Tomás Gómez
Controlar el PSOE
Sánchez abandona las aspiraciones de que el bloque que le dio la investidura logre la mayoría necesaria
El objetivo de Sánchez no es ganar las elecciones, sino mantener su control sobre el PSOE. Es la única conclusión que se puede obtener de sus movimientos desde el 28-M. La primera ficha que usó fue adelantar elecciones, evitando toda posibilidad de análisis y reflexión sobre las razones por las que los ciudadanos retiraron su apoyo al PSOE. De hecho, el 23-J y las especulaciones sobre los resultados han ocupado toda la información política, eclipsando el análisis sobre por qué Sánchez recibió el castigo de los ciudadanos. No parece razonable que tome una decisión de esa envergadura sin debatir las causas de la debacle socialista, de cara a afrontar el siguiente proceso electoral. Sin duda, la idea de evitar cualquier opinión crítica primó.
El segundo movimiento fue su intervención en el grupo parlamentario. Los diputados y senadores ovacionando a quien ha llevado a la derrota sin paliativos al PSOE era el contexto. El contenido, un discurso marcadamente interno, leído y de arenga en el que dibujó solo dos lugares: con Sánchez o contra el PSOE. En una batería de declaraciones, el entorno del líder socialista ha dejado clara la nueva estrategia: intentar captar a los votantes de Sumar y Podemos, lo que supone un cambio de 180 grados respecto a la de apoyar la opción de Yolanda Díaz que venía practicando.
El asunto de los seis debates con Feijóo refuerza esa idea, en un intento de centrar la campaña entre PP y PSOE. Así parece que Sánchez abandona las aspiraciones de que el bloque que le dio la investidura logre la mayoría necesaria. Blindará las listas, de manera que, en el grupo parlamentario, no haya fisuras ocurra lo que ocurra. Para el partido tiene otro plan similar.
Todo lo que ha hecho es propio del aspirante que está en la oposición, que se sabe derrotado e intenta agarrarse al sillón y no del gobernante que ostenta el poder. Su objetivo es desesperado, intentar que la distancia con el PP sea tal que le permita mantenerse al frente del PSOE sin atisbo de agitación interna. Pero no podrá evitar que, tras el 23-J, se produzca el debate en el PSOE que no ha existido ahora.
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