Congreso inaccesible
Echenique sigue sin poder ocupar su escaño
El proyecto había sido aprobado por la Mesa y el trabajo iba a comenzar en verano
El Congreso de los Diputados sigue suspendiendo en accesibilidad en pleno siglo XXI. A diferencia de la sede del Consejo General del Poder Judicial, de la Asamblea de Madrid o del pleno de Cibeles del Ayuntamiento de la capital, la sede de la soberanía popular –con 170 años de historia política entre sus muros– continúa siendo intransitable para los diputados que necesitan usar su silla de ruedas para desplazarse por el hemiciclo.
Un problema que, a pesar de que lo han sufrido ya varios diputados a lo largo de la historia democrática, se hizo más visible al inicio de la actual legislatura tras la llegada del diputado de Unidas Podemos Pablo Echenique a la Cámara Baja en 2019, quien tiene movilidad reducida a causa de una enfermedad genética llamada atrofia muscular espinal. Fue en ese momento cuando comenzó a barruntarse la necesidad de acometer una reforma de calado en el salón de Plenos para facilitar que el diputado pudiese sentarse en la bancada morada junto al resto de compañeros. En 2016 ya lo habían reclamado el Comité Español de Representantes de Personas con Discapacidad (Cermi) y la Confederación Española de Personas con Discapacidad Física y Orgánica (Cocemfe) con el fin de dotar de plena accesibilidad a la tribuna y al espacio reservado en el Salón de Plenos a la Mesa de la Cámara Baja, «evitando así que se excluya (de este cargo de presidente o vicepresidente del Congreso) a los miembros con discapacidad física actuales o futuros».
De hecho, tras la entrada de Echenique en la Cámara Baja, en febrero de 2020 la mesa del Congreso aprobó el informe de los arquitectos del Parlamento para iniciar las obras necesarias. La pandemia retrasó los tiempos y se preveía que los trabajos pudiesen comenzar este mismo verano. Sin embargo, el proyecto todavía no ha comenzado. Fuentes parlamentarias explican que la mesa de contratación está a la espera de una nueva propuesta tras la petición de más informes. Estas fuentes apuntaban a que existía un informe desfavorable de patrimonio del Estado, algo que fuentes del mismo órgano desmienten y precisan a LA RAZÓN que patrimonio del Estado emitió un informe favorable al proyecto de reforma fechado en el pasado 22 de enero, ratificado por la oficina de supervisión de proyectos.
Ahora, según apuntan fuentes parlamentarias, la reforma ha vuelto a la Junta de Contratación del Congreso –presidida por los cuatro vicepresidentes de la Cámara Baja– que deberá hacer una nueva propuesta, es decir pedir al equipo de arquitectura que revise su proyecto. La preocupación por cuidar de manera pulcra el valor patrimonial del edificio está siendo la mayor complicación de estas obras, según especifican las mismas fuentes.
Un proyecto aprobado de 238.230 euros
El proyecto que había sido aprobado en su día por el Congreso disponía de un montante total de hasta 258.230 euros para una reforma a acometer en un tiempo estimado de 120 días. Una reforma con la que se pretendía instalar plataformas elevadoras –como se muestra en el gráfico– para que el portavoz –o en el futuro cualquier diputado con movilidad reducida–pudiese sentarse junto a sus compañeros de bancada. Esta era la única reforma prevista, dado que no se incluía en el presupuesto la posibilidad de que el diputado pueda intervenir desde la tribuna de oradores como el resto de sus colegas.
Desde su entrada en el Congreso, Echenique se ha situado, en algunas ocasiones, en la última fila de escaños del hemiciclo –conocido como gallinero–. Pero, normalmente, se coloca en la planta baja del hemiciclo, al lado de las taquígrafas de la Cámara, lugar desde donde también realiza sus intervenciones como portavoz del grupo parlamentario. Ésta es solo una de las varias barreras arquitectónicas, como ya denunció LA RAZÓN, que debe superar el diputado, o en el pasado sus antecesores con movilidad reducida como los populares Francisco Vaño, Ignacio Tremiño y José Oreiro.
Echenique tampoco puede subir a la tribuna de oradores, a los escaños reservados para los vicepresidentes del Congreso y si fuese ministro, la inaccesibilidad impediría que se sentara en los escaños azules. Cuando una sesión requiere de votación manual ante es la presidenta de la Cámara la que debe recoger su voto. Tampoco puede acceder al edificio de Plenos por el patio que conecta con el edificio principal. Y de momento, sus circunstancias no cambiarán.
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