Referéndum

Sánchez da por concluida la «agenda catalana» y desprecia la independencia

El Gobierno aparca la «mesa de diálogo» con ERC

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante el balance de fin de año
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante el balance de fin de añoAlberto R. RoldánLa Razón

Pedro Sánchez presenta cada fin de año su tradicional balance de gestión. En esta ocasión y ante la inminencia de un 2023 de marcado tono electoral –con autonómicas, municipales y generales–, la vocación del Gobierno ha sido, más si cabe, despejar el horizonte de toda polémica o controversia que pueda contribuir a malograr sus expectativas en las urnas. Así se entiende el acelerón legislativo para aprobar, entre otras, las reformas de la sedición y la malversación, y el último giro de guion con el acuerdo en el CGPJ para renovar el Tribunal Constitucional. Los magistrados progresistas se descolgaron sorpresivamente ayer apoyando por unanimidad los candidatos propuestos por los conservadores para sortear el bloqueo de los últimos seis meses y apaciguar, también, las «urgencias» de los partidos que componen el Gobierno para impulsar una proposición de ley con el contenido de las enmiendas para renovar al TC que el propio tribunal de garantías paralizó la semana pasada.

Otra carpeta que Sánchez da por culminada es la catalana. Pese a que Moncloa ha desplegado durante toda la legislatura una «agenda para el reencuentro» jalonada de hitos, con importante coste político y electoral para el PSOE, como la concesión de los indultos a los líderes del «procés», la derogación de la sedición o el abaratamiento de la malversación; la Generalitat sigue insaciable en sus pretensiones. En el Ejecutivo genera un profundo malestar que cada gesto del Gobierno central para avanzar en la distensión reciba como respuesta un nuevo desaire de ERC, aunque encuadren esta actitud dentro del discurso de consumo interno de Esquerra de cara a su pugna con Junts por la hegemonía del espacio independentista. Sin embargo, en el Ejecutivo dan por cerrado este capítulo de cesiones al soberanismo y esto se apreció en el tono del propio Sánchez en respuesta a las últimas soflamas separatistas que se siguen emitiendo desde Cataluña.

El president Pere Aragonès utilizó su segundo mensaje navideño desde la Biblioteca Nacional de Cataluña el pasado lunes para lanzar dos avisos claros para 2023: exigirá al Gobierno de Pedro Sánchez otro 1-O mediante un Acuerdo de Claridad en la «mesa de diálogo»; y presumió de la reforma del Código Penal aprobada para derogar el delito de sedición, modificar la malversación y «mejorar la situación» de los encausados y condenados por el «procés», según sus palabras. «2023 debe ser el año de dar forma a la propuesta catalana de Acuerdo de Claridad» para que ofrezca «toda la fuerza y legitimidad interna para ser defendido ante el Estado como una propuesta de país», aseguró.

Preguntado por estas concretas palabras, Sánchez se mostró muy claro –como en anteriores ocasiones–, asegurando que «el “procés” ha acabado» y encuadrándolo en «debates del pasado». El jefe del Ejecutivo central recordó que, ni en la Constitución española, como en ninguna otra constitución, se reconoce el derecho a la independencia, por lo que despreció sus anhelos con estas palabras: «Podrán reclamar lo que quieran, pero no se va a producir». En este sentido, Sánchez trató de hacer pedagogía rememorando que, en la actualidad, la respuesta desde Europa se orienta hacia una mayor integración de la soberanía europea, por lo que «el independentismo como proyecto va contra los tiempos». La tendencia, dijo, «no es a compartimentar la soberanía, sino a compartir la soberanía».

Así, el presidente reivindicó su gestión de la cuestión catalana, un «problema que heredó» y advirtió sobre el alarmismo impostado de la derecha sobre esta cuestión. «Desde la moción de censura, primero con Casado y ahora con Feijóo, ¿cuántas veces se ha alertado sobre la celebración de un referéndum? Cuando la realidad es que los referéndums se celebraron bajo la Administración del PP. Cuatro años y no se ha hecho ninguna consulta», defendió Sánchez. El presidente sacó pecho sobre «las diferencias y distancias abismales» entre su manera y la del PP de resolver «este conflicto», «un conflicto que no se generó ayer, y que desde que está el PSOE en la Moncloa se cumple la Constitución en todos los territorios de nuestro país, también en Cataluña», dijo, apuntando inmediatamente: «Sería deseable que aquellos que pedían que se cumpliera la Constitución estando en el Gobierno y cumplan ahora también estando en la oposición».

Sin fecha ni agenda

Sánchez no ha confirmado si dejará sin efecto la «mesa de diálogo» para el próximo año, electoral, pese a que desde la Generalitat se vaya a poner de nuevo sobre el tapete las aspiraciones independentistas. Unas aspiraciones que el presidente no consideró «nada nuevo», porque en el citado foro «siempre han mantenido las mismas posiciones». Sánchez resolvió que la «mesa de diálogo» es una herramienta que «se ha demostrado útil» durante todo este tiempo. Sin embargo, fuentes gubernamentales sí reconocen en privado que no está prevista su celebración. No hay fecha ni agenda, pese a que el compromiso adquirido era que se hubiera celebrado una reunión a final de 2022 o inicios de 2023.

La foto con Aragonès y otros miembros de la Generalitat será contraproducente para líderes territoriales socialistas y un Gobierno que se centrará en hacer pedagogía sobre la economía y desplazará de la agenda las cuestiones ideológicas. Una dosis de recuerdo de las cesiones que se han ido realizando durante toda la legislatura. No obstante, en Moncloa están dispuestos a exprimir al máximo el cambio de contexto –político y social– en Cataluña –«está hoy mucho mejor que en 2017»–, porque consideran que la gestión de Sánchez ha sido decisiva para este cambio y lo utilizarán como «un activo electoral» de cara a la campaña. Entre los objetivos que Sánchez se planteó en la investidura estaba la «cohesión social y territorial» y considera que esta empresa está bien cumplida.