Rechaza negociar hasta las propuestas de su propio partido y mantiene el bloqueo: «Que pacten las derechas»

No hubo sorpresas. La segunda reunión entre Mariano Rajoy y Pedro Sánchez fluyó por los cauces yermos previstos. De nada sirvió la estrenada condición de mandatado por el Rey del presidente en funciones ni su disposición al diálogo, con una amplia oferta de reformas entre las que se incluía una de puño y letra socialista: las ocho prioridades que fijó el Comité Federal para negociar tras el 20-D. El líder del PSOE no evoluciona de la fase de negación en la que se encuentra inmerso y alimenta los escenarios alternativos, si Rajoy se presenta y fracasa en la investidura. 55 minutos de diálogo de sordos en el que las propuestas del candidato popular se topaban con la cerrazón del socialista y los interrogantes de Sánchez se quedaban sin respuesta. El líder del PSOE llegaba al encuentro con una batería de preguntas bajo el brazo –tales como si Rajoy había hablado con la presidenta de la Cámara para fijar la fecha de la investidura o si tiene previsto presentarse a la misma– que el presidente del PP fue incapaz de solventar. El secretario general socialista salió desconcertado de la cita y «mucho más preocupado» de lo que estaba al inicio de la misma, porque «Rajoy no sólo no ha sido capaz de sumar un solo apoyo más, sino que no precisa si se va a presentar a la investidura», destacó.

Sánchez rechazó integrarse en un gobierno de coalición e incorporarse a una mesa de negociación con Ciudadanos, aunque reiteró su disposición a seguir hablando con el PP en público y en privado. «Si nadie quiere pactar con Rajoy, el problema será de Rajoy, no del resto de formaciones políticas», argumentaba, para trasladar la responsabilidad del bloqueo de Ferraz a Génova por su nula capacidad para alcanzar acuerdos. El líder socialista exigió al presidente en funciones que se pusiera a trabajar y que negocie con sus aliados potenciales, rescatando la dualidad ideológica de izquierda y derecha. «Que se pongan de acuerdo las derechas», resumió, rescatando la «ruta del 179» que se inauguró con el apoyo de los nacionalistas al PP en la elección de los miembros de la Mesa del Congreso. Un planteamiento que, sin embargo, nace viciado por el nuevo escenario: el desafío secesionista en Cataluña y las elecciones vascas en septiembre han colocado a Convergència y al PNV, respectivamente, en fuera de juego para facilitar la investidura de Rajoy. «Si las derechas dicen ‘‘no’’, ¿por qué la izquierda va a decir que sí?», se preguntaba el líder socialista, cuando los periodistas cuestionaron su argumento. En cualquier caso, Sánchez se reafirmó en su defensa de que «no se puede apoyar lo que queremos cambiar», aunque dejó abierta la puerta a un cambio de estrategia, si éste se aprueba «de forma colegiada» en un Comité Federal. Con este movimiento, el líder socialista anima a que aquellos dirigentes territoriales que claman en privado por la abstención, tengan los arrestos de retratarse en público y defender esta posición ante las bases. Algo harto improbable, ya que todos los movimientos se miden en clave interna de cara al 39º Congreso del partido en el que los militantes están llamados a dirimir el liderazgo del PSOE.

Ambigüedad

«¿Descarta completamente liderar un Gobierno alternativo?». La pregunta era clara, sin ambages, la respuesta cargada de la ambigüedad que derrocha Sánchez en todas y cada una de sus últimas comparecencias. El líder socialista evitó pronunciarse sobre si intentará articular una alternativa al PP y se limitó a señalar que Rajoy debe presentarse a la investidura. Para los socialistas es necesario este paso previo, al que –por otro lado– el candidato popular no parece muy dispuesto, para que –una vez se ponga en marcha «el motor de la democracia»– erigirse como la «solución» ante el bloqueo que el PP ha sido incapaz de superar. El líder socialista tampoco quiso desvelar si se reserva la carta de la consulta a la militancia para utilizarla cuando su plan esté amenazado, pero volvió a apuntar –como ya hiciera hace una semana– que el PSOE, aunque sea la segunda fuerza en votos y escaños, es la primera opción de los españoles que demandaron un cambio respecto a las políticas del PP. Para Sánchez, el Congreso está compuesto por dos mayorías que no son «antagónicas ni contradictorias»: una de centro-derecha –liderada por el PP y por sus afines ideológicos: Ciudadanos, PNV, Convergència y Coalición Canaria– y otra de cambio –liderada por el PSOE, junto a aquellos partidos que se presentaron a las elecciones para transformar la realidad–. El reto del presidente en funciones es «persuadir» a las fuerzas más afines e interpretar dónde llegan las ansias de cambio.

Los seis «noes»

«La izquierda no va a apoyar a las derechas. Nosotros no vamos a apoyar aquello que queremos cambiar. La alternativa no puede ser que el resto le hagamos el trabajo»

«Rajoy no ha sumado un escaño más desde las elecciones. Le he exigido que se ponga a trabajar ya, que asuma su responsabilidad y empiece a negociar con sus aliados»

«Rajoy me ha ofrecido una gran coalición, pero el Partido socialista es la alternativa al Partido Popular y no va estar en ninguna gran coalición. Le he dicho que no»

«Salgo más preocupado de lo que entré. Rajoy no me ha dicho si se presentará a la investidura. Le he transmitido que es urgente construir un Gobierno cuanto antes»

«En el PSOE tomamos las decisiones de forma colegiada y la decisión unánime ha sido que no vamos a apoyar al PP. la mayoría del PSOE y sus votantes no quieren que se apoye al PP»

«Fuimos a elecciones generales con el lema :‘‘un sí por el cambio’’. Ese «sí» implica un «no» a quien durante cuatro años ha provocado desigualdad en españa»

Resulución socialista del 28-D

- Un pacto por la recuperación y el empleo, un sistema fiscal justo y la transición energética

- Un pacto por la Educación

- Un pacto por la regeneración democrática

- Un pacto contra la pobreza y en defensa del Estado del Bienestar

- Un pacto contra la violencia de género

- La reconstrucción del Pacto de Toledo

- La reforma de la Constitución

- Renovar el compromiso con la integración europea