Jorge Vilches

Cumbre fallida

Nada de lo ocurrido en ese cónclave va a beneficiar a Pedro Sánchez, salvo en lo personal

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, antes de comparecer en la cumbre de la OTAN
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, antes de comparecer en la cumbre de la OTANEduardo ParraEuropa Press

La política de Sánchez solo es comunicación. No hay gestión ni resultados, sino la construcción de un relato y de un álbum de fotos. Por eso está contento con la cumbre de la OTAN. Ya tiene la imagen con Biden y ha sido el anfitrión de los mandatarios occidentales. Ha resuelto así la vergüenza del correpasillos con el presidente norteamericano y el ninguneo durante años, pero nada más.

La Cumbre no da votos.Casi el 90% de los españoles se siente bien dentro de la Alianza Atlántica, y no atribuye a Sánchez la pertenencia. Es lo mismo que ocurrirá en el segundo semestre de 2023 cuando Sánchez intente vender desde la presidencia de turno de la UE que España es la vanguardia progresista continental. No cuela.

Nada de lo ocurrido en la Cumbre va a beneficiar a Sánchez, salvo en lo personal. Las decisiones tomadas como el ingreso de Finlandia y Suecia, la ampliación del número de destructores de EEUU en Rota, la inclusión de Ceuta y Melilla en el territorio OTAN, o la promesa de aumentar el presupuesto militar separa a Sánchez de sus socios políticos.

Podemos está en abierta oposición al Gobierno; es decir, a sí mismo, porque cree que es su única baza para no desaparecer. Cada vez que se abren las urnas los podemitas reciben una mala noticia. Su estrategia es que el electorado de la izquierda identifique al PSOE con la derecha con dos acusaciones: el militarismo y los pactos con el PP. Por eso los podemitas van a organizar jornadas y actos contra el aumento del gasto en Defensa, lo que permitirá toneladas de demagogia.

Los «morados» se opondrán a los Presupuestos de 2023 para que el PSOE llame a la puerta del PP, como ha hecho para la renovación del CGPJ o del Tribunal Constitucional. Incluso les vale que Sánchez hable con Ciudadanos porque esto aleja al PSOE de ERC y Bildu. Lo que está por ver es si el electorado de la izquierda castiga la moderación y premia la ideología vacía. Todo indica que es lo contrario, como se ha visto en Andalucía.

Esto va a coincidir con la presentación pública, una más, del proyecto de Yolanda Díaz, «Sumar», que contará con destacados «estadistas» como Lilith Verstringe, Irene Montero o Echenique. Y una semana después el Debate sobre el estado de la Nación, donde podremos ver hasta dónde llega el populismo comunista. Los podemitas están obligados a hacer mucho ruido contra el PSOE porque se la juegan en las elecciones de mayo de 2023. Si de esos comicios queda un mapa azul de España, Podemos desaparece porque el socialista se convertirá en el partido refugio de la izquierda.

En ese ruido contra el PSOE, Podemos se apoya en los aliados del sanchismo: ERC y Bildu, que abominan de la OTAN, de Estados Unidos y de todo lo que significa, como el pluralismo, el libre mercado y la democracia liberal. Esto quiere decir que la cumbre de la OTAN lejos de ser un beneficio político para el PSOE sanchista, es un perjuicio.

Las fotos y las sonrisas de Sánchez no ocultan la realidad cotidiana de la gente. La inflación se ha disparado en junio y alcanza el 10,2% pese a las medidas del Gobierno. Hemos vuelto a 1985 y puede ser peor porque se habla de que llegará al 15%, un dato histórico. ¿Qué le puede importar a la ciudadanía la foto con Biden si el carrito de la compra está más caro que nunca?

Esta crisis social no es porque haya un contubernio de fumadores de puros contra Sánchez, sino porque sus medidas económicas no funcionan. Eso lo sabe el Presidente, que está a otra cosa, a colocarse en un cargo internacional. De ahí que sus terminales mediáticas digan que Sánchez ya es un «actor global». La duda es si tomará ese cargo antes de la derrota en las elecciones generales o al día siguiente.