Toni Bolaño

Velando armas en 2023

2022 ha sido un año donde los enfrentamientos han ido más allá de la dialéctica tradicional y han evidenciado que se han roto todos los puentes de diálogo

Tres mujeres caminan frente a la lona que han colgado las juventudes del PP en las inmediaciones de la sede del Partido Socialista
Tres mujeres caminan frente a la lona que han colgado las juventudes del PP en las inmediaciones de la sede del Partido SocialistaEduardo ParraEuropa Press

Guerra de Ucrania con ataques masivos a las infraestructuras eléctricas ucranianas; el covid19 tiene una reaparición estelar en China tras el fracaso del riesgo cero, la apertura de fronteras y la más que mejorable vacuna china; Benedicto XVI está estable pero que su sucesor pida oraciones por él vaticina lo peor; el Euribor pone de los nervios al personal que debe hacer frente a su hipoteca escalando al 3%, aunque la economía goza de buena salud con crecimientos del 5% y una inflación que ha bajado su presión a excepción de los alimentos; la guerra judicial no ha acabado a tenor de las palabras de Feijóo y promete más capítulos vergonzantes atizados desde Génova 13; y los asesinatos de violencia machista han repuntado, aunque la ultraderecha los sigue negando, y los chavales jóvenes están hasta el gorro de que los señalen como presuntos violadores y maltratadores solo por ser hombres y heterosexuales, mientras las cifras nos muestran que algo hacemos mal porque el 15% de los jóvenes entre 18 y 21 años consideran que pegar en una pelea, insultar o controlar a tu pareja en las redes es normal.

Poco nuevo bajo el sol. En España después de escuchar a Feijóo y a Sánchez las espadas están en alto prestas para entrar en duelo. Casado ya no está en Génova 13 pero como si estuviera porque Feijóo va a mantener la misma tensión contra el Gobierno. Nada de cambiar las formas. Es más, se acusa a Pedro Sánchez de que el PP no cambie de actitud. La cercanía de las elecciones municipales y autonómicas no ayudan a bajar el nivel de crispación y la guerra judicial como en las series mantendrá el cartel de continuará. En materia económica, tampoco el Gobierno puede esperar nada de la oposición que está anclada en su país de enfadaditos. Ahora no hemos escuchado una palabra por el incremento de las pensiones, pero sí que las medidas adoptadas se han quedado cortas. El problema es que fueren cuales fueren esas medidas siempre se quedarán cortas para un PP que sigue cuestionando la legitimidad del Gobierno, la legitimidad de la Constitución para hacer los cambios necesarios, y obligados, en el poder judicial y que patrimonializa a España como si fuera una finca de su propiedad. A su juicio, el PSOE no puede elegir a los socios y menos si estos son comunistas, independentistas catalanes o filoetarras, un lenguaje que mantiene Feijóo que sigue mirando a su ultraderecha que está herida, pero no liquidada. Vox, en pocas palabras, no es Ciudadanos que está tocando sus últimos acordes muy parecidos al réquiem de Mozart.

En definitiva, 2022 ha sido un año donde los enfrentamientos han ido más allá de la dialéctica tradicional y han evidenciado que se han roto todos los puentes de diálogo porque en 2023 se dilucida casi casi el fin del mundo con un proceso electoral. Los partidos están velando armas manteniendo una estrategia sangrante de enfrentamiento cainita y poniendo a sus peones al frente de sus huestes en municipios y comunidades. En todas tenemos ya candidatos dispuestos a todo porque cada batalla es importante para el resultado final. ¿En todas las plazas? En todas no. El PP sigue sin encontrar su mirlo blanco en Barcelona. Todo parece apuntar que el que fuera presidente del PP catalán y defenestrado de malas maneras por el PP catalán, y ahora jefe de gabinete del candidato valenciano, Carlos Mazón, volverá a regañadientes a su tierra. Daniel Sirera parece ser el designado pero a cinco meses de las municipales en Barcelona, nada más y nada menos, el PP tiene la casa por barrer y Sirera no ha sido presentado como candidato. Quizá Feijóo tiene más oposición de la que parece para designarlo.García Albiol, el único candidato del PP con posibilidades en Cataluña, en su Badalona, ha limpiado las siglas del partido. No es que aparezcan disimuladas en la precampaña. Es que simplemente no aparecen. En el resto de España, todos están velando armas buscando el cuerpo a cuerpo y matando el sano debate.