Política

Cataluña

Desde Brasil

La Razón
La RazónLa Razón

Leo que Mas habla en Brasil sobre las diferencias entre Cataluña y el resto de España. Extraña el lugar. En São Paulo el viajero se pregunta por qué el sur de Brasil no es independiente. La respuesta es: los brasileños saben la importancia de pertenecer a uno «dos maiores paises do mundo», conscientes de lo que aporta la dimensión. Hay que reconocer a los portugueses su capacidad de construir lo que primero fue un imperio y luego una gran república unida al otro lado el Atlántico. Pero aparte del lugar, hay otros argumentos para discrepar:

1. Las cifras que maneja la Generalitat, como cualquier dictamen de parte, están sesgadas. El primer sesgo es diferenciar entre Estado español y Cataluña: la una es parte del otro. El president hace meses anunció una colisión entre estos dos barcos. Imposible, porque son uno solo. Si se quiere la metáfora más fina: son el mismo tren en la misma vía. Su final es llegar a una buena estación juntos o descarrilar juntos. Cosas que ya ocurrieron en su historia común. Además, por encima de la política, los españoles (catalanes incluidos) nos queremos, tenemos fuertes lazos familiares y culturales en nuestro ADN.

2. El hipotético desfase entre lo que Cataluña aporta a las arcas comunes (sí, comunes) y lo que recibe de ellas es discutible. Si se cuenta todo, seguridad social incluida (con jubilaciones) las transferencias, según algún experto, fueron en 2010 de 4.015 millones de euros a favor de Cataluña. El conseller de Hacienda lo desmiente y opina que fueron 16.000 a su favor. Lo hace por la misma razón que otros expertos desmienten sus cálculos: depende de los criterios utilizados. Decía un viejo profesor de estadística: los números convenientemente torturados dicen lo que quieras.

3. Cataluña vende mucho al resto de España. Sin este mercado su industria sufriría y no podría exportar, al carecer de las economías de escala que ahora le aporta ese mercado.

4. Las crifras que maneja la Generalitat de que la crisis económica trae desafección de los ciudadanos. No sólo con el Gobierno central, también con los que gobiernan otras estancias del Estado. ¡Qué se lo digan a él con los últimos resultados de su formación política en las urnas y lo que le dicen las encuestas, con CiU en decadencia!

En conclusión, si no quiere desafección hay que resolver la economía. Entonces, los catalanes querrán más a Mas.