Política

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Feijóo mide sus pasos y las «compañías» en campaña

En el partido están tan pendientes de la cita electoral como de los movimientos internos. Si hay otra debacle creen que el gallego podría dar el salto a Madrid.

Núñez Feijóo, en pleno mitin. Su mandato en la Xunta expira en 2020. Foto Jjesús G. Feria
Núñez Feijóo, en pleno mitin. Su mandato en la Xunta expira en 2020. Foto Jjesús G. Ferialarazon

En el partido están tan pendientes de la cita electoral como de los movimientos internos. Si hay otra debacle creen que el gallego podría dar el salto a Madrid.

Génova ha ajustado su campaña electoral para atender algunas de las demandas de los líderes territoriales en reacción a los resultados de las elecciones generales. El PP está tan pendiente de las elecciones como de los movimientos internos que puedan estar ya produciéndose de manera preventiva para el caso de que los comicios de mayo no vayan bien. La actual dirección no lo pondrá fácil para dar un paso atrás incluso aunque los resultados del 28-A sean malos. La intención es resistir bajo la legitimidad del Congreso del PP de junio del año pasado, aunque Pablo Casado trabaje bajo la presión de que internamente den por hecho que tendrá que retirarse si no mantienen, al menos, el poder territorial actual. Con Madrid como principal referencia.

El nombre que está encima de la mesa es el del presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo. Fuera del partido puede sonar poco realista que él vuelva a ser el principal candidato después de que se negara el pasado verano a presentarse al congreso en el que se eligió al sucesor de Mariano Rajoy. Cuando entonces era el «delfín» favorito, casi puede decirse que el único, de haber dado el paso adelante porque ni la entonces secretaria general, María Dolores de Cospedal, ni la hoy ex vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría se movieron hasta que el «barón» gallego confirmó que se quedaba en Galicia. La principal razón que esgrimió fue su compromiso con su mandato como presidente de la Xunta, que según el calendario no expira hasta 2020. Las próximas autonómicas gallegas están previstas para otoño de ese año y esa justificación, por tanto, en teoría sigue a día de hoy plenamente vigente. Feijóo hace buen uso de los tópicos del carácter gallego, y puede decirse que son muchas las veces en las que intencionadamente no deja ver si va o viene, pero en esta ocasión hay gestos, que pese a ser muy medidos, sí son valorados dentro de su partido, donde en esta situación tan crítica toman nota de todo.

En el PP señalan «su gestión» de los malos resultados de las elecciones generales y sus «toques de atención» a Génova, prudentes en lo público, pero con el matiz necesario para que resulten claros de puertas adentro, como los que dejó en la entrevista de la pasada semana con Carlos Alsina, en «Más de Uno», en Onda Cero. «Está haciendo uso del papel de referente que se le ha concedido en el partido», explica otro de los barones territoriales. De momento, lo que ha hecho es ejercer de autoridad que marca distancias con la estrategia del equipo de Casado sin caer en el enfrentamiento directo. Como alguien a quien se consulta, con quien se habla, y a quien se tiene en cuenta, porque todavía algunos le siguen considerando el heredero natural de Mariano Rajoy, aunque rechazase ese estatus.

Hay trenes que pasaron y no hay vueltas atrás. Así, en el partido, en el ala más moderada y conservadora, incluso en los feudos con menos partidarios de Casado en el proceso congresual, a día de hoy aseguran que no hay vuelta atrás sobre las candidaturas que perdieron aquel cónclave. Sáenz de Santamaría está totalmente fuera, y se marchó perdiendo incluso el apoyo de algunos de quienes apostaron por ella por sus errores en la gestión del resultado del Congreso. Y a María Dolores de Cospedal la inhabilita el mismo motivo que la obligó a abandonar el Comité Ejecutivo del PP y la política ya en tiempos de Casado.

Aunque puede que en una situación de catarsis surgiera alguna otra alternativa, lo que representa Feijóo y sus gestos de estas semanas han consolidado dentro de su organización la tesis de que es el único salvavidas que les queda si el PP no es capaz de aguantar en las elecciones autonómicas y municipales. El político gallego está midiendo mucho su participación en esta campaña pese a la demanda territorial para que se deje ver en actos del partido. A día de hoy, al menos que conste en Génova, sólo está señalado el País Vasco, y sin estar cerrado. En generales fue a Valencia y Andalucía. En estos comicios no consta que vaya a volver a Andalucía. También está midiendo las «compañías». Así, se ha dejado ya ver con el presidente de la Junta de Castilla y León, Juan Vicente Herrera, que no repite como candidato. Y con el ex presidente del Gobierno Mariano Rajoy.

Si el 28-A llevase al PP a esa «catarsis» que tanto temen, hay quien ya habla como solución in extremis de un congreso extraordinario del que saliese elegido Feijóo para empezar una nueva etapa, en la que el partido se juega su existencia. Razones de extrema urgencia podrían justificar más que de sobra la necesidad de Feijóo de desdecirse a la fuerza de su compromiso con Galicia. De hecho, la situación sería tan extrema que sería difícil que se le acusase de incumplir su palabra porque la razón «son causas mayores». Sobre los motivos por las que Feijóo no dio el paso adelante el año pasado todavía siguen especulando en el PP. Miran a Sáenz de Santamaría y «sus informes del CNI», que ella controlaba; otros plantean que Feijóo no quería un Congreso en el que tuviera que batirse con Cospedal y Sáenz de Santamaría, pero esta tesis se cae casi por su propio peso ya que es difícil que ellas hubieran saltado a la arena si él hubiera confirmado previamente que optaba a la sucesión. Y también hay quien sostiene que la única razón real es la que dio en su día: su obligación de agotar el mandato que le habían dado los gallegos. Ojo, porque el nombre de la ex ministra Ana Pastor también suena en las conversaciones de quienes piensan que es urgente buscar refuerzos para afrontar el futuro.