Toni Bolaño

Un panal de rica miel

No sabemos quién tiene razón. La Fiscalía y el Defensor del Pueblo piden más material audiovisual a Interior. Desde el Ministerio se afirma que se ha entregado todo y lo que falta –para completar un relato cronológico de lo sucedido– es que no existe. Tampoco sabemos, ni sabremos, lo que sucedió en el lado marroquí porque su transparencia es más bien opaca. Lo que sí sabemos es que no ha existido una explicación completa por parte del ministro Grande-Marlaska.

Ese es el error del Gobierno. No explicar en detalle lo que acabó con 23 muertos. En política no puedes cerrar en falso un tema porque siempre vuelve. Y ahora ha vuelto por un reportaje periodístico de la cadena pública británica. Ciertamente, la actuación policial en Marruecos no fue ejemplar. En nuestro lado de la frontera, los medios fueron claramente insuficientes. Y los migrantes estaban perfectamente organizados para ejecutar un asalto –violento– en toda regla. No fue un asalto improvisado, ni mucho menos. De hecho, la Policía de Marruecos tuvo enfrentamientos el día anterior en los alrededores de Nador porque las informaciones apuntaban a un intento de saltar la valla. Muchos fueron rechazados en la frontera, en formulación de Interior, o sea, que fueron devueltos en caliente. Se dijo que algo más de 120. El informe preliminar del Defensor del Pueblo habla de 470.

De fondo, las nuevas relaciones con Marruecos, que han evitado nuevos episodios como el vivido en el mes de junio. En los montes de Nador ya no hay migrantes esperando su momento y el control policial es más exhaustivo. En conclusión, este es el nuevo escenario tras los acuerdos, tampoco suficientemente explicados.

Ahora, tras el documental de la BBC, el caso se ha reactivado. Volvemos al error. Sin explicaciones, los grupos políticos han encontrado su piedra filosofal para desgastar al Ejecutivo y han convertido a Marlaska en su objetivo. La petición: una comisión de investigación. Resultado: no servirá para nada y se limitará a una sucesión de monólogos para cargar las tintas pero sin resultados para dar respuesta al qué pasó. La oposición, después de estar en modo avión con algunos movimientos no estelares, ha encontrado el filón en un reportaje. Han encontrado la excusa que pone en evidencia que el tema dormía el sueño de los justos. Ha sido elevado a tema de primera línea porque tiene los ingredientes necesarios: poner a un ministro contra las cuerdas. No será el último, pero sí es reincidente.

Sorprende que ante el cariz de los acontecimientos, el ministro siga agazapado y no asuma un papel activo. Sorprende que un partido de Gobierno pida una comisión de investigación y que todos los socios acudan raudos al panal de rica miel, y el principal partido de la oposición, el PP, agite las aguas sin enseñar todas las cartas. Todas las miradas se dirigen a Feijóo, que sabe que no puede poner en cuestión la relación con Marruecos porque aspira a gobernar este país. ¿Qué hará? Dicen los que saben que no secundará la petición de comisión de la oposición y presentará la suya propia, lo que propiciará que no haya mayoría para llevarla adelante. Sin embargo, esta no es la cuestión. Lo importante es dar una respuesta a lo sucedido, tener un relato que aporte detalles. Lo sucedido no fue una casualidad y proteger las fronteras es una prioridad, pero también los derechos humanos. El Gobierno tiene la obligación de asumir la iniciativa y no actuar de forma reactiva para archivar un tema delicado. Y la oposición, esté en el Gobierno o fuera, tiene la obligación de actuar en busca de la verdad, no solo usar un caso como estilete.

El problema de fondo es que ni unos ni otros quieren llegar hasta el final. Unos, porque no pueden para no agriar la relación con Marruecos. Otros, porque tampoco quieren nada más allá de la algarada mediática. La Fiscalía y el Defensor del Pueblo están bastante solos en busca de la verdad, que empieza por averiguar quién instigó el ataque. Los 23 de Melilla siguen durmiendo el sueño de los justos.