Ignacio Gragera
El Butragueño de Badajoz que dejó el rugby por la alcaldía
Ignacio Gragera, «Peli», practica la política de calle. Fichó por el PP y quiere liderar desde Extremadura la igualdad territorial
De niño le llaman «Butragueño» por un parecido razonable que le hizo querer ser futbolista, «como casi todos los niños» para parecerse a quien le dio «tantas alegrías cuando jugaba». Pero a sus 15 años se decantó por otro deporte. Jugó al rugby hasta que una lesión antes de la pandemia lo impidió. «Me partí el brazo y ese fue mi último partido». Sin embargo, asegura que en eso no existen los exjugadores y promete que «volverá».
Ahora se mueve en el terreno de la política municipal y cambió el «oval» por el bastón de mando donde ha gobernado dos años en coalición en un «dos + dos» en alternancia con el PP, con medidas compartidas. «Hemos hecho muchas cosas para la ciudad en estos cuatro años». Pero, asegura, los valores que aprendió en el rugby los aplica en todos los terrenos de juego: «El trabajo en equipo, la honestidad, el sacrificio que supone golpearse una y otra vez para avanzar un metro, eso es el abc del rugby que también aplico a mi vida».
"Lidero la candidatura con ganas de ganar para poder gobernar"
Siempre le gustó la política y fue por 2015-2016 cuando comenzó a sentirse interesado en ella, aunque no dio el paso porque «había un grupo de personas en Cs que no gozaban de mi confianza». Fue más tarde cuando se involucra en dicha formación. «La rebeldía que uno tiene cuando se es más joven quise plasmarla en la parte política». Y, tras vestir la camiseta naranja, fue fichado por el equipo azul. Una llamada de la presidenta del PP de Extremadura, María Guardiola y otra de Génova invitándole a formar parte del proyecto de Feijóo le llevó a aceptar la propuesta. «Participé en Ciudadanos con un lema que era con Sánchez, no. Dejé de sentirme representado por Cs y sí por el proyecto de Feijóo», apunta. Fue fruto de una «meditación» y dio el paso con ilusión y al ver que había sido reconocida su labor en el Ayuntamiento pacense lo que le impulsó a «aceptar esa generosísima propuesta del PP. Y aquí estamos, liderando la candidatura, con ganas de ganar las elecciones para poder gobernar y ser parte del proyecto de María -Guardiola- en Extremadura y del de Feijóo».
Y entre los retos que se pone por delante están impulsar el núcleo empresarial, que Badajoz sea una ciudad que mire a los puertos portugueses, cuidar más los espacios públicos y hacerlos más accesibles, exigir y reivindicar que «nuestro río reciba las inversiones que tiene pendiente porque sufrimos una especie invasora que es el Nenúfar mejicano que nos está comiendo el río», intentar liderar desde Extremadura «la igualdad territorial y la cohesión que propugna Alberto Núñez Feijóo».
También recuerda que ese tren, el de Extremadura, nunca llega a tiempo «nos hace no ser todo lo competitivos que pudiéramos ser. No es cuestión ya de distancia sino de tiempo, de no estar en los sitios y nos hace estar enfadados con el tratamiento que ha hecho el Gobierno con esas infraestructuras que ha supuesto el AVE y con lo que ha intentado engañarnos y trasladar al resto de España que habían hecho cosas que no habían hecho». Y es que Badajoz es la parada final de ese trayecto «una muestra más de la desigualdad territorial que vive Extremadura».
Durante la campaña ha vivido ya momentos «especiales», ese en el que su hija, de dos años, de camino a la guardería le reconoce en los carteles que hay en la avenida y empieza a gritar: «¡Papi, papi, papi!». «No se entera mucho, pero cuando me ve en los carteles me mira, se ríe, se emociona y le hace gracia».
Si no hubiera estado en política Gragera seguiría ejerciendo la abogacía, en su despacho, «donde estuve desde que acabé la carrera y donde estaré cuando me jubile».
Ahora es un candidato que se le ve venir de lejos. Los vecinos y todo el mundo le llama «peli», por pelirrojo, y el trayecto que antes hacía andando en 15 minutos ahora lo recorre en más de una hora mientras se para a hablar con los pacenses que le trasladan sus peticiones e incluso quejas porque, dice, está a su servicio. «Paso corto y mirada larga» es el consejo que le dio un día su padre, el «no tener prisa y tener en el foco siempre mejorar». «Estamos siempre en la calle haciendo política de cercanía». No es supersticioso, pero conserva el romero que le dio una murga este carnaval para desearle la buenaventura.
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