Pequeño Nicolás

El «agente secreto» que se reunía en Vips y Casa Lucio

El «agente secreto» que se reunía en Vips y Casa Lucio. Simulaba llamadas de la vicepresidenta y del Rey durante las reuniones. «Me prometió una subvención y una sede nueva si no acusaba a la Infanta»

La tarjeta de visita de Francisco Nicolás.Los presidentes de la CEOE y de la patronal madrileña, Juan Rosell y Arturo Fernández, respectivamente; el líder de UGT, Cándido Méndez, y el dimitido José Ricardo Martínez, ex secretario del sindicato en Madrid, eran algunos de los que integraban su colección.
La tarjeta de visita de Francisco Nicolás.Los presidentes de la CEOE y de la patronal madrileña, Juan Rosell y Arturo Fernández, respectivamente; el líder de UGT, Cándido Méndez, y el dimitido José Ricardo Martínez, ex secretario del sindicato en Madrid, eran algunos de los que integraban su colección.larazon

El presidente de Manos Limpias, Miguel Bernad, relata a LA RAZÓN sus citas con «el pequeño Nicolás» durante tres meses hasta que fue detenido

En un lugar tan poco discreto como el Vips de la madrileña calle Serrano, Francisco Nicolás Gómez Iglesias, «el pequeño Nicolás» a su pesar, pone los primeros cimientos, una mañana de principios del pasado julio, de la misión que pretende llevar a cabo a toda costa: evitar que la Infanta Cristina se siente en el banquillo por el «caso Nóos». Allí acude a mediodía el presidente del sindicato Manos Limpias, de quien depende que finalmente la hermana del Rey sea juzgada. No conoce de nada a Gómez Iglesias. No le ha visto en su vida. «Me había llamado por teléfono Juan Munguira, que se presentó como asesor de la Comisión Nacional del Mercado de Valores, para que nos viésemos y me citó en el Vips. Me comentó que me iba a presentar a una persona de confianza de la vicepresidenta del Gobierno y de la Casa Real», recuerda Miguel Bernad.

Bernad, que acaba de rechazar un cara a cara televisivo con «el pequeño Nicolás» –«lo que tenga que decir a partir de ahora sobre este asunto lo diré en los juzgados»–, detalla para LA RAZÓN su relación con Gómez Iglesias durante tres meses (hasta su detención el pasado 14 de octubre) y la docena de encuentros que mantuvo con él desde esa mañana de julio en un céntrico local de la conocida cadena de restaurantes.

El supuesto agente secreto anteriormente conocido como Fran se había interesado por la forma de contactar con Manos Limpias en los mentideros de la conferencia que impartió en Madrid, el pasado 24 de junio, el alcalde de Miami, Tomás Regalado, en la Fundación Ortega y Gasset-Marañón. Según le cuenta posteriormente a Bernad, quien le facilita un teléfono para llegar hasta él es el empresario José Luis Balbás, el líder de la corriente socialista Renovadores por la Base, a quien el PSOE expulsó del partido por su relación con «el Tamayazo» que desbancó a Rafael Simancas de la Presidencia de la Comunidad de Madrid en 2003 por el voto de dos tránsfugas. Es en esa jornada cuando Gómez Iglesias entabla también relación con Munguira.

«Debes ceder. Eres muy joven»

El número de teléfono no es el de Bernad, sino el de la abogada del colectivo de funcionarios en el «caso Nóos», Virginia López Negrete, a quien al día siguiente llama Munguira para quedar a comer. El vocal de la CNMV le dice que irá acompañado de un becario que «la admira mucho».

Se ven en un restaurante muy apropiado para pasar desapercibidos, el popularísimo Casa Lucio. Allí, García Nicolás plantea abiertamente la «operación Infanta»: el sindicato debe retirar la acusación contra Doña Cristina «por el bien de España». «Le dice que debe ceder, que es muy joven y tiene toda una carrera por delante y que si no lo hace, su carrera está acabada», asegura el presidente de Manos Limpias. «¿Me estás amenazando?», le pregunta sorprendida la letrada. «A partir de entonces se suaviza y le dice a Virginia que pida lo que quiera», añade Bernad. «Quiere saber cuánto nos ha costado el “caso Nóos” y Virginia le contesta que el procedimiento dura ya más de tres años y es difícil de cuantificar». Ya en esa reunión, Gómez Iglesias asegura que actúa en representación de la Casa Real. López Negrete, perpleja ante algún comentario subido de tono del «pequeño Nicolás», le remite al presidente del sindicato y le facilita su número de móvil.

«Por el bien de España»

Una semana después, Bernad recibe la llamada de Munguira que termina con la cita en el Vips de Serrano. Allí, el joven –que ahora también dice representar a la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría– vuelve a enarbolar «el bien de España» para conseguir su propósito. «Le contesto que si eso es como lo está contando quiero hablar con la vicepresidenta o con la Abogacía del Estado porque me parece un asunto suficientemente serio», recuerda Bernad.

Gómez Iglesias, que como a todas las citas se presenta impecablemente trajeado y que se dirige a Bernad como «presidente», escenifica entonces un ritual que repetirá varias veces en sucesivos encuentros. «Se apartó unos metros a hacer una llamada y segundos después volvió a la mesa excusándose con que en un par de días lo solucionaría», rememora Bernad.

«¿Con qué argumentos jurídicos vamos a retirar la acusación? ¡Se nos echaría encima toda la prensa! –contesta airado el presidente del sindicato–. Nos acusarían de habernos vendido». «Entonces me contesta que no me preocupe, que todos los medios de comunicación están controlados. ¿Hasta los de internet?, le pregunto. “Bueno, esos no”, contesta».

Cuatro días después, Bernad está comiendo con un magistrado en un conocido restaurante del madrileño barrio de Argüelles y suena el teléfono. «Me dicen que es urgente que quedemos y que me va a pasar a buscar un coche de Vicepresidencia con escolta. Diez minutos después un Audi con los cristales tintados me está esperando en la puerta. Dentro hay un chófer y un supuesto escolta con los que se dirige al exclusivo restaurante del Club Puerta de Hierro.

«Al llamarme con tanta urgencia pienso que acudirán con algún abogado del Estado pero estaban los dos solos. Apenas había tres mesas con comensales», recuerda Bernad, quien vuelve a insistir en que quiere ver a la vicepresidenta o a algún representante de los Servicios Jurídicos del Estado. Gómez Iglesias se sale por la tangente y aduce que todavía es pronto y que hay tiempo de sobra hasta que en septiembre se presenten los escritos de acusación.

«Me llaman de Casa Real»

Francisco Nicolás insiste en que Manos Limpias cuantifique el desembolso que les ha originado el «caso Nóos». Bernad insiste en que es difícil de cuantificar, pero que sin contar los honorarios de la abogada «serán más de 300.000 euros ya». «En ningún momento le estoy diciendo que si me los pagan retiramos la acusación», aclara el presidente de Manos Limpias, «me limité a darle una cifra estimativa ante su insistencia».

En un momento, dado el joven repite su ritual y se levanta de la mesa. «Perdón, me llaman de Casa Real», se excusa. «Cuando vuelve, me dice que Don Juan Carlos me manda un saludo y que si esto sale adelante me recibirá en Zarzuela para darme un abrazo y hacernos una foto». «Lo decía con tal seguridad que te hacía dudar, aunque no llegaba a impresionarme», admite el presidente de Manos Limpias. Cuando se despiden, Bernad le insiste en reunirse con Sáenz de Santamaría o con la Abogacía del Estado. «Esas reuniones jamás se produjeron y no volvió a mostrar interés por el tema de la Infanta, que según él lo iba a resolver la Audiencia de Palma (que finalmente mantuvo la acusación por blanqueo contra Doña Cristina). Yo no les pedí dinero en ningún momento. Nunca hubo una negociación», recalca Bernad.

«Sacó una foto en mi despacho»

A partir de ese momento, la preocupación del «pequeño Nicolás» es el proceso soberanista en Cataluña y las reuniones se suceden en la terraza de Rosales 20, un conocido bar de copas situado muy cerca del Templo de Debod. «Son una decena de reuniones, casi siempre a última hora de la tarde. Nunca pagaba, pues decía que el CNI no le pagaba. Siempre lo hacía Munguira, a quien creo honestamente que “el pequeño Nicolás” engañó, pues pensó realmente que era un comisionado de la vicepresidenta y de la Casa Real. Él se lo creyó y actuó de buena fe».

A mediados de julio, Gómez Iglesias se presenta un buen día junto al vocal de la CNMV en la sede del sindicato en la madrileña calle Ferraz. «Aprovecha que estoy en el despacho para sacar una foto de los expedientes que tengo sobre la mesa, supongo que para armar después sus intrigas y acreditar que ha estado en mi despacho».

El joven le traslada a Bernad el supuesto agradecimiento de la vicepresidenta por impulsar un procedimiento judicial contra el clan Pujol. «El pequeño Nicolás» está convencido ahora de que puede atajar la deriva soberanista en Cataluña. Para ello ha urdido un plan a tres bandas para el que esta vez necesita ponerse en contacto con el abogado de la familia Pujol. «En agosto me llamó por teléfono para vernos a la vuelta de las vacaciones. Se había olvidado completamente de la Infanta y estaba obsesionado con los Pujol. Se centraba ya única y exclusivamente en eso», dice Bernad.

«ERC es el enemigo a batir»

El presidente de Manos Limpias le facilita el teléfono del letrado, Cristóbal Martell, a quien intenta localizar antes sin éxito para avisarle de que Gómez Iglesias va a ponerse en contacto con él. «El pequeño Nicolás se reúne con Martell y le dice que ERC es el enemigo a batir y le reclama documentación comprometedora para la formación independentista, supuestamente en manos de la familia Pujol», explica Bernad.

A cambio, el joven ofrece que tanto la Fiscalía como Manos Limpias (a quien pensaba entregar esa documentación) bajen el pistón en su actuación en los procesos abiertos contra la familia del ex presidente de la Generalitat. «Me contó que se había reunido con varios integrantes de la familia Pujol pero jamás me entregó documentación alguna referente a ERC. Siempre decía que era muy voluminosa –recuerda Bernad– y que la vicepresidenta la estaba revisando. Empiezo a pensar que es un caradura y un fantasma».

«Me llegó a decir que le había dicho la vicepresidenta que iba a dar una subvención al sindicato “por la gran labor que estáis haciendo por España” y que nos iba a facilitar una nueva sede en un edificio público “para que dejéis el cuchitril en el que estáis”».

Bernad vio por última vez al «pequeño Nicolás» el viernes 10 de octubre. «Me llamó para vernos en el sindicato y no en la terraza de Rosales 20 porque le estaban siguiendo». «Son la gente de Rubalcaba en el CNI, que me tienen manía porque van a por la vice y yo soy su niño bonito», le explicó a Bernad según éste. Se llevó un décimo de lotería de Navidad del sindicato. Quizá lo llevaba aún en la cartera cuatro días después, cuando la Policía lo detuvo por suplantación de identidad.

«Después me llamó varias veces, pero no le contesté. Su último sms decía: “Miguel, ponte en contacto conmigo en este móvil, que es de mi madre. Gracias por todo”».

«Tengo secuestrado a Pujol»

Dos días antes de que Jordi Pujol Ferrusola declarase como imputado en la Audiencia Nacional, «el pequeño Nicolás» presumió ante Bernad de que lo tenía «secuestrado» en su chalet de El Viso. «Me dijo que lo tenían allí y que la Fiscalía no iba a pedir medidas cautelares contra él tras su declaración».

Gómez Iglesias presumía también de ser «muy amigo» de García Revenga, ex jefe de la Casa del Rey. «Me pidió que retirase la imputación, pero entonces ya no estaba imputado. Pensé: “Éste no se entera de nada”», dice Bernad.

La tarjeta de visita de Francisco Nicolás

Francisco Nicolás, que llegó a asistir en el Palacio Real a la recepción tras la proclamación de Felipe VI, coleccionaba fotos de políticos y famosos. Esas instantáneas eran su mejor tarjeta de visita. Los presidentes de la CEOE y de la patronal madrileña, Juan Rosell y Arturo Fernández, respectivamente; el líder de UGT, Cándido Méndez, y el dimitido José Ricardo Martínez, ex secretario del sindicato en Madrid, eran algunos de los que integraban su colección.

Gómez Iglesias decía actuar en representación de la Casa Real y de la Vicepresidencia del Gobierno cuando contactó con Manos Limpias el pasado junio para intentar que el sindicato retirara la acusación contra la Infanta.