Desescalada

Orwell 2020

Terrazas en la fase 3 de la desescalada en Andalucía
Personas sentadas en una terraza al aire libre en el centro de GranadaMiguel Ángel MolinaAgencia EFE

Ya tenemos impuesta nuestra nueva vida por Decreto Ley. Hasta ahora, la habitual normalidad solo podía verse transitoriamente interrumpida ante alguna fuerza mayor sobrevenida, que nos obligaba a ello. Ahora resulta que la excepción va a ser la norma general de nuestra vida, al establecerse por Decreto nuestra obligada inmersión en una «nueva normalidad» que, además, –¡oh casualidad!– se quiere implantar a escala planetaria.

El argumento y la coartada esgrimidos son el maldito coronavirus, del que solo sabemos que no sabemos nada. Es curioso cómo han interiorizado ya la expresión «nueva normalidad» en el lenguaje común. Un «oxímoron» –contradicción en sí misma– que no sabemos quién ha ordenado, o quizás sí. No hace falta ser un «conspiranoico» para considerar quién podrá ser ese «alto mando» del que emanan unas consignas que se difunden con pasmosa rapidez por todo el mundo, incluso en países que apenas tienen contagios y aún menos fallecidos.

Acaso son los globalistas partidarios de la supresión de fronteras que obstaculicen un mercado único planetario, con ciudadanos convertidos en meros consumidores del maíz suministrado por los poderes económicos y financieros gobernantes en la sombra. Quizás suene atrevido y sea el primero, pero no el único que afirme la sospecha fundada de que por Decreto Ley quede suspendida de facto la Constitución. Desde luego, Orwell fue profético: El único cambio es que ese mundo distópico que él situó en 1984, solo parece que se atrasa a 2020.