
Tensión
IU gana la partida y Díaz digiere el gasto militar a cambio de la reducción de la jornada laboral
La amenaza de IU de romper el Gobierno fuerza a la vicepresidenta a elevar el tono en Moncloa y consigue anular el contrato de armas

Las formas de solucionar las discrepancias en el seno del Ejecutivo de coalición es lo que siempre ha distinguido a Pablo Iglesias de Yolanda Díaz. El primero optaba por publicitar las diferencias en los medios y llevar a la coalición hasta el límite, mientras que la segunda siempre ha preferido la discreción para resolver las batallas en el Gobierno.
Ante la tibieza de Yolanda Díaz durante esta semana para enfrentarse a Pedro Sánchez por el aumento del gasto en Defensa, y por el contrato de armas a una empresa israelí, fue IU quien se vistió de morado para torcer el brazo al Gobierno. Y así, IU ha salido reforzada –con ayuda exterior de Podemos alentando a la ciudadanía a salir a la calle con la pancarta del «no a la guerra»– de la batalla abierta en la coalición a causa del gasto militar. Mientras, Sumar, vuelve a evidenciar sus carencias para ganar el pulso al PSOE.
IU ha estado a punto de llevar a término su órdago de romper con el Ejecutivo si Pedro Sánchez no rectificaba y rescindía el contrato de armas para la Guardia Civil comprometido con una empresa israelí. Fue este conato de incendio el que obligó a la vicepresidenta Yolanda Díaz a tomar una decisión a marchas forzadas: elevar el tono contra Pedro Sánchez por el contrato de armas. La vicepresidenta cambió su tono inicial después de haber dado por segura la continuidad de Sumar en el Ejecutivo y testificar que la coalición gozaba de buena salud. En la noche del miércoles, la vicepresidenta Díaz se puso en contacto con el presidente del Gobierno y el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, para buscar la fórmula mágica para resolver el polémico contrato. Hasta ese momento, Sumar solo había exigido explicaciones públicas a los ministerios implicados en la firma del compromiso con Israel.
A pesar de tensionar el Gobierno por el incumplimiento del acuerdo de coalición, en el equipo de la vicepresidenta segunda garantizaron que no dimitiría y eso dio tranquilidad al ala socialista en la noche del miércoles. La propia Díaz tuvo que salir ayer ante los medios de comunicación para escenificar la «paz» en el Ejecutivo.
Lo hizo para desautorizar públicamente a Izquierda Unida asegurando que no existía una «crisis de Gobierno». Así, exhibía la sintonía con el ala socialista. «No hay ninguna crisis en el Gobierno, estamos centrados en la anulación de un contrato que nunca debió de haber existido», dijo.
Aunque finalmente el Gobierno haya rectificado al rechazar el contrato, la vicepresidenta sí que ha tenido que renunciar a torcer el brazo al PSOE con el aumento del gasto en Defensa en diez mil millones de euros. Ni una posibilidad de cambio en este sentido. A costa del «trágala» que supone para el espacio de izquierdas que lidera, Yolanda Díaz pactó con el PSOE una pequeña victoria: el desbloqueo de la ley para reducir la jornada laboral, que dormía en el Consejo de Ministros y que había supuesto un nuevo elemento de tensión dentro del Gobierno a principios de año ante la intención de Economía de retrasar la entrada en vigor de la misma.
La norma será enviada ahora en segunda lectura por el Gobierno al Congreso para que siga su trámite parlamentario. Este es el «regalo envenenado» para Díaz: la ley todavía no cuenta con los apoyos precisos y sigue enfrentando al Gobierno con la patronal. Los siete diputados de Carles Puigdemont han enfriado el apoyo a la norma, aunque admiten que seguirán negociando. Díaz tratará de mirar también al PP, para que les salve su medida estrella, a la que fían la posibilidad de remontar en las encuestas. Lo tienen negro.
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