El desafío independentista
CDR: El "comando"de los 400 por la independencia
Nacieron para hacer posible la votación del 1-O y sus actuaciones han ido subiendo de intensidad y violencia.
Nacieron para hacer posible la votación del 1-O y sus actuaciones han ido subiendo de intensidad y violencia.
«Los CDR en red organizamos el poder popular. Hoy mañana y hasta que seamos libres: Yo soy CDR».
Así respondieron ayer los Comités de Defensa de la República a la operación de la Guardia Civil que se saldó con nueve detenidos. Un mensaje que deja entrever algunos trazos de su organización: son anárquicos, asamblearios, no hay cabezas visibles y llaman a la movilización a través de las redes sociales. No existe afiliación y cualquiera puede ser CDR.
Pese a su estructura horizontal ¿qué son y cómo se organizan? Los autodenominados Comités de Defensa de la República nacieron antes de la Declaración Unilateral de Independencia del 27 de octubre. Concretamente, se formaron a finales de septiembre, entre los registros de la Guardia Civil en la Consejería de Economía el 20 de septiembre y la víspera del 1 de octubre. Bajo el nombre de Comités de Defensa del Referéndum, su propósito no era otro que organizarse para acudir a los colegios electorales, mantener los centros abiertos ante la presencia policial y posibilitar la celebración del 1-O.
En un claro guiño a los Comités de Defensa de la Revolución Cubana, su nombre mutó poco después, cuando el proceso soberanista estalló con la DUI del 27 de octubre y la posterior aplicación del 155. Aquí empezaron sus primeras protestas, organizadas a través de aplicaciones Telegram y difundidas en las redes sociales, con perfiles oficiales en Twitter. Mantuvieron las siglas y comenzaron a expandirse.
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Vinculados inicialmente a las juventudes de la CUP (Arran y Endavant), su influencia va mucho más allá de la formación antisistema, es transversal y abarca asociaciones de otros partidos y fuerzas soberanistas. De la izquierda anticapitalista al independentismo más ideológico, todo cabe bajo su paraguas. No son homogéneos (hay de 10 personas a 200) y muchos están formados por asociaciones de vecinos, movimientos sociales, entidades vinculadas al independentismo y militantes, aunque la mayoría de las personas que forman parte de un CDR no tienen más afiliación que pertenecer a uno de ellos. A nivel local es donde han surgido los grupúsculos más radicalizados, autoorganizados y con el objetivo de crear un clima de tensión permanente en la calle al margen de los partidos convencionales y las instituciones. De hecho, han rodeado e intentado asaltar el propio Parlament.
Cuantificar cuántos hay resulta difícil: se organizan por todo el territorio, y se calcula que podría haber más de 400, algunos incluso fuera de Cataluña y en el extranjero. Por ejemplo, hay inscritos en Córdoba o Palma de Mallorca, además de CDR en París, Berlín, Londres o Miami.
En las grandes ciudades, por ejemplo en Barcelona, se agrupan por barrios. Sobre su estructura, se reúnen siempre a nivel local, en asambleas donde toman las decisiones por municipios y coordinan las acciones a seguir en todo el territorio. Cada CDR es independiente de los demás, aunque están en contacto permanente y se coordinan.
Sus primeras protestas empezaron a raíz de los «paros de país» de octubre y noviembre de 2017. Sin embargo, las más sonadas se produjeron hace justo un año, coincidiendo con la celebración del primer aniversario del 1-O. Entonces y de forma coordinada, llamaron al boicot, cortaron las vías del AVE y varias autopistas. En diciembre, protagonizaron un asedio al Consejo de Ministros que el Gobierno de Pedro Sánchez trasladó a Barcelona. Y las visitas del Rey Felipe VI también están en su punto de mira.
Ayer organizaron manifestaciones en decenas de localidades catalanas y advirtieron: «Empieza la revuelta».
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