Sentido común

Dictadorzuelo

Es miserable que se acuse de atacar la democracia a quienes defienden el Estado de derecho y están en contra de que se amnistíe a quienes sí atacaron la democracia

Un hombre con un cartel durante una concentración en contra de la amnistía, frente a la sede del PSOE en la calle Ferraz, a 8 de noviembre de 2023, en Madrid (España). Ya son varias las jornadas en las que los manifestantes se han organizado a través de redes sociales y se han mostrado opuestos al pacto de los socialistas con ERC que incluye, entre otras medidas, una ley de amnistía que favorecería a los procesados del 'procés' catalán, el traspaso de las competencias de Rodalíes o la condon...
Nueva concentración contra la amnistía en FerrazMatias ChiofaloEuropa Press

Decir que las protestas en Ferraz, delante de la sede del PSOE, son contra la democracia y no contra Sánchez, es el absurdo elevado a la máxima potencia para negar la realidad, a no ser que fuera la señora Democracia y no Sánchez quien estuviera negociando con el fugado Puigdemont la investidura y la ley de amnistía.

Con estos parámetros sanchistas de lo que es una democracia, esta Democracia no defendería la soberanía del pueblo y el derecho de este a elegir y controlar a sus gobernantes. Sería una democracia de soberanía catalana y de objetivos particulares, los de Sánchez. Lo más llamativo de esta Democracia es su singularidad, al estar encarnada en lo mejorcito, altruista y más representativo de nuestro país: Puigdemont, Aragonés, Santos Cerdán, Junqueras y Otegi. Los trotamúsicos de Sánchez.

No es Santos Cerdán quien viaja a Bruselas a negociar con el fugado Puigdemont la amnistía, la condonación de la deuda y el traspaso de Cercanías. Es la mismísima Democracia la que viaja y negocia. Como se entere Puigdemont que está tratando con la mismísima Democracia, es capaz de pedir la anexión de La Rioja, Aragón, Valencia y Baleares, o de exigir el dinero recaudado por IRPF en todo el Estado para la convivencia y la creación de puentes de diálogo.

Al margen de los actos violentos provocados por los ultras, actos que deben ser condenados, es miserable que se acuse de atacar a la democracia a quienes defienden el Estado de derecho y están en contra de que se amnistíe a quienes sí atacaron la democracia. Extender la provocación de los ultras, que no dejan de ser unos antisistema, al PP, que ha demostrado el civismo es su máxima expresión, al ser capaz de convocar a miles de personas sin ocasionar ningún altercado, es algo típico de un dictadorzuelo incapaz de convencer.