Jura de Leonor
Una familia para forjar a una Heredera
Durante años, Doña Letizia y Don Felipe han preparado a Leonor para afrontar el futuro que le espera
No es de extrañar que los Reyes Felipe y Letizia estén orgullosos de su hija Leonor, Heredera de la Corona, por su más que correcto comportamiento en un día tan importante como el de la jura de la Constitución. La elogiable actitud de la Princesa no es casual, sino que es consecuencia de muchos años de preparación por parte de sus padres para afrontar un futuro que ha empezado con su compromiso expresado ante los representantes de la soberanía nacional. Los Reyes son responsables en gran parte de que Doña Leonor haya asumido sus obligaciones institucionales de una forma impecable y que, por fin, se proyecte de cara a la ciudadanía la imagen de una joven que ha alcanzado la mayoría de edad de forma serena, tranquila y responsable.
Leonor y su hermana Sofía han crecido en un ambiente familiar en el que sus padres se han ocupado directamente de ellas y no han dejado en manos de otras personas tareas tan cotidianas como estar junto a ellas a la hora del baño, llevarlas todos los días al colegio por la mañana y recogerlas por la tarde, asistir con sus hijas a los cumpleaños de sus compañeras de clase o estar al tanto de la evolución de sus estudios. Un amigo de regatas del Rey Felipe me contaba un día que cuando quedaban con él para almorzar juntos y luego prolongar la sobremesa hasta más tarde, al acercarse la hora del baño vespertino y la cena tempranera de sus hijas, Don Felipe se despedía de sus compañeros y explicaba que quería estar con ellas a esa hora para acompañarlas y leerles cuentos cuando eran muy pequeñas.
La elogiable actitud de la Princesa es consecuencia de mucho tiempo de aprendizaje
La Princesa y su hermana, la Infanta Sofía, han crecido en un hogar donde había un fuerte nexo de unión entre sus padres, no quisieron que la educación de las niñas recayera en institutrices británicas, con la excusa de que aprendieran bien la lengua, y solo fueran a dar un beso a sus padres antes de irse a la cama. Las imágenes de Don Felipe y Doña Letizia jugando con las pequeñas en el jardín de la residencia de los Reyes, observando a Leonor mientras montaba en bicicleta, mientras la pequeña Sofía iba en carrito medio adormecida son la prueba evidente de que eran los padres los que eligieron compartir su vida con ellas. Los amigos de los entonces Príncipes de Asturias contaban que cuando aún eran bebés, la cuna o la silla en la que estaban en esa época temprana permanecía en el cuarto de estar donde ellos hacían su vida cotidiana.
La infancia de las hijas de los Reyes ha sido muy similar a la de muchas otras familias, una niñez compartida con sus padres, algo muy alejado de lo que había sido la norma en el seno de las familias reales, que dejaban la educación de sus vástagos en manos de tutores y profesores en los que delegaban la formación y preparación de sus hijos para ocupar puestos de mucha responsabilidad en un futuro no muy lejano. Tanto Doña Letizia como Don Felipe se han aplicado en los últimos dieciocho años a hacer realidad su propósito de tratar de ser los mejores padres para sus hijas, tal y como manifestaron ambos a los medios de comunicación con ocasión de la presentación a sus hijas ante los periodistas, poco después de su nacimiento. Los cuatro han formado una auténtica familia unida, cohesionada, en la que la educación en valores ha sido una prioridad absoluta. Las palabras dirigidas por Don Felipe a su hija Leonor el día que ha iniciado su vida adulta son muy clarificadoras: querida Leonor, no estarás sola en tu camino. En tu familia encontrarás el necesario apoyo más personal y el conjunto de los españoles –a los que te debes– sabrá reconocer tu entrega y dedicación con su aliento y afecto.
Sus padres se han ocupado directamente de Leonor y Sofía en tareas cotidianas
El modelo seguido por los Reyes actuales contrasta con el ambiente que el propio Monarca vivió dentro de su familia de origen: al principio todo discurrió de forma normal, sus padres le acompañaron en su primera infancia. Pero pronto surgieron los problemas conyugales entre Don Juan Carlos y Doña Sofía que desembocaron a lo largo de los años en un hondo alejamiento que hizo sufrir, como hijo, al entonces Príncipe de Asturias. Quizá por ello, él declaró desde que se convirtió en un joven a la espera de encontrar a su compañera de vida que quería casarse por amor y que eso era algo irrenunciable. Tras un par de ocasiones en los que tuvo dos importantes relaciones con chicas con las que se planteó la idea de contraer matrimonio y que no salieron bien, por fin encontró a la mujer de su vida y pudo cumplir con la misión de dar continuidad a la cadena dinástica de los Borbones con el nacimiento de sus hijas.
El Rey Felipe nunca se sintió obligado a casarse con una princesa de sangre real, según contó a un grupo de periodistas hace 23 años. No quería caer en la trampa de contraer matrimonio por razones de Estado para no repetir el modelo vigente en época de sus padres y que daba como resultado en numerosos casos la desestructuración de muchas de esas familias que tanto dolía a sus hijos. El Monarca siempre mantuvo que su aspiración era casarse enamorado y aunque se hizo esperar, lo logró y con ello consiguió constituir una pareja con la Reina Letizia que, a pesar de alguna que otra desavenencia no muy grave, se ha mantenido cohesionada cuando falta poco para celebrar los 25 años de matrimonio entre ambos, o sea, sus bodas de plata.
La Princesa Leonor es consciente y ha sido testigo de ciertos desencuentros –algunos de ellos de profundo calado– dentro de su familia paterna que han causado una profunda preocupación en su propia familia. La falta de entendimiento entre su madre, la Reina Letizia, con sus cuñadas, las Infantas Elena y Cristina, la casi separación matrimonial de sus abuelos, las consecuencias del conocido «caso Nóos» que desembocaron en el enfrentamiento entre su padre y la que fue su querida hermana Cristina, han sido fuente de tristeza para la Princesa. También ha vivido de cerca la vida por separado de sus abuelos paternos, Jesús Ortiz y Paloma Rocasolano, al separarse antes de la boda de sus padres y sin duda su madre le habrá contado el inmenso dolor que le produjo el suicidio de su querida hermana Érica.
Hace cinco años que la Familia Real no se reunía, justo cuando la Reina Sofía celebró su ochenta cumpleaños con un almuerzo en el Palacio de la Zarzuela. Antes y después, fueron años de plomo en el seno de la Familia Real, con la abdicación de su abuelo, el Rey Juan Carlos, y el escándalo que causó su relación con Corinna Larssen y los escándalos de la mala praxis económica del anterior Jefe del Estado. Por tanto, sería interesante conocer qué habrá pasado en esa fiesta de cumpleaños de la Princesa que en nada se va a parecer a la de cualquier otra chica de su edad.
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