Vista de Ategua, situada a seis kilómetros de Santa Cruz, pedanía de Córdoba

Así es Ategua, la ciudad cordobesa que asedió Julio César un año antes de su muerte

Una prospección geofísica revela 76 calles y 56 manzanas en la urbe romana. Sus vecinos homenajean al fallecido promotor del yacimiento con un «Quijote»

«In Farsalia pugnavi pro victoria, in Munda, pro vita mea» (En Farsalia luché por la victoria, en Munda por mi vida). Un año antes de su muerte, y en busca de los últimos enemigos de un triunvirato acabado, Julio César batió las tierras de Hispania en una campaña en la que allanaría el último obstáculo que impedía su mando absoluto y en la que temió sucumbir en la batalla, como dejó escrito Apiano.

En sus idas y venidas en busca de los hijos de Pompeyo Magno –Cneo y Sexto–, todo se decidió en tierras cordobesas. César asedió primero Ategua, en manos del bando pompeyano, un episodio sobre el que escribe Dion Casio: «Obligado a continuar la guerra en invierno, no intentó nada contra Córdoba, pero se enteró de que en la ciudad de Ategua había mucho trigo, y se volvió contra ella y, sin tener reparo por ser una plaza muy fuerte, y confiando que sus habitantes se aterrarían al ver su numeroso ejército, por temor le entregarían la ciudad. En poco tiempo la rodeó con empalizada y foso».

La estrategia del conquistador de las Galias –donde estableció un impresionante cerco en Alesia para doblegar a Vercingétorix– incluyó la construcción de un campamento en Castra Postumiana, que algunos estudios han situado en Castro del Río, cerca de la actual pedanía de Santa Cruz, en cuyos alrededores se encuentran los restos de Ategua y donde el recuerdo de la presencia de Julio César y su histórica gesta se mantiene vivo a cargo de los responsables de patrimonio de la Junta de Andalucía, y por particulares agrupados en la Asociación Cultural Amigos de Ategua.

El 19 de febrero del 45 antes de Cristo, César consiguió rendir la posición amurallada «después de una dura pugna» y ello «le abrió la posibilidad de atacar y someter a la ciudad de Córdoba», explica Camino Fuertes, arqueóloga y coordinadora de la Red de Espacios Culturales de Andalucía en Córdoba, responsable del yacimiento de Ategua desde 2004. Julio César venció el 17 de marzo «definitivamente» a los partidarios de los hijos de Pompeyo en Munda, y «gracias a esa concatenación de victorias entró en Roma victorioso».

En primer término, una imagen del «frigidarium» de las termas romanas de Ategua. Detrás se encuentra la acrópolis de época íbera
En primer término, una imagen del «frigidarium» de las termas romanas de Ategua. Detrás se encuentra la acrópolis de época íberaCAMINO FUERTESLa Razón

En Ategua se ha constatado la ocupación del lugar desde el Bronce Final hasta la Edad Media. «De la primera fase de Hierro I probablemente sea la imponente acrópolis y, es posible que al menos, los fundamentos del gran recinto amurallado», explica Fuertes a LA RAZÓN. Una muralla «que fue reutilizada, atacada, destruida, reparada y fortalecida durante sucesivas etapas: íbera, romana, andalusí y moderna».

Para la arqueóloga, «no hay absolutamente nada en Ategua que no sea importante», aunque «probablemente lo más llamativo y lo más novedoso ha sido el estudio de los resultados de una prospección geofísica que ha permitido interpretar una ciudad organizada en calles, hasta 76, la mayoría de ellas Norte-Sur y Este-Oeste, perpendiculares entre sí, que organizan a 56 manzanas urbanísticas». Esa distribución permite suponer que «nos encontramos ante la fosilización de la ciudad romana de Ategua», apunta la experta.

De entre los edificios interpretados hay unas termas, de las que se ha localizado la sala de agua fría y, donde pensaban que se encontraba el horno, hallaron una panadería –pistrinum–, «concretamente el espacio en donde se molía el trigo, se amasaba el pan, se cocía y se despachaba» a través de «una ventana abierta en uno de sus muros, similar a la que aún se puede observar en algunos cortijos andaluces, que servía para tal fin». Además, han comprobado «que el horno se alimentaba con huesos de aceituna, y los estudios de las semillas nos han permitido saber el tipo de trigo con el que se elaboraba ese pan».

Según Fuertes, se trata de «un espacio muy ilusionante» en el que tras «consolidar» lo que se había excavado, vallar el perímetro y declararlo en 2005 Bien de Interés Cultural (BIC), el siguiente paso es «comenzar de nuevo a investigar». A ello contribuirá una inversión de la Junta de Andalucía de 375.000 euros para la investigación, mantenimiento y adecuación al público, ya en marcha, y que se mantendrá hasta 2024. La Diputación, por su parte, ha invertido 10.000 euros en acondicionar una vereda de acceso al enclave.

Por el momento, un Plan General de Investigación va a centrar sus esfuerzos en un edificio de planta semicircular que podría corresponder a «un teatro de pequeñas dimensiones u otro establecimiento lúdico o comercial».

En recuerdo de «Camacho»

Unos trabajos sin duda esperanzadores para la Asociación Cultural Amigos de Ategua, que desde el año 2000 ha hecho una importante labor de promoción y puesta en valor del yacimiento, con el objetivo crucial de su apertura al público, una iniciativa que «ayudaría a revitalizar la vida económica y social de Santa Cruz», asegura Julia Muñoz, que fue gran amiga de una de las figuras clave en este empeño, José Rafael Pérez Camacho, fallecido en accidente de tráfico en 2018 cuando volvía de su trabajo en Córdoba a Santa Cruz, pedanía de la que fue alcalde. «Todos los miembros de la asociación muestran un enorme interés en el yacimiento y en el territorio que lo circunda y me consta su cariño a este espacio arqueológico», apunta en este sentido Camino Fuertes, conocedora de que hay «una serie de proyectos muy interesantes» y «novedosos» que «adquieren un gran valor añadido y que están siendo impulsados por el nuevo equipo directivo».

La silueta de Rafael Pérez Camacho, en un banderín de la XV Travesía de Ategua
La silueta de Rafael Pérez Camacho, en un banderín de la XV Travesía de AteguaCEDIDALa Razón

Guadalupe Morcillo, actual alcaldesa pedánea de Santa Cruz, encabeza esa nueva dirección. Se sumó en 2012 a la asociación que fundó «Camacho», como le conocían sus paisanos y amigos, y la preside desde hace dos años. Sobre la inversión prevista desde la Junta de Andalucía considera que es «poco, porque lo que está perimetrado y vallado representa alrededor de un 7%, y el yacimiento es mucho más amplio, abarca zona de olivares y de siembra, con el peligro de dañar hallazgos por descubrir». En su opinión, «para completar la zona es necesaria una inversión gigantesca y quizá la Junta no disponga de esos recursos». Pero de momento su gran inquietud es «hacer Ategua visitable de forma continua a lo largo del año», y no por los grupos reducidos que «ahora pueden ir en noviembre o diciembre», o incluso los que organiza la propia asociación, a la que «nunca se le ha negado un permiso».

Los actuales miembros del grupo no olvidan a su mentor, Pérez Camacho, hacia el que no escatiman elogios y recuerdos llenos de emoción. Cada año organizan una travesía «para unir cultura y deporte» que desde Córdoba llega hasta Ategua. Más de veinte kilómetros a pie, con recreadores vestidos como soldados de Roma y participantes de todas las edades. En la última salida, la XVI, el escultor José María Serrano, unido a Rafael desde los inicios de la asociación, le recordaba como un «luchador incansable, con una convicción inquebrantable», y ponía el acento en el «entusiasmo contagioso que nos hizo cabalgar a lomos de gigantes».

La referencia a esos gigantes como aquellos a los que se enfrentara Don Quijote enlaza con un proyecto que está a punto de ver la luz en homenaje a Rafael Pérez Camacho. Un libro donde el personaje de Cervantes y su escudero lo visitan en su pueblo y «donde conviven con él y con todos los que fuimos sus amigos», explica Manuel Cobos, autor de la obra a través de un proyecto de «crowdfunding» que rebasó los 1.500 euros necesarios para la edición. «Tenía mucho de Quijote y mucho de Sancho Panza. Como el hidalgo era generoso y honrado, idealista y soñador. Con el escudero compartía su pertenencia al pueblo, la sencillez, la visión real de las cosas y de los problemas», asegura Cobos, economista y funcionario de la Junta, polifacético autodidacta que tiene en su haber una «Historia de la hostelería en Córdoba» y es actor ocasional.

«El Quijote en Santa Cruz» estará listo en unos días, con ilustraciones de los escolares de la barriada, y servirá para «pasar un rato entrañable», dice Cobos mientras ultima los detalles del proyecto.

Recreadores de la antigua Roma posan ante el público en una visita al yacimiento cordobés
Recreadores de la antigua Roma posan ante el público en una visita al yacimiento cordobésCEDIDALa Razón

El autor rememora al fallecido Pérez Camacho como alguien «generoso, de talante democrático, con principios muy claros». Fue un «gran amigo de Julio Anguita y sufría mucho con la política», pero por encima de todo «tenía una inteligencia natural increíble». Explica Manuel Cobos que la constancia de su amigo con Ategua se debía a que comprendió «que era el futuro de Santa Cruz: visitantes, puestos de trabajo, un pozo de riqueza». Pero, lamenta, «aquello ha estado abandonado. En época de Carmen Calvo se gastaron una fortuna en el museo de Medina Azahara y el Arqueológico [de Córdoba], pero considero que antes estaba Ategua».

Los dos hijos de Rafael y su única hermana, Mari Carmen, están felices con la iniciativa que recuerda a aquel «líder nato», en palabras de su buena amiga Julia. «Un gladiador siempre enfrentándose a grandes adversarios», concluye Mari Carmen.

Portada y contraportada de "El Quijote en Santa Cruz"
Portada y contraportada de "El Quijote en Santa Cruz"La RazónLa Razón

Prisión y un millón de euros por daños al patrimonio

Camino Fuertes asegura que el sitio está «cuidado y protegido» y que desde 2004 se trabaja «para evitar el expolio». Policía Local, autonómica y Guardia Civil lo vigilan y la valla que lo rodea es «revisada y reparada cuando es necesario». El entorno «cuenta con su propia figura de protección que permite asegurar que los trabajos agrícolas se realicen en las condiciones más propicias». En 2017 se dictó sentencia de prisión de un año y seis meses y al pago solidario de un millón de euros a cuatro personas por un delito contra el patrimonio histórico recogido en el artículo 323.1 del Código Penal en una parcela del yacimiento. «El vandalismo, el pillaje, el robo y los atentados contra el patrimonio son objetivos a combatir por parte de todos: administración, fuerzas de seguridad y ciudadanía», apunta la arqueóloga.