Jura de bandera
Generala Leonor de Borbón
Protagoniza en octubre el periodo institucionalmente más intenso de su vida, desde la jura de bandera en Zaragoza hasta el acatamiento de la Constitución
“Las monarquías necesitan uniformes», afirmaba el exministro y expresidente del Senado Antonio Fontán, miembro del Consejo Privado de Don Juan de Borbón. «Siempre que pueden –añadía–, se los ponen. Por ejemplo, Alfonso XIII no pasó por Academias militares y tenía todo tipo de uniformes». En efecto, monarcas y príncipes, en todas las monarquías, gustan de acudir a la indumentaria militar, bien porque, en efecto, han pasado por las academias, bien porque se autoconceden mando y rangos, o bien porque se los otorgan las leyes del país.
La Monarquía española no es ajena a esa tendencia. Lo demostró en el pasado. Pero, mirando a tiempos recientes, Don Juan Carlos pasó en efecto por las academias de los tres ejércitos. Y lo mismo ocurrió con su hijo y heredero, ahora convertido en Monarca reinante.
En el caso de Felipe VI, se pone con gusto la indumentaria militar. La vistió muy joven y durante años, pero desde 2014, con su llegada al trono, la luce con mayor derecho (y hasta obligación). «Cuando se pone el uniforme es uno más», dice uno de los compañeros militares de Felipe, quien tiene entre sus grandes amigos a viejos colegas de armas. Ese uniforme, por cierto, que resultó decisivo cuando Don Juan Carlos tuvo que hacer frente a uno de los más difíciles momentos vividos en este país: la intentona golpista del 23F.
El mismo recorrido de formación que protagonizó su padre está cumpliendo ahora su hija mayor, y heredera del trono, la Princesa Leonor. Es, una vez más, la continuidad, que tanto sentido da y tanto servicio presta a las monarquías. Leonor de Borbón protagoniza este mes de octubre el periodo institucionalmente más intenso de su vida. Un auténtico maratón, que comenzó ayer con la jura de bandera en Zaragoza, y que culminará con otra jura: el acatamiento de la Constitución, que se celebrará ante las Cortes el día 31.
Ha tenido que superar un exigente periodo de entrenamiento y de prácticas, que por su dureza ha dejado por el camino a buen número de candidatos. Porque, a la vez que ella ingresaron en la Academia 613 aspirantes, y el sábado juraron bandera 410. El día anterior, viernes, junto con ese medio millar de caballeros y damas cadetes del primer curso de la Academia General, Leonor acudió a la Basílica del Pilar para honrar a la Patrona de la Hispanidad, un acto que se conoce como de «presentación ante la Virgen».
Y ayer, con el uniforme de gala, en formación junto a sus compañeros, Leonor juró la bandera de España. Y luego, en solitario, besó la bandera, con un gesto profundo que no pasó inadvertido. En el caso de su padre, hace 37 años, Don Felipe, cadete también en Zaragoza, prestó juramento en solitario, y lo mismo hizo con el beso a la bandera. Y el Rey, su padre, le dirigió unas palabras.
Desde el Gobierno, con el visto bueno de La Zarzuela, se ha «rebajado» un poco el protocolo de la jura. Dijo la ministra de Defensa que se había decidido convertirlo en «un acto normal». Sin embargo, no ha sido un acto «normal». No podía serlo, por la singularidad de quien lo protagonizaba, no obstante pareciera una más en la formación de cadetes alumnos. Allí prestaba juramento la heredera del trono, la persona llamada a ocupar la Jefatura del Estado cuando su padre ya no esté.
No lo era tampoco porque asistieron los altos mandos militares, representaciones del Gobierno y las autoridades aragonesas. Y porque, dada la calidad del personaje, el despliegue informativo ha sido singular.
Porque no era un acto «normal», Televisión Española lo retransmitió en directo, con un programa especial. La iniciativa partió de los responsables de contenidos de RTVE que, conscientes de la importancia del acto, tramitaron todo para poder cubrirlo con solemnidad, en un formato parecido al del 12 de Octubre. «La Princesa suscita interés y da audiencia», dicen en la cadena.
Y no fue «normal» por el contenido de compromiso sellado por la heredera del trono de España. Leonor juró por Dios obedecer y respetar al Rey y a sus jefes, y, si fuera preciso, derramar hasta la última gota de su sangre en defensa de la soberanía e independencia de la Patria, de su unidad e integridad territorial y del ordenamiento constitucional. Un compromiso bastante serio. «Si así lo hacéis –escuchó como respuesta–, la Patria os lo agradecerá, y premiará. Y, si no, mereceréis su desprecio y su castigo, como indignos hijos de ella».
Atención al contenido del juramento, que realizó su padre y que han cumplimentado todos los militares, porque reviste máxima actualidad: defender, con la sangre si fuera preciso, la unidad e integridad territorial de España. Leonor, lo mismo que su padre, lo asume. Y, si hace falta, lo hará.
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