Estado de alarma

Ordeno y mando

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Se habla ahora de Madrid y no del vapuleo judicial al Gobierno, ni de otras cuestiones que afectan nuclearmente al concepto que el socio de coalición de Sánchez tiene de la democracia y de la separación de poderes. La fijación política de Sánchez con Madrid –rayana con una obsesión enfermiza– le ha llevado a aplicar de hecho un 155 sanitario, como muy bien ha señalado su Alcalde Almeida. Aquellos eslóganes acerca de la «#unidad que nos haría salir victoriosos de la guerra», y otras bobadas por el estilo, saltan por los aires cuando chocan con la realidad de la gestión de la pandemia. De paso, el foco informativo se consigue desplazar del escándalo político que significan las últimas declaraciones de su vicepresidente segundo, como su reiterada afirmación de que «la oposición no volverá al Consejo de Ministros en muchos años», o que es «inimaginable que el TS le impute». Si estas afirmaciones estuvieran hechas desde una fuerza política como Podemos, no tendrían particular importancia, pero la tienen, y mucha, efectuadas desde el mismo Gobierno. La degradación institucional que provocan son completadas cuando la versión catalana podemita incluso boicotea la presencia del Rey en un acto improvisado para limpiar la imagen de sumisión gubernamental al separatismo, tras su frustrada presencia en un acto anterior en la Ciudad Condal.

En España, la higiene sanitaria está tan afectada como la democrática: ésta es la «regeneración» prometida por Sánchez con la moción de censura. La alarma la está creando tener este Gobierno. El del «ordeno y mando».