Elecciones generales
Feminista y feminazi: todo vale en la lucha por el voto
Los partidos son conscientes de que las mujeres son la mitad del electorado y que el feminismo, para bien o parar mal, puede decantar la balanza.
A un lado los que hacen del feminismo y la lucha contra el patriarcado una política de Estado; al otro, los que se muestran hartos del "feminazismo"y la criminalización del hombre. Diferentes estrategias para un mismo fin: sumar votos.
La manifestación del 8 de marzo de 2018 marcó un antes y un después en el movimiento feminista. A partir de este día, esa cita ha quedado marcada en rojo en el calendario y los partidos se posicionan para el 28-A conscientes de que las mujeres representan una parte importante del censo electoral.
El PSOE y Unidas Podemos han aprovechado la irrupción de Vox, que ha hecho bandera contra la ley de violencia de género, para poner esta cuestión en primera línea de su estrategia política hasta límites considerados ridículos por muchos como la decisión de Podemos de feminizar su marca electoral. PP y Ciudadanos ponen sobre la mesa la demagogia de la izquierda y Vox nada a contracorriente a sabiendas de que "la lucha contra el patriarcado"y el "feminazismo"han calado en una parte del electorado contraria a la criminalización del hombre.
Cuando Pedro Sánchez llegó a la Moncloa presumió de tener el Gobierno más feminista de la historia y puso las políticas de Igualdad en el centro de la estrategia electoral con el objetivo de atraerse los votos de Podemos, hasta ahora el principal beneficiado del llamado "voto de género".
Los socialistas se volcaron en la huelga feminista, plasmaron en un vídeo su compromiso con la mujer y han aprobado medidas como el real decreto ley por la igualdad laboral entre hombres y mujeres que incluye el aumento de los permisos de paternidad o la obligatoriedad para las empresas de informar de los salarios de sus empleados por sexos.
Sin embargo, muchos han aprovechado el "dime de que presumes y te diré de qué careces"para restar credibilidad a este cacareado feminismo. Desde la derecha echan en cara a Sánchez que durante su gestión no ha logrado reducir la brecha en la presencia de mujeres en los puestos directivos de las empresas sobre las que tiene competencia directa. El baile de nombramientos que se desató con la llegada de Pedro Sánchez a La Moncloa en las firmas con participación del Estado se ha olvidado de las mujeres. A día de hoy representan sólo el 27% de los consejos de administración de estas empresas, un escuálido punto y medio más que en 2018. También recibieron duras críticas por no modificar su agenda el 8M, sin olvidar lo que supusieron las polémicas declaraciones de su ministra de Justicia Dolores Delgado.
En el Partido Popular se hartan de repetir que no aceptan lecciones de la izquierda en materia de Igualdad y que fueron los primeros en contar con mujeres en puestos relevantes tanto en el Gobierno como en el Partido.
Los populares son conscientes de que el voto de la mujer cobra cada día más fuerza por eso han apostado por anunciar una serie de medidas electorales en este terreno sin asumir el discurso de la izquierda. Pablo Casado ha propuesto un pacto de Estado para acabar con la brecha salarial en cinco años, medidas de apoyo a la maternidad y una reforma del código penal que recoja la prisión permanente revisable para casos de violencia de género.
El PP trata de cuestionar con hechos el liderazgo de los partidos progresistas en materia de género. "La izquierda tradicionalmente nunca se ha ocupado de los derechos de las mujeres, sino de enfrentar a hombre y a mujeres"ha llegado a decir Casado.
Los cierto es es que en este asunto hay que hilar fino y andar con pies de plomo. Y si no que se lo digan al lider del PP que hace unos días vió como lo despellejaban en twitter por una pregunta realizada a unos niños en el programa de Ana Rosa. El presidente popular empezó bien y mostró su lado más integrador y tolerante ante esta cuestión: ¿Qué le diría a su hijo si quisiera disfrazarse de princesa? “Si mi hijo quiere disfrazarse de princesa, le diré que elija una”, respondió. Pero a los pocos segundos, una pregunta aparentemente inocente encendió la mecha en twitter. “A los chicos, ¿os gustan los coches?”. dijo y la etiqueta de "machista"no tardó en aparecer en su frente.
Para Unidos Podemos el feminismo y su reivindicación es una política de Estado. Y para muestra de ello su propio nombre. El cambio de género es una respuesta al pujante movimiento feminista que los dos partidos han acompañado siempre y con el que se identifican. Por ello los miembros de las dos formaciones han cambiado la fórmula por "Unidas Podemos", que ya está en el registro de partidos del Ministerio del Interior. Y no solo recurren a la feminización de su marca electoral también se refieren a sí mismos como "nosotras"en privado y en intervenciones públicas. Desde la formación morada consideran vital la lucha desde el lenguaje para ganar espacios que el masculino ha ido copando. Es decir, cristalizar también en "el vocabulario la lucha contra el patriarcado"y por ello utilizan la palabra "portavoza "en el Congreso de los Diputados.
En su programa electoral exigen ayudas para las familias monomarentales (término que aseguran que Sánchez les ha plagiado), la paridad en todas las instituciones del Estado -con retirada de fondos a quien no cumpla- o que haya las mismas académicas que hombres en la RAE.
Sin embargo, a pesar de ser los más beneficiados por el "voto de género", también han sido víctimas de sus propias contradicciones. Solo hay que recordar el polémico cartel de la vuelta de Iglesias que obligó al líder de Podemos a disculparse.
Ciudadanos quiere marcar distancias y se ha propuesto abanderar su propio feminismo. Un feminismo «liberal», transversal a las ideologías, en el que llama a participar a los hombres y que incluye la regulación de la prostitución o de los vientres de alquiler. Rivera defiende un feminismo de políticas y no de pancartas, ataca el lenguaje inclusivo y promete el cumplimiento íntegro del pacto de Estado contra la violencia de género.
Para Ciudadanos, el objetivo de la igualdad no se logra confrontando a la población «con ideologías caducas», se consigue con «políticas públicas efectivas» que eliminen las barreras que existen a la igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres. Unas políticas públicas centradas, sobre todo, en acabar con la violencia machista, para lo que Rivera se ha comprometido a ejecutar «hasta el último céntimo del Pacto de Estado».
Pero una de las dianas electorales de la formación naranja es sin duda el colectivo LGTBI. Son el único partido que defiende la gestación subrogada y aunque esta medida les haya restado votos en las filas feministas, les ha servidos para encontrar un buen caladero entre aquellos homosexuales que ven en esta vía la única forma de ser padres. Otro de los guiños a este colectivo ha sido la propuesta de que la Fiesta del Orgullo sea declarada de interés turístico, mientras Vox propone trasladar el desfile a la Casa de Campo.
Rechazan que se les catalogue como un partido machista, pero lo cierto es que así han quedado retratados por su oposición frontal a las políticas de igualdad de género y contra la violencia machista. Denuncian el «feminismo supremacista» y el proyecto «feminazi» de criminalizar al hombre. Estos planteamientos pueden parecer politicamente incorrectos pero lo cierto es que han logrado calar en esa parte de las sociedad que no se identifica con las pancartas del 8M. Abascal se ha esforzado además en mezclar igualdad con inmigración, un cóctel electoral más que efectivo, de ahí sus constantes "tuits"denunciando el silencio de las feministas cuando el agresor es inmigrante o la falta de crítica a que las mujeres deban ir con Burka.
Pero ¿Qué propone VOX?. La formación de Abascal lidera propuestas como sustituir la Ley de Violencia de Género por otra de "violencia intrafamiliar", cadena perpetua para delitos sexuales, crear un "ministerio de familia", "suprimir los organismos feministas radicales subvencionados"o impulsar la conciliación fomentando el teletrabajo, los empleos de media jornada o la flexibilización de horarios.
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