David del Cura
La otra mesa
Asegura «Google Maps» que la distancia entre la Puerta del Sol y la sede del Partido Popular de Génova 13 (que ahí sigue y hasta se habla ya de «corrupción») es de 1,6 kilómetros si vas por la Calle Pelayo. La sensación de estos días es que ese trecho aumenta a ritmo de megavatio hora.
Esto no lo disimula un Real Decreto, quizá solo lo salve una mesa, camilla para más pistas. Un almuerzo con postre y digestivo de Pablo Casado e Isabel Díaz Ayuso puede poner fin a esta guerra de filtraciones ridículas y también peligrosas. Antes de la convención, si puede ser, para que pueda ser sin imposición de cumbre autonómica y sin ausencias americanas.
En el CIS de hoy no se apreciará, pero el silencio socialista es síntoma de que están encantados con el espectáculo de la «batallita familiar». Aguantar esto 9 meses es llegar a una situación irreversible, se va a agotar lo de pasar lista con el «¿a quién quieres más, a papá o a mama?» o descolgar el teléfono para interrogar «¿y tú de quien eres?» y con la respuesta empaquetarlo en papel de periódico.
Después de lo de Garrido solamente falta que aparezca Aguado llamando a la puerta o en entrevista descriptiva de aquellos años en los que, seguro, fue tan feliz y hasta inauguró un dispensador de gel hidroalcohólico. O aquel Consejo de Gobierno en el que fue nombrado Miguel Ángel Rodríguez. Esto va de personas, es un error involucrar a la organización y una torpeza creer que con pellizcos de monja se va a doblar la voluntad y el ánimo de quien hace décadas que dio cuerpo y mensaje a la llamada telefónica, relato político a la osadía y al sentir popular y dio la «tabarra cultural» cuando nadie conocía a Trump, ni siquiera a los «neocons». Cuando alguien vuelve con cicatrices no lo hace para saltar por la ventana.
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