Estrategia
Feijóo y Ayuso se cruzan mensajes para subir votos
La presidenta se diferencia de Génova frente a Bildu para competir con Vox. El partido lo valida, «siempre que no pase de ahí»
Bildu ha servido de trampolín para que Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid, y Alberto Núñez Feijóo, presidente del PP, entonen melodías distintas en plena campaña electoral. La presidenta adopta el discurso más duro contra Bildu, que incluye la exigencia de que se estudie incluso la ilegalización del partido. Y Génova la deja volar por libre, pero no sigue su camino y modula su postura para ajustarla al criterio más técnico y jurídico. La propuesta de la ilegalización de Bildu la intenta capitalizar Vox, a pesar de que desde el punto de vista jurídico no haya posibilidad de que prospere con el actual ordenamiento legal. La Ley de Partidos abre la puerta a esta posibilidad, artículo 9, pero en un contexto de existencia de ETA, y la organización terrorista se disolvió hace ya once años. La Fiscalía también ha archivado la denuncia por las listas de Bildu al no ver «infracción penal alguna» porque los etarras han cumplido sus penas, lo que cierra aún más el camino a la posibilidad de que la dirección «abertzale» haya incurrido en algún supuesto que permita aplicarle la citada Ley de Partidos que sirvió de instrumento para la ilegalización de Batasuna.
Estas estrategias diferentes entre Feijóo y Ayuso en relación a este asunto, nuclear en clave ideológica, no alarman al PP, escarmentado del choque entre Génova y Sol de la etapa de Pablo Casado, con la acotación, en la que coinciden líderes regionales y miembros del Comité Ejecutivo del partido, de que «siempre que se queden ahí».
En este caso tiene una clara justificación electoral, que el partido entiende y comparte. Ayuso sabe que éste es un debate que «mueve los estómagos» y que ahí Vox siempre puede tener algo que ganar. Las proyecciones de voto que maneja el PP anticipan –dicen– una caída en apoyo de los «verdes», al menos hasta este momento de la campaña, y al situarse en la misma línea que esta fuerza, en relación a Bildu, el equipo electoral de Ayuso busca no desaprovechar la oportunidad para apuntalar una mayoría absoluta que todavía no tiene.
«Ayuso va a por el voto de Vox porque le faltan dos escaños para la mayoría absoluta, y sus estrategas no pueden dejar que el populismo de Vox les haga perder impulso en esta batalla a cara de perro», reflexionan en otra de las baronías del PP.
Al tiempo, en el partido también entienden y avalan que Feijóo enfoque su discurso y su estrategia a seguir buscando ganar votos por el centro, y, sobre todo, que cuide su papel más institucional, que en la organización popular consideran que es su principal valor. Pero controlando que «a nadie se le vaya la mano en la exageración», apostillan.
Por tanto, estas diferencias que se están visualizando en campaña, y que la izquierda alienta, no preocupan dentro del PP, sino que consideran que es la vía más útil para rentabilizar al máximo la «pesca» de votos. No descartan que este reparto de papeles se manifieste en algún otro asunto, aunque bajo la premisa de que sea una ruptura ordenada y no caigan nunca «en la misma jaula de grillos» que acabó siendo la confrontación de mensajes de Sol y la dirección de Casado.
En ese sentido, el PP confía en que, una vez que pase este ciclo electoral, y la presidenta se asiente de nuevo en Sol, las diferencias que se visualizan en campaña se disuelvan y «no condicionen» la estrategia electoral de Feijóo para las generales.
Ante el 28-M, a Feijóo le vienen bien todos los votos que se sumen a las siglas del PP, y una mayoría absoluta de Ayuso le reforzaría en este primer recuento de papeletas a nivel nacional desde las últimas elecciones generales. En las municipales de hace cuatro años el PSOE superó al PP en 1,5 millones de votos, mientras que ahora las encuestas dicen que el PP puede sacar al PSOE una ventaja de medio millón de votos.
Los populares confían en que Madrid y Andalucía destaquen entre sus principales graneros electorales, justo los dos feudos en los que se miden los nombres de los que hoy están situados como referentes mejor colocados para disputarse el liderazgo del partido en el caso de que Feijóo no llegase a gobernar tras las generales y decidiese dar un paso atrás.
En la noche electoral los dos principales partidos confrontarán discursos: el del «cambio», del PP, que necesita estar avalado en datos que confirmen que ha conseguido adelantar al PSOE a pesar de partir desde muy abajo; y el de los socialistas, que necesitan atar coaliciones de gobierno que les permitan sostener el mantra de que, pese a todo, y con todas las crisis a las que han tenido que enfrentarse en estos últimos cuatro años, han logrado resistir.
Los datos con los que se manejan en Moncloa advierten de que el PP está en condiciones de arrebatarles el gobierno de La Rioja. También el de Aragón. Y con muchas opciones, el gobierno en Extremadura, Castilla-La Mancha y Canarias. En Valencia la situación está muy empatada y este fin de semana volverán a competir en liderazgo el presidente del Gobierno y el líder de la oposición en sendos mítines que celebrarán en la capital del Turia.
Las únicas «plazas» autonómicas en las que el PSOE no corre peligro son Asturias y en Navarra, pero en ésta última con el condicionante de la espada de Damocles que representan Bildu y Geroa Bai. En Baleares, las opciones de gobierno del PP dependen del acuerdo con Vox.
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