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El diputado más icónico de la España rural: tiene 1.000 ovejas y es alcalde de su pueblo
Herminio Sancho ostenta la vara de mando de Mezquita de Jarque desde 2007 y combina la política con la ganadería
El sector primario y la España rural no atraviesan su mejor momento actualmente. Tanto la ganadería y la agricultura, acosadas por el encarecimiento de precios (energía, piensos...), como las zonas interiores de nuestro país, cada vez más despobladas, han entrado en una espiral negativa que requieren de de un vuelco profundo para revitalizarlas. En este sentido, frente a los chubascos que se ciernen por ambos frentes, brilla la esperanza de figuras como Herminio Sancho (1966), alcalde del pequeño pueblo de Mezquita de Jarque (Teruel) y diputado del PSOE en el Congreso, que no se resigna y lucha por fortalecer al sector primario y por combatir la despoblación palmo a palmo.
La implicación de Sancho en la defensa del sector primario y en la lucha contra la despoblación viene de lejos: él mismo se define por su involucración en organizaciones agrarias, como UAGA, a pesar de que está afiliado al PSOE desde finales de los 90. Su salto a la primera línea política (Cortes de Aragón, en 2015, y Congreso, en 2019) es posterior a su paso por UAGA. «El sector quería que diera el salto a la política y me pidió que fuera diputado en las Cortes de Aragón», explica. Sin embargo, desde mucho antes, desde 2007, se desempeña como alcalde de su pueblo, una localidad con tan solo 84 habitantes y acosada por la mala tendencia demográfica que recorre la España interior.
Lejos de dejarse llevar por las tentaciones de la primera línea política, Sancho ha prometido lealtad al pueblo. «A mí no me gusta ese concepto de España Vaciada. La España Vaciada es la que se ha ido, yo me quedo en mi pueblo. Viviré siempre en Mezquita, no me voy a ir a vivir a Madrid», señala el alcalde socialista, en conversación con este diario.
El alcalde y diputado socialista ha entregado prácticamente toda su vida a la agricultura, la ganadería y a su pueblo porque tampoco tenía más remedio porque proviene de « una familia humilde»: tanto es así que renunció a los estudios pese a las becas que le ofrecían en el Seminario de los Mercedarios de Reus por sus buenas notas y por su talento para el atletismo y tuvo que regresar a Mezquita del Jarque para poder ayudar a sus padres. Terminó tercero de BUP y volvió al pueblo para atender el ganado y las tierras que sembraban sus padres. «Éramos de familia muy humilde, no se podía permitir estudiar», explica Sancho.
Por tanto, desde bien joven (con paréntesis para hacer cursos sobre bienestar animal o agricultura), Sancho ha estado involucrado en el sector primario: ahora mismo, junto a su mujer y uno de sus tres hijos, tienen terrenos sembrados de trigo (mayoritariamente), avena o girasoles, y tienen casi mil ovejas. Sancho muestra sus preferencias: «Soy más ovejero que agricultor. No puedo ver el pueblo sin ovejas. El día que se quede sin ovejas lloraría mucho», expone, aunque ya advierte que solo se ha quedado él en el pueblo porque hay muchos ganaderos que han tenido que dejarlo porque no les es rentable.
A pesar de ejercer como diputado, Sancho tampoco descuida las ovejas. «Siempre que tengo algún hueco, echo una mano a mi familia, con el ganado o con el tractor. De hecho, estoy pagando la seguridad social agraria», explica. La empresa, comandada por él y su mujer, también cuenta con otros dos empleados y uno de ellos se encarga de hacer la función de pastor, de sacar las ovejas en un pueblo que está situado a 1.300 metros de altitud. «La ganadería extensiva implica mucha sujeción», explica, antes de subrayar que todo su rebaño es puro de rasa aragonesa.
Se ha quedado solo con las ovejas, nadando contra viento y marea. Igual que hace con el pueblo, donde se resiste a que se despueble del todo a pesar de la mala tendencia demográfica. «Lo que hay que hacer en un pueblo es generar lo que sea necesario para que la gente no tenga excusa para marcharse. Lo más importante es tener vivienda disponible, hoy tenemos cinco pisos de alquiler social», explica. A su juicio, lo primero es la vivienda; lo segundo, la conectividad; y, lo tercero, disponibilidad para la educación de los 0 a los 16 años. «Y hemos conseguido las tres cosas», celebra, ya que la guardería (0-3 años) está en el pueblo y tiene en torno a diez niños, y en la localidad de al lado (a tres kilómetros) se imparte primaria y secundaria, pero el Ayuntamiento ha puesto una furgoneta para transportar a los alumnos.
«Ahora hay una niña pequeña, hay un matrimonio que está haciendo una vivienda», reivindica. Lo cierto es que Sancho también ha conseguido que haya médico y farmacia más de la mitad de los días de la semana, otro servicio público básico. Además de lo básico, el alcalde también ha puesto en marcha un gimnasio con monitor, una actividad cada vez más demandada socialmente en toda España (sobre todo, entre los jóvenes).
El pueblo se nutrió mucho de la actividad minera y, cuando empezó a declinar en los años 80, fue perdiendo población. También sufrió el duro impacto del cierre de una central térmica en los 90. Ahora, gracias al «boom» de las renovables que hay en Aragón, podría remontar: ya hay un matrimonio que se ha instalado allí gracias a un proyecto de renovables que se ha puesto en marcha.
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