Parálisis

Adiós, CGPJ

Nos despedimos con los ataques más inesperados por provenir de propuestas de partidos de gobierno. Se ha intentado acabar con la neutralidad de la institución

El Pleno del CGPJ, en la sesión en la que abordó en 2020 la reforma que cercenó sus atribuciones para hacer nombramientos con el mandato agotado
El Pleno del CGPJ, en la sesión en la que abordó en 2020 la reforma que cercenó sus atribuciones para hacer nombramientos con el mandato agotadoCGPJCGPJ

El pasado viernes se cumplieron siete años del inicio del mandato del CGPJ, dos más de los previstos en la Constitución. He preferido esperar a que la fecha se cumpliera para escribir estas líneas. No es que tuviera dudas de que la fecha llegaría, pero nunca se sabe. Sí me atrevo ahora a anticipar que, en mi opinión, la renovación está muy cerca, probablemente después de las elecciones catalanas de febrero, y no es que lo diga ahora, llevo apostando a eso desde hace más de un año.

No soy un ansioso que pida que le paguen sus apuestas, pero sí un soberbio que le gusta recodar que las ha ganado. Tampoco es que sea adivino, es solo una cuestión de sentido común, conocimiento del país y conciencia de la importancia del CGPJ: como vengo diciendo y escribiendo desde hace meses, la renovación exige paz y ausencia de ruido y, una vez aprobados los presupuestos generales y pasadas esas elecciones, creo que no se generará otro ruido que el que resulte de los conflictos de los socios de gobierno entre sí. Dejo a salvo, naturalmente, el que intencionadamente quiera generar alguno de esos socios: a mi modo de ver, su programa es perfectamente compatible con el objetivo de desestructurar el Poder Judicial y su Consejo y, si se mantiene ese objetivo, puede pasar de todo.

Dicho esto, y en el momento de la despedida, creo que es justo reconocer que el CGPJ ha vivido una época difícil y que ha cumplido con lo que se esperaba de él. Relevó a un CGPJ que se extinguió entre convulsiones, dimisión de su presidente incluida. Ha conocido dos Reyes (D. Juan Carlos I y D. Felipe VI), dos presidentes de Gobierno (Rajoy y Sánchez), cuatro ministros de Justicia (Ruiz-Gallardón, Catalá, Delgado y Campo) seis fiscales generales del Estado (Torres Dulce, Madrigal, Maza, Sánchez Melgar, Segarra y Delgado). Ha afrontado retos organizativos para dotar de transparencia juicios inéditos (juicio penal a un miembro de la familia del Rey) y casi imposibles (sedición de un gobierno regional) o para afrontan una pandemia (plan de choque). De alguna manera, cuando todo cambiaba o se desmoronaba, el CGPJ era la única institución que parecía dar estabilidad a este sufrido país.

Y qué duda cabe que nuestro principal reto ha sido la defensa de la independencia del Poder Judicial, sobre lo que no hay que bajar la guardia porque ha estado y está constantemente en peligro. Este CGPJ se ha visto en la necesidad de proteger la independencia de los jueces ante los ataques más burdos: recuerdo que los juzgados en Cataluña se cubrieron literalmente de mierda, lo que obligó a exigir que se cambiara el plan de protección del Gobierno regional para proporcionar protección efectiva (¿de verdad se puede pensar que los partidos que gestionaban ese gobierno regional pueden incorporarse al CGPJ para defender la independencia de los jueces?); y que se tuvo que dar amparo ante los ataques más sofisticados, incluidas demandas ante tribunales extranjeros, que pasaron de ser asuntos privados del juez afectado (ministra de Justicia dixit) a una cuestión de Estado (presidente del Gobierno dixit).

Y precisamente nos despedimos con los ataques más inesperados por provenir de propuestas de partidos de gobierno. Se ha intentado acabar con la neutralidad del CGPJ (y la apariencia de independencia de los jueces que nombra) por la vía de nombrar sus vocales judiciales (nada menos que los judiciales) por simples mayorías de apoyo al Gobierno. Ese intento parece (de momento, solo parece) que se ha abortado por la decidida intervención de los propios jueces, de los vocales del CGPJ, de las restantes formaciones políticas de la oposición y de las instituciones de la Unión Europea y del Consejo de Europa, pero se ha seguido de una nueva propuesta para alterar las reglas de juego con el partido iniciado e impedirle a este CGPJ que cumpla sus funciones.

Este nuevo intento afecta a nombramientos concretos y traslada la vehemente sospecha de que esas formaciones políticas quieren influir en ellos a través del nuevo CGPJ. Se me hace inexplicable cómo es posible que esas formaciones políticas no entiendan el tremendo daño que sus propuestas hacen a España en el concierto internacional de las naciones serias y que el único camino posible es justo el contrario del que proponen.

Me siento satisfecho y orgulloso de haber pertenecido a este CGPJ. He conocido a gente extraordinaria, con la que he llegado a acuerdos y con la que también he disentido desde el respeto. Sé que el nuevo CGPJ estará a la altura si sus vocales también lo están pese a que las insólitas proposiciones de ley que se están presentado en estos días no les van a ayudar a empezar con buen pie. Insisto, me siento satisfecho y orgulloso de haber pasado por el CGPJ que se va, pero también muy aliviado de no pertenecer al que viene.