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Luis Martínez Meijide, jefe de la UME: “Tratábamos a los fallecidos como si fueran nuestros”

El responsable de la punta de lanza de «Balmis» recuerda sus misiones más duras, como el traslado de cadáveres o la actuación en residencias

Teniente general Luis Manuel Martínez Meijide, jefe de la UME
Teniente general Luis Manuel Martínez Meijide, jefe de la UME©Gonzalo Pérez MataLa Razón.

Apenas llevaba cinco meses como jefe de la Unidad Militar de Emergencias cuando al teniente general Luis Manuel Martínez Meijide le dijeron que sus efectivos serían los primeros en desplegarse en la “Operación Balmis” contra un virus. Poco antes del estado de alarma tuvo un presentimiento y comenzó a preparar a los suyos para que no enfermasen, porque sabía que España les iba a necesitar. Ahora, 90 días después, ensalza la labor de su unidad y la de todas las Fuerzas Armadas ante lo que define como “el mayor reto que se ha encontrado España, Europa y el mundo”.

–No llevaba ni cinco meses en el cargo y le toca esto...

–Cuando llegué en octubre teníamos como horizonte empezar a tomar control de todo después de navidades. Hasta entonces, mi idea había sido ver las unidades, la situación, conocer la realidad de la unidad, pero sin necesidad de ver una misión o estar involucrado en una de este calado. Teníamos el gran ejercicio anual, que tocaba en Canarias, y estábamos concentrados en él. Hablamos de enero y febrero. Pero un poco por lo que ya veíamos, la secuencia de los acontecimientos, la situación en Italia, la información que llegaba... empezamos a tomar esa conciencia que nos obligó a tomar las primeras decisiones. Unas decisiones internas que no tenían más información que el sentido común y la necesidad de protegernos. Elaboramos una serie de medidas internas para no enfermar, para proteger a los equipos y sobre todo para proteger lo más importante, que es la capacidad del mando y control. Luego ya entramos en una vorágine de acontecimientos donde la realidad tenía 24 horas.

–Esas medidas previas, ¿es el “Plan Coraza” que activaron antes del estado de alarma?

–Sí. Le estuvimos dando vueltas un día que yo escuchaba las noticias y el fin de semana llamé a mi jefe de Estado Mayor y le dije: "Juan Carlos, estoy preocupado por esto, ¿que te parece si hacemos algo?". Ese fin de semana preparé un borrador, el lunes le dimos dos pinceladas y sacamos, el 10 o el 11 de marzo, esas medidas internas para nosotros y para los batallones.

–Y el 15 les dicen que son la punta de lanza de “Balmis”...

–La capacidad de respuesta inmediata es consustancial de la UME. Fue relativamente sencillo poner en danza ese primer día más de 900 soldados en toda España. Por su capacidad de inmediatez, de rapidez de respuesta y flexibilidad, la UME fue la primera que se empleó, dando tiempo a que los demás Mandos Componentes (Tierra, Aire y Armada) se adaptaran a este contexto tan particular de "Balmis". Pero una unidad pequeña, de 3.300 efectivos, que está sacando a 1.400 en los días de pico, se agota. Cuando llevábamos un mes, la UME ya fue dando paso a que el Ejército de Tierra, el del Aire, la Armada y la Guardia Real fueran ocupando el grueso en grandes números. La UME ha hecho su misión y creo que bien. Si la UME entra mal, los demás entran por un camino equivocado. Esa misión de punta de lanza es importante, pero los que han culminado el éxito, si se puede hablar de éxito con la dureza de esta misión, han sido sobre todo los Ejércitos, con esa capacidad de superioridad aplastante.

–¿Les costó adaptarse a una misión tan diferente?

–Tenemos que resolver problemas en nuevos contextos siendo rápidos, flexibles y buenos en ambientes difíciles, donde puede haber confusión, caos, donde hay que inspirar tranquilidad y transmitir seguridad. Ahí se nota nuestro adiestramiento. Los que diseñaron la UME tuvieron una gran visión y supieron ver unas necesidades que hoy han sido decisivas. Ha habido unas capacidades esenciales, que son el Grupo de Intervención en Emergencias Tecnológicas y Medioambientales (GIETMA) y el Laboratorio de Intervención Rápida, una capacidad única que muy poca gente tiene. Ese regimiento es el que ha hecho que tuviéramos Epis, mascarillas, equipos de desinfección... Y el laboratorio está acreditado para hacer los test. Eso nos dio una capacidad única en un momento muy complicado. Han sido las piedras angulares de la intervención de la UME. La unidad fue flexible y se amoldó rápidamente a un escenario y a una situación. Fue relativamente fácil evolucionar de una unidad que apaga fuegos con una autobomba a una que dispersa líquido y fumiga con las mismas autobombas.

–¿Esperaban algo así?

–En aquel momento, una cosa de tanta intensidad, de ese nivel, no sólo concentrado en un punto, sino a nivel nacional, mundial... no nos lo podíamos imaginar. Yo, humildemente, creo que no. Es cierto que habíamos tenido Lorca, la gota fría, que nos entrenábamos... pero un hecho que ha afectado a toda España, a todo el mundo y que además veíamos que las cifras de fallecidos o contagiados al principio se iban de control... Ante este virus éramos muy novatos.

–¿Ha sido el mayor reto al que se han enfrentado las Fuerzas Armadas?

–Sin duda es el mayor reto que, en general, creo que se ha encontrado España, Europa y el mundo. Ha afectado en el centro de gravedad de lo que es la sociedad, no sólo la occidental. Ha puesto en peligro las mismas cosas y aún no está controlado. Estamos haciendo unas previsiones favorables porque parece que los datos acompañan, pero no hay que bajar la guardia.

El teniente general Meijide en el centro de operaciones del cuartel general de la UME
El teniente general Meijide en el centro de operaciones del cuartel general de la UME©Gonzalo Pérez MataLa Razón.

–La ministra dijo que encontraron cadáveres desatendidos en las residencias...

–Hablamos de los días 19, 20, 21 de marzo, en los que nos salta el primer contacto con esas residencias. Ese primer contacto fue duro. Hablamos de casos aislados, pero en algunas residencias la situación que se encuentran nuestros soldados cuando llegan es: un gestor que no está; el equipo médico disminuido, como mucho una enfermera; de los celadores hay uno que está llorando, en pánico, bloqueado, que no se sabe quiénes están contagiados o qué zonas están sucias; donde los servicios funerarios no han ido y hay ancianos fallecidos desde hace 24, 48 o 72 horas y nadie ha ido a recogerlos. En esa situación, nuestra gente no sólo es que haya recibido un impacto visual, sino un impacto de todo: de olores, de sensaciones, de vivencias y de crudezas. Ha sido un impacto brutal.

–¿Cómo fue la dura misión de trasladar cadáveres?

–En Madrid, las morgues de los hospitales estaban saturadas. Las funerarias estaban acostumbradas a manejar unos 70 fallecidos al día y de repente empezaron a manejar 500 todos los días... La Comunidad nos pidió la capacidad para trasladar al Palacio del Hielo los cadáveres, embolsarlos, verificarlos, certificarlos, enferetrarlos, poner los códigos identificativos... Llegó un momento en que funcionaron simultáneamente tres morgues y la UME no podía sola. Tuvimos que pedir apoyo al Regimiento NBQ (Nuclear, Biológico y Químico) y a las compañías NBQ de las brigadas de Madrid. Una buena medida fue que los traslados se hicieran en vehículos con dignidad, que no fuera un transporte. Era duro, pero allí iban españoles. Ese traslado era de personas, de familiares, y entendimos el lado humano que había detrás. Sus familiares no se habían podido despedir, ni velarlos ni enterrarlos prácticamente. Y estas personas necesitaban que unos desconocidos, como éramos nosotros, trataran de mínimamente cubrir ese hueco y hacer ese papel. Decir: “Tú no te has ido a la funeraria o a la incineradora, tú te has ido como se va una persona, con una oración, una consideración, un respeto, una dignidad y un cariño”. Yo le explicaba a la ministra que esto no viene en ningún plan de operaciones; esta orden no se puede dar, esta orden sale. La gente lo entendió y los han tratado como tratamos a los nuestros, porque eran españoles, pero como si fueran nuestros compañeros de armas. Nos hemos encargado de darles lo que se merecen.

–¿Ha necesitado alguno de los efectivos ayuda psicológica?

–Nuestros equipos psicológicos han hecho una labor magnífica. Han hecho un trabajo previo, un trabajo durante y un trabajo post para recuperar a la gente y ventilar emocionalmente determinadas sensaciones y ponerlos en condiciones de poder cumplir la misión al día siguiente. En las primeras misiones tuvimos que asimilar unas vivencias muy duras y sobreponernos. Somos profesionales y la gente sabe reaccionar, no se bloquea, pero esto lleva unos procesos y hay que madurarlos. Lo fundamental es que no venga el bajón cuando estás cumpliendo una misión. Unos 2.800 militares de la UME han recibido apoyo psicológico. Es muy importante, porque no sólo hay que cumplir una misión, hay que cumplir la del día siguiente y todas.

–¿Han identificado alguna carencia de material?

–Sobre todo, darle ese toque NBQ no sólo a la UME, sino a Tierra, Mar y Aire. El ambiente NBQ siempre se ha considerado, pero por la evolución de los acontecimientos ese escenario estaba un poco olvidado. Los equipos de nebulización industrial, los de detección, de medición de temperaturas, las dotaciones de Epis, mascarillas... Ahora van a salir muchos desarrollos de nuevas tecnologías y tecnologías disruptivas, de empleo de inteligencia artificial, de reconocimiento para visualizar grupos, medir temperaturas y para trazabilidad de personas... Otros paises ya las han desarrollado y aquí antes o después habrá que hacerlas. Mientras no haya vacuna o medicamentos adecuados, el rastreo, el testeo, los controles periódicos, las mediciones de indicadores, el control de los sintomáticos... serán fundamentales porque es la única herramienta que tenemos.

–¿Cuáles son las lecciones aprendidas de “Balmis”?

–De todo tipo. Una es ser capaz de garantizar siempre la capacidad de Mando y Control con sistemas redundantes o que todas las medidas pasen por controles necesarios que provoquen no enfermar. La primera obligación es no enfermar y esa conciencia de no enfermar es vital. Si enfermamos no podemos cumplir la misión. Otra es mantener la buena relación con empresas y universidades. Tenemos que tener la mejor tecnología de comunicaciones, con sistemas redundantes interoperables con Guardia Civil, Policía, Protección Civil... La familia de las emergencias ha de vivir en paralelo, en sincronía total con las nuevas tecnologías.

–¿Cómo fue el recibimiento en Cataluña y País Vasco?

–Magnífico, extraordinario. Quizás en Cataluña tuvimos más presencia y posibilidad de interacción, porque en el País Vasco fueron misiones muy puntuales y el Ejército estuvo más. Pero cuando íbamos no teníamos tiempo para fijarnos ni en colores de uno, ni en símbolos ni en lazos... íbamos a resolver un problema y a no crearlo. Pero la realidad, la de verdad, es una realidad de cariño, de aprecio y de respeto. Pero en Barcelona no sólo fue la UME, los regimientos de Barcelona son los que han dado la cara y han hecho el esfuerzo principal. La gente tiene que ver que su regimiento, el que vive allí, está a su servicio.

–¿Qué le diría a los que critican que las Fuerzas Armadas son caras?

–Tener unas Fuerzas Armadas eficaces es pertenecer a un club caro. Hay seguros de hogar que son caros pero luego resuelven. La clave es ver si las Fuerzas Armadas son caras pero no son eficaces, entonces sería un pecado mortal. Pero si necesitan unos medios, hay que dotarlas y luego cumplen unas misiones a total satisfacción y encima con el aprecio de la gente, esa crítica se desmonta por sí misma.

–¿Esta operación cambiará la imagen que la sociedad tenía de las Fuerzas Armadas?

–Ha sido una gran oportunidad para que la sociedad conozca que tiene unas Fuerzas Armadas, no sólo una UME, que responde cuando todo viene mal, cuando las cosas fallan, cuando puede reinar el caos. La sociedad tiene un seguro. Algunos pueden interpretarlo como un seguro caro, pero ha sido útil, eficaz y nadie lo puede poner en duda. Cuando había que ir a China a por mascarillas aquí había unos A400M con unos pilotos que se metieron más de 30 horas para ir y que no nos las quitaran. La gente ha visto que las Fuerzas Armadas saben hacer las cosas y que dan respuesta a los problemas. La UME ya lo tenía un poco ganado, pero uno de los grandes retos de esta misión es que a Tierra, Mar y Aire se les dio una oportunidad de demostrar que son lo mismo que la UME y lo han clavado, lo han bordado. Han sido como la UME y la UME como ellos.

–Dice que no bajan la guardia ante un posible rebrote. ¿Qué han planificado?

–Todas las unidades han mantenido un núcleo contra la Covid-19. A pesar de que estamos con la campaña contra incendios, tenemos la capacidad de que si hay que desinfectar o ayudar a alguien, está previsto. La Covid-19 sigue y “Balmis” está, podrá estar latente, pero está. Y las capacidades están. Otra cosa es que hemos depurado los procedimientos y ahora son más rápidos. Si hubiera que intervenir ahora, seríamos más rápidos y eficaces. No sólo la UME, todo el mundo. Ahora hay líneas de defensa que antes no existían.

–¿Cuántos efectivos han estado directamente implicados en “Balmis”?

–Nuestra plantilla es de 3.500 y estamos efectivos unos 3.300. De esos 3.300 habrán estado directamente en “Balmis” unos 2.800.

–¿Cuántos se han contagiado?

–Con PCR tenemos unos 170, que es aproximadamente un cinco por ciento. Se hizo luego un test rápido a toda la UME y dependiendo de las regiones, porque no es lo mismo Torrejón que León o Morón, la cifra media es algo más de un seis por ciento de seroprevalencia. Pero Torrejón y este cuartel ha sido más afectado. Y entre los afectados, los cuadros de mando más que la tropa.

–Cambiando de tema, ¿debería haber actuado la UME en Zaldibar?

–Si nos hubieran llamado, habríamos ido. Hay que ser realistas. Ese vertedero, en esas circunstancias, con ese volumen y esas dimensiones, sería un atrevimiento por mi parte decir que tengo la solución y que si hubiéramos ido los habríamos encontrado. La Ertaintza y los bomberos vascos son muy profesionales, invierten mucho en sus medios... si ellos no han sido capaces en este tiempo es que ahí hay un verdadero problema. Pero no ha habido problema de que a la UME no se le ha llamado. La Delegación del Gobierno ofreció las capacidades del Estado y en esas capacidades ofreció el paquete completo y la UME va dentro. Si nos llaman, iremos con la misma ilusión y haremos lo que podamos.

–¿Cómo afrontan la campaña de incendios?

–El dispositivo es prácticamente el mismo que el año pasado. Hay unas 1.500 personas directamente implicadas, aunque hay personal de apoyo casi hasta completar la plantilla. Estamos diseñando la campaña con un ambiente Covid, porque los parámetros que teníamos a principios de marzo hay que mantenerlos ahora para estar en condiciones de cumplir esas misiones. Si en el Grupo 43 enferman sus tripulaciones, no podrán sacar sus hidroaviones. Y si enferman los equipos contraincendios, no podrán desplegarse. Esto es un mega Tetris y tiene que encajar. Y en el ambiente Covid el tetris es más complicado.