

En el flanco de la izquierda, el PSOE siempre podrá consolarse pensando que sus resultados son mejores que los de Podemos, a quien las encuestas dan una importante caída en el País Vasco, mientras en Galicia, donde no se presentan esta vez con el nacionalismo, el tropezón podría dejarles en una posición prácticamente residual frente a los 14 escaños que consiguieron en las pasadas elecciones.

Los socialistas podrán enmascarar sus resultados en el País Vasco con el acuerdo con el PNV para gobernar la Ledakaritza. Y en Cataluña lo fían todo al sueño del tripartito con ERC y los comunes, pero está por ver que el partido de Oriol Junqueras optase por esa opción en lugar de por un nuevo Gobierno independentista si las urnas dejan abierta esa posibilidad.

Sánchez ha comprobado durante el estado de alarma la poca resistencia del acuerdo de investidura, pero sólo recurrirá en serio a Ciudadanos (Cs) para los Presupuestos si fracasa en la apuesta por reconstruir esta vía. Ésta sigue siendo la primera opción de Moncloa, y también lo tienen claro en la formación naranja, donde la decisión de arriesgar con la revisión de la posición política en la que les dejó Albert Rivera, los diez escaños que tienen en el Congreso, siempre ha descartado la idea de un acuerdo sólido con el PSOE.

Inés Arrimadas no tiene consolidada una vía de negociación con el Gobierno y es altamente improbable, por no decir imposible, que en el ámbito económico pueda repetirse la votación que hemos visto esta semana en el Parlamento, con ERC y Cs al lado del Gobierno. Por tanto, Moncloa buscará como sea salvar esa mayoría con la que Sánchez fue investido, al precio de que el coste sean nuevas cesiones al servicio de intereses territoriales y de partido, como ha ocurrido en la negociación de los apoyos para la prórroga del estado de alarma.

Y si no es posible, entonces sí abrirán la mano a la formación naranja. El «handicap» es que éste puede ser el deseo político de Moncloa, pero los frutos del diálogo social condicionarán la agenda parlamentaria, y ahí es más fácil que esté Cs.

El presidente del Gobierno no sólo tiene un problema de debilidad en el ámbito parlamentario nacional. El estado de alarma también ha puesto en escena la fragilidad territorial de la coalición. No consiguieron buenos resultados en las últimas elecciones y los debates de las Conferencias de Presidentes, que se han celebrado cada domingo, han sido espejo de esa realidad. En las videoconferencias con Sánchez, los presidentes autonómicos han representado los intereses de sus comunidades, no los de las direcciones de su partido. Y esto ha hecho que no haya tenido impacto la batalla que el PP ha librado en el Congreso contra el estado de alarma o sobre otras cuestiones. Pero Sánchez tampoco ha tenido como muro de contención a sus «barones», que también han antepuesto, lógicamente, su gestión en sus respectivas comunidades respecto a los eslóganes que mandan en la agenda nacional.

El futuro del Gobierno depende de Europa y del futuro económico de España, y este último, a su vez, de que se salve el verano en el ámbito turístico, de que los ERTE sostengan el empleo y de que las inyecciones económicas lleguen a tiempo al tejido empresarial, sobre todo a la pequeña empresa, la más afectada por la pandemia. Si la situación económica se desestabiliza, como han anunciado ya el Banco de España y otros estudios privados, la debilidad territorial y parlamentaria del Gobierno arrasarán con la gobernabilidad.