Tribunal Constitucional
El señor de los poderes
El presidente del Gobierno insiste en cambiar las reglas del Tribunal Constitucional por la vía de urgencia, sin informes técnicos y sin apenas debate
Se nos ha acostumbrado el presidente a la monserga de los poderes. Cada vez que la oposición abre el pico, él responde con que lo hace al servicio de los poderes. Poderes ocultos, oscuros, negros, como se supone que deben ser todos los poderes, y no como él, que recibió a Soros en la Moncloa nada más tomar posesión del cargo, se supone que porque Soros es un pobre mendigo que no ejerce ningún tipo de poder en el mundo.
Algún día debería explicar por qué recibió a Soros en el despacho de presidente del Gobierno antes que a ninguna otra persona, personalidad o jefe de Estado. La realidad es que si a alguien le preguntan por Soros, lo más normal es que asocie su apellido a esos poderes ocultos de los que tanto habla Sánchez en sus intervenciones parlamentarias.
Como ayer tarde en el Senado, sin ir más lejos. Acusó a Feijóo de representar a «poderes empeñados en quitarle competencias al Parlamento». Canción que se repite, pues ya acusó al PP en otro momento de estar al servicio del poder de la banca, de las compañías energéticas, de los tribunales. Él se reúne con Soros y con el hijo de Soros, y le regala una millonada a Bill Gates, pero quien está al servicio del poder profundo que mueve los resortes del Estado es Feijóo. Un argumento tan recurrente como obsesivo para quien parece estar convencido de que todos son de la misma condición.
Pero no lo son. Sánchez y el gallego hablan lenguajes distintos. Tal vez esperaba el presidente a un Feijóo crecido por haberle derrotado en la batalla de las enmiendas del TC, pero se encontró al mismo líder de siempre, con su tono tranquilo habitual, tendiéndole la mano para que se apoye en los populares si quiere encontrar una salida constitucional a la actual crisis política. Crisis que no está motivada por ningún golpe de Estado, ni por un golpe togado, como dicen ciertos orates socialistas en encendidos discursos bolivarianos, sino por pretender la mayoría frankestein aplastar a la minoría incurriendo en el abuso de poder y la coacción a la Judicatura.
Y encima acusan al TC de impedir el debate parlamentario, cuando quienes han impedido el debate son los que querían y quieren aprobar leyes orgánicas por la puerta de atrás, sin informes técnicos, sin la opinión del Consejo de Estado, saltándose al CGPJ, por la vía de urgencia porque es urgente controlar el Tribunal Constitucional y poner allí a Conde Pumpido para que «legalice» con su voto doble, de calidad, los indultos, la derogación de la sedición, el abaratamiento de la malversación y la reforma de leyes orgánicas con criterios diferentes a los que marca la Carta Magna.
La verdad es que duele que te digan, como hizo ayer Feijóo dirigiéndose al presidente, que «el Sánchez de 2019 no votaría al Sánchez actual». Algo que en realidad es lo mismo que le espetó hace unos días Page: «Soy muy contrario a la decisión del Gobierno (sobre la sedición y la malversación), porque soy muy coherente con lo que escuchaba al Gobierno tiempo atrás». Y parecido a lo de Lambán, líder del socialismo aragonés: «Mejor le hubiera ido a España si Javier Fernández hubiera asumido la responsabilidad de secretario general» (del PSOE, en vez de Sánchez).
El resultado de la última encuesta del CIS, con dos puntos de castigo al PSOE por la última bronca política, es más que significativo. No es fácil que Tezanos le reste votos a Sánchez para dárselos a Feijóo. Cuando lo hace es porque el resultado del sondeo debe de ser aterrador, pese a las cifras maquilladas del paro y el IPC. Y aun así, el presidente del Gobierno insiste en cambiar las reglas del Tribunal Constitucional por la vía de urgencia, sin informes técnicos y sin apenas debate. Ojo porque la calle, el próximo 21 de enero, se va a poner caliente.
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