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Alerta roja diplomática entre Mariano Rajoy y Nicolás Maduro

La Razón
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La expedición de opositores cubanos que llega hoy a Madrid no va a encontrar las aguas tranquilas, diplomáticamente hablando, entre España y Venezuela. Durante esta semana se ha producido un nuevo capítulo en la larga serie de desencuentros entre ambos gobiernos.

El detonante de la crisis fue una resolución del Congreso de los Diputados en la que se pedía que el Gobierno de Venezuela respetara los Derechos Humanos y en la que se hacía referencia a la necesidad de liberar a los presos políticos que actualmente se encuentran detenidos en prisiones militares, particularmente al dirigente del partido Voluntad Popular, Leopoldo López, y a los alcaldes Antonio Ledezna y Daniel Ceballos.

Nicolás Maduro, en una intervención retransmitida por la televisión estatal venezolana, tomó como excusa la resolución del Congreso para lanzar una de las soflamas que ya hicieran famoso a su antecesor al frente del régimen bolivariano, Hugo Chavez. Concretamente, Maduro acusó a Mariano Rajoy «de estar detrás de todas las maniobras contra Venezuela, de todas las asquerosidades contra la patria de Bolívar». Sin embargo, el tono de la perorata del presidente venezolano superó al habitual en este tipo de ataques, por lo demás destinados principalmente al consumo mediático interno en un país en el que diariamente se padece escasez de productos de primera necesidad y, por lo tanto, se hace necesario buscar enemigos fuera de Venezuela para desviar la atención de los problemas internos.

Además, Maduro insultó personalmente al presidente español en dos ocasiones al llamarle «rajado» y «racista». Habitualmente el Gobierno suele no dar demasiada importancia a los exabruptos del presidente venezolano, consciente de que numerosas empresas españolas cuentan con una significativa implantación en este país y sus intereses podrían verse perjudicados si se diera una vigorosa respuesta. Sin embargo, esta vez el tono de las declaraciones de Maduro no podía quedar sin respuesta por lo que el Ministerio de Exteriores convocó al embajador de Venezuela en Madrid, Mario Isea. En una reunión de cinco minutos que tuvo lugar en la mañana del miércoles, el director general para Iberoamérica, Pablo Gómez Olea, transmitió al diplomático venezolano el «malestar y el rechazo» del Gobierno de España por «las intolerables declaraciones, insultos y amenazas proferidas por el presidente Maduro». En apenas unas horas la Cancillería venezolana hacía lo propio y el embajador español en Caracas, Antonio Pérez-Hernández y Torra, repetía el papel interpretado por Isea en Madrid.

Pero a buen seguro este intercambio de gestos diplomáticos no cerrará el asunto. A lo largo de la semana próxima se conocerá el alcance de las «medidas y decisiones» del Gobierno bolivariano anunciadas por Maduro ya que, como él mismo dijo: «Venezuela no se va a dejar agredir por las Cortes de España ni por mil cortes que vengan de Madrid».