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El grupo de Ayuso se divide ante el pulso con Génova

En el PP se sienten fuertes y apuntan como única salida la «vía Aznar»

El líder del PP, Pablo Casado, ayer durante la primera sesión de control al Gobierno en el Congreso
El líder del PP, Pablo Casado, ayer durante la primera sesión de control al Gobierno en el CongresoCristina BejaranoLa Razón

El choque entre Génova y el equipo de Isabel Díaz Ayuso sobre el congreso regional y el futuro liderazgo del PP de Madrid está dejando ver las terminales que la dirección nacional tiene en la formación madrileña, y también que dentro del grupo de Ayuso hay «peones» que están más de lado de la cúpula popular que de la posición de su «jefa».

Precisamente, ante la reunión del grupo parlamentario que preside Ayuso, advertían ayer en la organización regional que si salía el tema del cónclave, «más de la mitad del grupo parlamentario no está de acuerdo con tener el debate y muchos quieren el modelo Aznar».

La «vía Aznar» es la salida que Génova dice hoy que es la más beneficiosa para enfocar el futuro del PP de Madrid. Tiene que haber un congreso, y votarse la candidatura o candidaturas que se presenten, pero no es casualidad que hagan memoria y recuerden que en la historia del PP de Madrid han existido dos modelos, el de Rajoy, en el que el presidente de la comunidad también lo era del partido, y el de Aznar, en el que no fue así, y el presidente de la comunidad no era el del partido.

Los alcaldes, concejales de capital y diputados regionales que estarían a favor de este segundo modelo, en línea con la posición de la dirección del PP, guardan silencio en el ámbito público. Pero desde la nacional, y ante la reunión del grupo convocada por Ayuso, anticipaban ayer que si se plantea el debate, «hay diputados que dirán claramente lo que piensan». En las reuniones de dirección internas, sean regionales o nacionales, lo habitual es que nadie se levante contra el mando, aunque luego corran las filtraciones interesadas y las críticas a ese mando.

Es un hecho que no siempre el PP ha tenido de presidente del partido al presidente de la comunidad autónoma en el caso de la estructura madrileña, y la razón ha sido la misma que ahora condiciona la posición de la dirección que preside Pablo Casado: el presidente nacional quiere mantener el control de la estructura orgánica de Madrid ante posibles tensiones internas y convocatorias electorales.

Ayuso tiene la fuerza de su resultado electoral, se ha ganado el reconocimiento de los otros barones del partido, y, además, su liderazgo tiene una fuerza en la calle que no ha conseguido todavía Pablo Casado. Pero la dirección nacional tiene una influencia sobre la organización madrileña que no alcanza a mantener en otras autonomías, tanto en el organigrama como en las listas, por ejemplo.

Por eso, dentro del PP observan con gran preocupación el choque de trenes y sus consecuencias a futuro. Hay quien cree que la batalla la tiene ganada Ayuso, pero también están los que anticipan que la victoria sólo puede ser de Génova, aunque con muchos «cadáveres en el camino».

En cualquier caso, la mayoría quiere confiar en que la Convención Nacional de octubre cambie el foco, ponga sordina a las tensiones, y las aguas se calmen, al menos, aparentemente, hasta que esté más cerca el congreso regional.

Ayuso fue la primera que movió el paso al anunciar su candidatura al cónclave que decidirá el liderazgo del PP de Madrid, por otra parte más que asumida en su formación. Tras las elecciones de mayo, hasta los barones más críticos habían visto despejado su camino hacia ese objetivo.

Pero lo que más está sorprendiendo al partido es la contundente reacción de Génova y que en esta ocasión no se hayan tomado ninguna molestia ni en disimular sus planes «ni sus fobias» dentro del equipo de la presidenta madrileña. En el círculo de Casado se sienten fuertes para librar este pulso, pese al escepticismo con el que les observan en otras organizaciones regionales. De momento, a Ayuso le ha quedado claro que en su entorno tiene «infiltrados» que «rinden cuentas a la nacional».