Política exterior
Hispanofobia: radiografía de un desvarío
Historiadores, sociólogos y diplomáticos arrojan luz sobre qué se esconde detrás de la ola de ataques a estatuas de Colón en Estados Unidos
«Hispanofobia en Estados Unidos. ¿Qué hay detrás del derribo de estatuas?» Este fue el título de un evento online organizado la semana pasada por «The Hispanic Council», think tank con sede en Washington D. C. y Madrid que trabaja para promover las relaciones entre EE UU y España a través del análisis, la investigación y a divulgación histórica. Desde España, fuera de la cultura norteamericana, parece incomprensible que la ola de protestas suscitadas por el movimiento «Black Lives Matter» haya podido derivar en numerosos actos de vandalismo contra estatuas de Cristóbal Colón, fray Junípero Serra o Miguel de Cervantes.
Pero lo más preocupante sea quizá que no solo se trata de pintadas y actos vandálicos de masas enfervorizadas sino también de actos formales como la retirada de la estatua del explorador genovés del capitolio de California decidida por los legisladores de este estado. Es para intentar arrojar luz sobre este asunto por lo que LA RAZÓN ha recogido la opinión de historiadores, sociólogos, diplomáticos y expertos en un intento de, parafraseando el título del evento de «The Hispanic Council», averiguar «qué hay detrás del derribo de estatuas».
Gran conocedor de la sociedad norteamericana, Amando de Miguel, apunta a que no se trata tanto de un odio racial como de un odio a la cultura, al pasado valioso que nos ha llegado de tiempos pretéritos. «Los edificios más nobles de California son las misiones que no eran solo iglesias sino cooperativas para que los indios aprendieran a leer y un oficio», recuerda. De Miguel llama la atención sobre el hecho de que no es nada nuevo lo que está sucediendo: «Existieron los inconoclastas en el pasado, tanto en el islam como en algunas sectas protestantes. Hay una larga tradición. Es simbólico en este sentido la voladura de los budas por radicales islámicos. En España también hay ejemplos recientes: cambiar los nombres de las calles. La iconoclastia hispánica es muy notable».
Según este sociólogo se trata de un fenómeno que acompaña a la historia que nos extraña porque creemos estar en una época racional y científica. «Pero no es así. La irracionalidad acompaña al hombre. En todas épocas ha habido poligamia, canibalismo y pena de muerte y con esa lógica deberíamos acabar con la historia entera». La iconoclastia tiene muchas manifestaciones según este sociólogo: «En las nuevas iglesias católicas también se ve una cierta huida de las imágenes, algo incomprensible teniendo en cuenta nuestra tradición de siglos. Ahora parecen capillas protestantes o minimalistas. ¿Porque ese odio a las imágenes? En Estados Unidos las sectas protestantes fundamentalistas han fomentado este odio. Esta en su tradición». De Miguel concluye señalando la inutilidad que tiene en el fondo cualquier intento de reescribir la historia desde la superioridad moral de una época frente a la otra: «Rebelarse contra la historia es estúpido», sentencia.
El diplomático Erik Martel puede aportar un valioso punto de vista gracias a los 13 años en los que estuvo al frente de los importantes consulados de España en Houston (durante el 200 aniversario de la independencia de los Estados Unidos) y Miami (durante la celebración del quinto centenario del descubrimiento). Además también impulsó la construcción de un monumento al español Bernardo de Gálvez que, siendo gobernador de la Luisiana, ayudó considerablemente a los incipientes Estados Unidos ganando cinco batallas a los ingleses durante la Guerra de Independencia, gesta que le valió el titulo de ciudadano honorífico por el presidente Washington y le dio derecho a que su retrato este hoy en el Congreso del Congreso de los Estados Unidos junto al resto de los fundadores.
«Su estatua sigue en pie, por el momento», comenta. Para Martel se trata de un fenómeno equiparable a la ideología de género o a la memoria histórica: «Se trata de imponer el marxismo cultural». Pero avisa: «La sociedad en Estados Unidos no se lo va a tragar como hemos hecho nosotros con la memoria histórica».
La ola de hispanofobia que vive Estados Unidos es paradójica también desde un punto de vista que, quizá mejor que cualquier otro, ayuda a explicar cuales son sus causas últimas. Y es que no deja de llamar la atención que el furor antirracista de la población de color de Estados Unidos no se haya vuelto contra el primer presidente del país, considerado algo así como el padre de la patria, George Washington, héroe de la guerra de independencia contra los ingleses que puso nombre a la capital de la nación. Se da el incómodo hecho de que Washington contaba entre sus propiedades, y así lo atestiguan documentos históricos, con numerosos esclavos.
Concretamente a la tierna edad de 11 años heredó de su padre 10 esclavos junto a su propiedad en las inmediaciones de Frederickburg, Virginia. Poco después, el joven Washington procedió a incrementar el número de sus esclavos comprando al menos 8, incluido un carpintero llamado Kitt. También existen documentos fechados en 1755 que hablan de la compra de cuatro hombres, dos mujeres y un niño; todos de raza negra, por supuesto. Las condiciones de vida en la plantación Mount Vernon de Washington pueden deducirse del hecho de que 17 esclavos -14 hombres y 3 mujeres de color- se lanzarán de cabeza al Potomac intentando escapar cuando vieron que un navío de guerra británico -el HMS Savage- había fondeado en las aguas de este río adyacentes a las tierras del primer presidente.
César Vidal, precisamente desde Estados Unidos, cree que, propiamente, no se puede hablar de “hispanofobia” ya que todo empezó con las estatuas de héroes confederados. “En realidad son manifestaciones contra lo blanco y era solo cuestión de tiempo que se empezara a atacar a Colón, fray Junípero Serra, Ponce de León etcétera”. La explicación del paso de actos de vandalismo a actos institucionales es sencilla de explicar: “Se trata de un movimiento político. El vandalismo es la manifestación de una agenda política dirigida contra el sistema en su totalidad. En la página web de Black Lives Matter se afirma claramente que se combate no solo el racismo sino el capitalismo y el patriarcado. Dos de las tres fundadoras describen el movimiento directamente como marxista”.
El catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Alcalá de Henares, Javier Paredes, apunta a otra posible causa: «Ahora está pasando lo mismo que con el aniversario del descubrimiento. El problema es que América no solo se descubrió sino que, además, se evangelizó. Lo que hay detrás de estos hechos es el odio a la Cruz. Pero los hechos son que cuando muchos discutían si los indios tenían o no alma, la reina Isabel la Católica reconocía sus derechos y los equiparaba a los de los españoles».
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