El periscopio

Escudero y estadista

Sánchez reclama unidad política, algo que ha brillado por su ausencia bajo su gestión presidencial

El ministro de Economía, Comercio y Empresa, Carlos Cuerpo, atiende a los medios de comunicación en el Ministerio de Economía, Comercio y Empresa, a 4 de abril de 2025, en Madrid (España). El ministro ha mantenido hoy reuniones con los portavoces de varios de los grupos parlamentarios en el Congreso en el marco del diálogo del Plan de Respuesta y Relanzamiento Comercial. Según Cuerpo, "el Gobierno hará un seguimiento diario, una red de protección inicial y van a convocar a las CC.AA para ver ...
El ministro de Economía, Comercio y Empresa, Carlos CuerpoJesús Hellín Europa Press

«Cuando tienes enfrente un canalla, es un mérito hacer oposición». La frase corresponde a un dirigente del PP y me la dijo el martes en la sede de LA RAZÓN durante el acto celebrado con el presidente de la Región de Murcia, Fernando López Miras, presentado por Alberto Núñez Feijóo. Reflexión acertada que aflora aún más bajo la guerra atómica comercial desatada por el presidente de EE UU, Donald Trump. A lo largo de sus siete años de mandato, Pedro Sánchez ha ejecutado muchas canalladas contra su adversario, pero con la habilidad que le caracteriza salta ahora al escenario para afrontar una nueva crisis.

Investido en su papel como salvador del país, reedita la misma fórmula que ya aplicó ante la pandemia, la invasión rusa de Ucrania, la crisis energética, la erupción de un volcán canario y hasta el rearme, disfrazado de seguridad y paz. El presidente del Gobierno anuncia un «escudo de contingencia» a golpe de talonario para frenar los efectos devastadores del «Trumpazo» en los sectores más afectados. En su opinión, solo una respuesta socialdemócrata puede combatir los ataques arancelarios, frente al dogmatismo neoliberal. Al escudero Sánchez no le asustan las crisis, ha vivido unas cuantas en La Moncloa, y reclama apoyo, unidad política y parlamentaria, algo que ha brillado por su ausencia bajo su gestión presidencial.

Por su parte, hete aquí al líder del PP, Feijóo, instalado en su papel de estadista, en ese difícil juego de equilibrios para hacer una oposición «de mérito», como dice su compañero de partido. Sobre el lema «La política que sirve», el gallego mide cada día sus intervenciones, a caballo entre la dureza contra Sánchez que muchos le reclaman y una estrategia de Estado. Frente a esta enorme crisis que tambalea el comercio mundial, Feijóo no quiere jugar un papel secundario y exhibe su gran poder territorial en 12 comunidades.

Ante el llamamiento del escudero Sánchez, el líder popular reclama una conferencia sectorial de presidentes autonómicos en la que se detallen los efectos de los aranceles en cada sector y cada territorio. Una estrategia de país, esa política de servicio, sin reacciones en caliente. Fiel a su estilo gallego, frialdad, diálogo y diplomacia. «Los insultos no dan de comer a nadie», afirma, mientras aprovecha para lanzar un dardo a Vox: «Nadie que se diga patriota puede minimizar esta grave situación y sus consecuencias», advierte. En la cúpula del PP están convencidos de que el apoyo de Santiago Abascal a Trump le pasará factura.

Cuentan destacados empresarios de la CEOE y el Ibex que su interlocución con los líderes de los grandes partidos es muy diferente. «Cuando Sánchez nos llama a Moncloa, seducción». En los encuentros con Feijóo, «sentido común». Una buena interpretación, que desvela cómo Sánchez ejerce el poder de manera implacable, con una capa seductora potente pero de escasa consistencia que luego queda en agua de borrajas, mientras Feijóo despliega otro tipo de empatía: rigor, seriedad y ese sentido que es el más común de los existentes.

El presidente del Gobierno ha convocado a los dirigentes de la patronal y sindicatos, bien obedientes a la llamada de Moncloa, pero Feijóo está tejiendo una labor discreta con representantes de los sectores más afectados: el campo, la agricultura, ganadería, la caza, cooperativas aceiteras y vinícolas, el sector naviero…. Todos están pasando por su despacho, donde recopila sus inquietudes y piensa trasladar a Bruselas de primera mano. Su relación con el influyente presidente de los populares europeos, Manfred Weber, es ahora constante, sabedor de que la solución a la crisis ha de venir de mano de la UE.

En este escenario emerge con fuerza la figura del ministro de Economía, Comercio y Empresa, Carlos Cuerpo. Por decisión expresa del presidente del Gobierno, quien fuera la mano derecha de Nadia Calviño ha asumido toda la negociación con la UE y los grupos parlamentarios. En las últimas semanas era un clamor el descontento en círculos empresariales con la vicepresidenta primera y ministra de Hacienda, María Jesús Montero. Su estilo barriobajero, vulgar, salidas de tono y meteduras de pata, junto a una notable ausencia de formación económica, hacían insostenible su interlocución con los agentes sociales y las autoridades comunitarias. «Está abrasada, su papel es ahora Andalucía», dicen dirigentes del PSOE. Frente a ella, sobresale Carlos Cuerpo, un economista de sólida formación.

Nacido en Badajoz, hijo de dos profesores de enseñanza secundaria, pasó su infancia entre el Valle de la Serena y Suiza, a donde sus padres emigraron cuando él tenía nueve años. Licenciado en Economía Monetaria por la Escuela de Londres, doctor por la Autónoma de Madrid, profesor en la Universidad George Washington y miembro por oposición del Cuerpo Superior de Técnicos Comerciales y Economistas del Estado, es una «rara avis» en el Gobierno social-comunista de Sánchez. Buen conocedor de los entresijos de Bruselas, donde ejerció como asesor de la Dirección General de Asuntos Económicos y Financieros de la UE, domina varios idiomas y es el elegido para diseñar los parámetros ante el «Trumpazo».

Casado con Marta Morano, directora general de Ordenación de la Seguridad Social, padre una hija, era secretario general del Tesoro Público en el equipo de Calviño hasta que la sustituyó ante su marcha a la presidencia del Banco Europeo de Inversiones. Hombre de perfil moderado, enfrentado a la comunista Yolanda Díaz por la reducción de la jornada laboral, es respetado en círculos económicos y comunitarios. «Al menos, este sí sabe lo que dice», argumentan los empresarios y el portavoz del PP en esta área, Juan Bravo, con quien se reunió durante casi tres horas.