Moncloa

Lo que no te cuenta Yolanda Díaz en sus mítines

Cuando la vicepresidenta coge el micrófono en los actos de Sumar uno no sabe si está en la charla de una coach de autoayuda o en el último show de mentalismo de Anthony Blake

Tienen algo de hipnótico los actos con los que Yolanda Díaz está presentando el partido con el que aspira a concurrir a las elecciones generales. El invento de la dirigente comunista se llama Sumar, aunque su denominación apócrifa podría ser «la plataforma con la que quiero hundir a Podemos porque no soporto a Montero y a Belarra». El escenario es similar, da igual la ciudad: auditorios llenos, cinco o seis sillas sobre las tablas con gente que nadie conoce y, en el centro, la vicepresidenta. Colgado en el armario de su casa el outfit de «fashionaria» que luce en sus reuniones con empresarios o en los saraos de la gente del cine, se presenta ante el pueblo llano en vaqueros y deportivas. Al escuchar al resto de participantes, escribe esmeradas notas en un cuaderno, asiente, mira al horizonte y entorna mucho los ojos, como a medio camino entre la miopía y la pose exagerada de una obra de teatro de fin de curso.

Cuando Yolanda coge el micrófono, el cóctel no mejora en exceso y uno no sabe si está en la charla «Descubre tu talento» de una coach de autoayuda o en el último show de mentalismo de Anthony Blake. Habla bajito y despacio, como el que desconfía de que su oyente pueda entender argumentos medianamente sofisticados. Díaz propugna la paz entre los pueblos y la justicia universal.

Pero creo que no cuenta algunas cosas. Como que apoya la celebración de un referéndum ilegal en Cataluña. Tampoco me imagino a la abogada laboralista tirar de hemeroteca para recordar sus loas no tan lejanas, de 2012, al dictador Chávez («el más digno libertador»). Pasa por alto que Sumar es fundamentalmente un proyecto personal que se asienta en la traición a aquellos sin los que jamás hubiera llegado al Consejo de Ministros.

Podría contar, pero creo que no lo hace, que su sintonía son Sánchez es perfecta porque la egolatría les conecta, que en la primera aventura electoral que amadrinó, en Galicia, sacó cero diputados y que, precisamente por eso, no presentará Sumar a las municipales ante el temor a quemarse antes de ver colgado su cartel como candidata a presidenta. Aguantará hasta entonces su burbuja, ungida por el CIS y venerada por su corte de tertulianos.