Estado de alarma
Nuevo tiempo, nuevo Gobierno
No hay mal que cien años dure –ni al parecer, cien días– así que, cumplidos estos, se acabaron la alarma y las interminables homilías sabatinas y dominicales –hasta veinte– que nos ha predicado el Sr. Sánchez. Su continuada exposición junto a Illa y don Simón, han supuesto una penitencia adicional a la pena de confinamiento, y quedará unida a la terrible pandemia para siempre.
El Sr. Presidente se despidió apelando a la unidad para un tiempo donde todo va a ser nuevo: nueva la etapa, la economía, la normalidad… Todo menos el tándem Sánchez-Iglesias, ante quienes debemos estar unidos por patriotismo.
La cuestión es que el «pacto del abrazo» que dio a luz al único Gobierno social-comunista de la UE es insostenible para ese nuevo tiempo anunciado. Nuevos tiempos exigen nuevas respuestas, nuevas soluciones para nuevas necesidades; es decir, un Gobierno nuevo acorde a la nueva realidad, y no al revés, porque esta es la que es.
El chantaje de exigir a la oposición que renuncie a su papel constitucional a fin de ser el báculo de un Gobierno más que nunca inadecuado para este nuevo tiempo, no merece más respuesta que esta, seguro que familiar para el Presidente: «No es no, Sr. Sánchez, ¿qué parte del no, no ha entendido?» Más que nunca, España precisa un Gobierno centrado, transversal y de amplia base. Seguir con la fórmula actual es alargar la crisis, la crispación y la necesaria salida de ambas.
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