Opinión

Sacrificios de guerra

Lo más llamativo del grueso de reproches que se lanzó en su momento sobre Mariano Rajoy se centraba en echarle en cara las cosas que no había llevado a cabo. ¿Cómo puede pedírsele a alguien cuentas por algo que no ha hecho? Calcular las consecuencias de esas omisiones nos pondría en el terreno de lo contrafactual y en esos territorios no hay nada demostrable. Ahora bien, si algo notable puede decirse con seguridad de Rajoy es que nunca subestimó al PP. Muchos otros de los que tenía enfrente no siguieron su ejemplo y así les fue.

Alberto Núñez Feijóo ha decidido guiarse por una brújula parecida a la de su paisano y lo primero que ha hecho es ponerse al servicio de la maquinaria del partido. Tiene experiencia como para saber que las maquinarias de los grandes partidos son tan forzudas como peligrosas. En nuestro bipartidismo se han convertido en unos engranajes tan gigantescos que, por sus inercias, trituran la misma vida política y, muchas veces, hacen cosas detestables intentando hacerlas pasar por normales. La única ruptura de esa tónica general, en el nivel absoluto de todo el espectro político, ha sido la aparición de Isabel Díaz Ayuso que, con mucha habilidad, se caracteriza por hacer cosas absolutamente normales y presentarlas como si fueran detestables.

Con una línea decidida pero más morigerada, ayer, a las 18:22, Feijóo presentaba su candidatura. Las preguntas e incógnitas que le rodean son muchas pero, bien mirado, se reducen a cómo va a hacerlo y qué estrategia va a seguir. Al igual que en los relatos de Edgar Allan Poe, a veces pienso que la solución está tan a la vista que no la vemos. Feijóo con toda seguridad va a hacer lo único que puede hacerse y que suena raro solo porque no se ha hecho en ningún partido. Pondrá un pie detrás de otro, irá dando pasos sencillos y razonables, y simplemente usará la cabeza. Nada de fantasías, solo cosas pensadas y practicables.

Por supuesto, nadie tiene las capacidades de ser profeta, pero (como es de cobardes no arriesgarse) me atrevo a decir que defenderá un partido para todo el Estado, con vocación de centro, que reivindique el sentimiento europeo y se enorgullezca de la tradición liberal y, a la vez, pactará con cuidado con Vox cuando sea posible y vea que haga falta.

La manera de cocinar una receta como esta –que hay que sazonar con delicadeza– tiene en el momento actual una decidida vía de transito posible: la de los sacrificios de guerra. Los sacrificios de ese tipo que vamos a ver no llevarán sello ucraniano ni le servirán de excusa económica a Sánchez . Es el PP quien viene de una guerra y, después del momento catártico de las hostilidades, ya ha entrado rápidamente en la fase de posguerra. La velocidad con la que han tripulado ese proceso puede dar idea de porqué no debemos subestimar estas maquinarias tradicionales. Si el tránsito ha sido veloz, también lo será la posguerra, con sus estrecheces y su vuelta al realismo. Pero mientras tanto, la invocación a esos esfuerzos, a la entereza, disciplina y realismo necesarios será un arma incontestable para que las ocurrencias y las fantasías se reduzcan al mínimo.