Memoria Histórica
La exhumación fallida de más de 100 navarros en el Valle de los Caídos
Las familias se llevaron en 1980 una «montonera» de huesos sin identificar
Además de la más mediática, que tuvo lugar el 24 de octubre de 2019 cuando se trasladaron los restos de Franco, en el Valle de los Caídos ha habido otras exhumaciones. La más reciente, en 1990, a causa de unas humedades que estaban dañando el techo de la sacristía de la basílica, por lo que hubo que intervenir en dos osarios superiores, aunque los restos se reubicaron en la propia basílica.
La anterior tuvo lugar en 1980, en época del Gobierno de UCD, cuando una comitiva de siete municipios de Navarra se personó en Cuelgamuros con la intención de recoger restos clasificados como «desconocidos», procedentes de diversos cementerios de esa provincia, «a fin de reintegrarlos a los lugares de donde fueron exhumados en su día» para ser enterrados en el recinto de la sierra de Guadarrama.
Así consta en un documento de la época con el sello de Patrimonio Nacional, en una operación promovida por el alcalde de San Adrián, José Antonio Ruiz Amatria, cuyo propio padre formaba parte de los finados que pretendían llevar de vuelta a su tierra. Eran «ciento y pico navarros», asegura Pablo Linares, presidente de la Asociación para la Defensa del Valle de los Caídos (ADVC). Porque las cifras varían, aunque el recuento más aproximado es de 133. «Contra todo pronóstico, la gestión dio sus frutos y Patrimonio aprobó la operación» después de que los interesados obtuvieran todos los permisos por parte de Sanidad, la autoridad religiosa y el propio Patrimonio Nacional, viéndose además «obligados a pagar todos los gastos, desde las cajas, hasta el mármol y las labores de carpintería».
Cuando llegaron en dos autocares y los responsables de actuar en las criptas procedieron a abrir el osario «vieron la montonera de huesos que era aquello y se decidió darles ‘los 133 primeros’ que hubiera para que se llevaran ‘lo que vienen buscando’», según el testimonio de Linares, cuidando al menos «que no se metieran dos cráneos en la misma caja», porque «se recogieron restos hasta con palas» y se apilaron en recipientes con capacidad hasta para 15 cuerpos.
A la vista del procedimiento seguido, la conclusión es que hay 133 familias de Navarra que piensan que sus deudos están enterrados en sus cementerios de origen, «cuando no es cierto», interviene el presidente de la ADVC y, en consecuencia, «hay otras 133 familias que creen que los restos de los suyos están en el Valle de los Caídos y en realidad se encuentran en Navarra».
¿Qué pruebas hay? Según Pablo Linares, «un informe alerta de que la apertura de los osarios se tiene que hacer sin la presencia de las familias» y el propio documento de entrega «advierte de las dudas sobre el estado de lo que van a recoger». Además, está «el testimonio de los empleados de Patrimonio Nacional que intervinieron en el proceso». El defensor del complejo de Cuelgamuros asegura haber «hablado con protagonistas directos. De los siete que firmaron el acta que daba fe de la actuación, el único que quedaba vivo no quiso pronunciarse», pero Linares le apremió con una sentencia aplastante: «¿No se da cuenta usted de que con su silencio me está dando la razón?». También existe el testimonio de «obreros que, lógicamente, no quisieron decir nada porque se buscaban un problema».
Para terminar de completar el embrollo, lo que en su día se llevaron a Navarra «procedería de un traslado que hubo de restos procedentes de Mondariz (Pontevedra), que en el momento de la apertura del osario donde se entendía que estaban los navarros eran los primeros que había allí. Así que por lógica, todo parece indicar que cuando se llevaron aquellos restos se trataba en realidad de gallegos y no navarros», apostilla Linares, que concluye con una advertencia: «Si se llegara a confirmar, la ADVC pediría la exhumación de los restos en Navarra y el cotejo con muestras de ADN de sus familiares».
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