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Perfil

María Jesús Montero: una «fajadora» entre Gobierno y partido

Montero PlatónIlustración

Quienes bien la conocen dicen de ella que aguanta lo que le echen, afronta las contrariedades y practica eso de que la mejor defensa es un buen ataque. María Jesús Montero lo ha demostrado como ministra de Hacienda y Función Pública en unos debates broncos, muy agrios y tensos con la oposición, en especial con el PP, en el Congreso. Tal vez por ello Pedro Sánchez en su día recurrió a ella como portavoz del Gobierno, y ahora lo hace como número dos del PSOE. “Es una auténtica fajadora”, dicen en su entorno, dónde trabajan con la idea de que se mantenga como titular de Hacienda, al menos hasta la elaboración de las próximas cuentas públicas. De hecho, Montero llevará al próximo Consejo de Ministros el techo de gasto, previo a los Presupuestos Generales del Estado que deben entrar en la Cámara Baja el próximo mes de octubre. Hereda el puesto de Adriana Lastra como vicesecretaria general del PSOE, pero según fuentes socialistas con menos poder, dado que el control territorial lo mantendrá, por el momento y si Pedro Sánchez no decide lo contrario, el Secretario de Organización, el navarro Santos Cerdán. Al ser nueva portavoz la titular de Educación, Pilar Alegría, el papel de María Jesús Montero será, tal como quiere el presidente, de un cualificado enlace, un engranaje entre el gobierno y el partido.

Montero ha sido una delas ministras y diputadas más duras en los debates en el Congreso. En los últimos Presupuestos Generales del Estado afrontó unas sesiones broncas y tensas, en las que el entonces líder del PP, Pablo Casado, le reprochó los pactos con EH-Bildu y ella le replicó con la condena al partido por pagar en negro la reforma de su sede. Palabras gruesas, altisonantes, entre acusaciones de “hachazo impositivo”, “catastrazo” y “pistoleo fiscal”. Un duro cara a cara, en el que la andaluza le espetó a Casado: “Déjense de pistolas y sean capaces de aportar cosas constructivas a este presupuesto”. Fue uno de los debates más hoscos que se recuerdan, en el que Casado le imputó a Montero la desfachatez de hablar de pistolas cuando el gobierno pacta con quienes no reniegan de ochocientos asesinatos, veinticuatro víctimas del PP y catorce del PSOE. Pero la vorágine de la vida política es enorme, Pablo Casado ya no existe como líder del PP, María Jesús Montero sigue como ministra de Hacienda y ahora vicesecretaria general del PSOE, y EH-Bildu se consolida como uno de los más sólidos aliados del gobierno. Las maniobras de Pedro Sánchez para mantenerse en el poder a toda costa no conocen límites ni fronteras.

El milagro económico del PP está en la cárcel”, le soltó un día en el Congreso al grupo parlamentario popular esta andaluza resabiada, con desparpajo, criticada por su acento y modo de expresarse. “Chiqui”, “cariño” o “mi arma” son algunas expresiones utilizadas por Montero en sus debates con los diputados de la Cámara. “No seas cabezón”, le dijo un día a Pablo Iglesias en los pasillos del Congreso cuando siendo vicepresidente exigía cosas inasumibles. En su etapa como portavoz del Gobierno era también famosa por su lenguaje y frases de antología, aunque sus colaboradores aseguran que gana mucho en el terreno corto. “Trabajadora y empática”, dicen en su equipo. “Escasamente preparada para dirigir la Hacienda Pública”, opinan por el contrario en el PP, mientras recuerdan su nefasta gestión en la Junta de Andalucía, primero al frente de la Consejería de Salud con Manuel Chaves y José Antonio Griñán, y después en la de Hacienda y Administración Pública con Susana Díaz. Esta trayectoria hizo pensar a Pedro Sánchez en colocarla como lideresa tras el “susanismo”, pero finalmente se decantó por el Alcalde de Sevilla, Juan Espadas. Dicen que ella se olía la tostada y puso de perfil ante el ofrecimiento, sabedora de la debacle electoral que se avecinaba.

Médico e hija de profesores

María Jesús Montero Cuadrado nació en Triana, hija de dos profesores de escuela. Conocida entre familia y amigos como “Marisú”, militó en las Juventudes Comunistas y movimientos cristianos de base bajo la égida del sacerdote Manuel Mafrollet, párroco de una hermandad social-cristiana antifranquista. Licenciada en Medicina y Cirugía por la Universidad de Sevilla, nunca ejerció como médico y trabajó en la gestión sanitaria de los hospitales Virgen de Valme y Virgen del Rocío.

Llegó a la Junta de Andalucía de la mano de Manuel Chaves como viceconsejera de Salud y Bienestar Social, siendo luego titular con José Antonio Griñán y consejera de Hacienda con Susana Díaz. Diputada por Sevilla, tras el éxito de la moción de censura contra Mariano Rajoy fue elegida por Pedro Sánchez para ser ministra de Hacienda y Función Pública. Mujer de izquierdas se casó con Rafael Ibáñez, militante de Comisiones Obreras y actual gerente de la empresa municipal de la vivienda en Córdoba, dónde vive. Su matrimonio fue curioso, dado el ateísmo de él y las creencias religiosas de ella, les casó un párroco pero no en una iglesia, sino en un colegio concertado. La pareja está separada y tienen dos hijas que estudian en la Universidad de Sevilla.

A pesar de su aire desenfadado y su acento atropellado, “Cascarosa”, la llaman sus críticos, en su entorno aseguran que es una mujer culta, trabajadora y muy cercana con sus equipos, que adora la lectura y la ópera, en especial las arias de Puccini. Su estilo es algo anárquico, rebelde y heterodoxo, con una melena descuidada y rizada al viento. Apasionada de la moda a la última, le gusta lucir vestidos de vaporosos colores, blusones amplios y trajes de chaqueta sobre “tops” escotados. Muy celosa de su vida privada, mantiene buena relación con su ex marido y procura viajar todos los fines de semana a Sevilla para estar con sus dos hijas. Ahora, piensa fajarse duro con los partidos del bloque “Frankestein” que apoyan al Gobierno para sacar adelante los Presupuestos que, según ella, serán “los más justos de la historia y favorecen a todos”. Al mismo tiempo, habrá que ver como compagina su nueva responsabilidad en el partido con el ministerio de Hacienda, bajo una actividad frenética en la que deberá articular una mejor comunicación con Moncloa y, sobre todo, vender bien los logros del Ejecutivo. Fiel a su estilo de atacar como defensa, Montero quiere aprobar los nuevos Presupuestos del Estado, en consonancia con las medidas anunciadas por Pedro Sánchez en el Debate de la Nación, fuertemente criticadas por el PP de Alberto Núñez Feijóo y su nuevo equipo económico liderado por Juan Bravo. Pero la andaluza, sin pelos en la lengua, ya lanza una advertencia: “Al PP se le va a hacer eterno lo que queda de Legislatura”.