Ciclo electoral
Habrá coalición «zombi» hasta disolverse las Cortes
Los socios de Sánchez prevén que PSOE y UP se sirvan del Consejo de Ministros para el mitin hasta que se convoquen las generales
La ruptura de la unidad de voto de la coalición en el Congreso de los Diputados por la ley del «sí es sí» es un escenario que los socios de Pedro Sánchez ven hoy bastante probable. Pero en el seno de la mayoría de investidura, dentro de los grupos que mantienen una relación constante y de más confianza con Moncloa y con la parte de Unidas Podemos, están también seguros de que la coalición no se disolverá ni por esta posible ruptura del voto en un tema tan trascendental para la izquierda ni tampoco después de las elecciones autonómicas y municipales.
Los socios no discuten que la coalición es un «muerto viviente» porque los dos partidos han entrado ya en una lucha fraticida por conseguir su espacio, pero, al mismo tiempo, también dan por hecho que las dos partes aguantarán «lo que tengan que aguantar» sin dar el paso de la ruptura, aunque la pelea sea diaria y vaya a más, porque necesitan ofrecer una imagen de continuidad, aunque no sea posible de estabilidad, para la campaña de las elecciones generales.
El Consejo de Ministros será un instrumento más de la campaña electoral para PSOE y Unidas Podemos, una pieza clave como escenario de exposición y plataforma para subir los decibelios de los mítines.
En las relaciones parlamentarias, dentro de la mayoría de investidura han constatado que hoy la ruptura entre la parte socialista y morada trasciende lo político y llega a lo personal, tanto con el grupo parlamentario como con las ministras que siguen siendo identificadas con la cuota Pablo Iglesias: Irene Montero e Ione Belarra.
Pero, al mismo tiempo, los dos partidos necesitan también transmitir que el actual Gobierno puede tener continuidad después de las elecciones para mantener movilizados a los suyos. La ruptura formal de la coalición antes de tiempo podría llevar al desánimo del electorado de izquierdas, ya que es la única vía que hoy garantiza que la izquierda siga en el poder.
No hay ninguna posibilidad de que los socialistas suban tanto como para aspirar a un gobierno en solitario. De hecho, la impresión que trasladan sus estrategas electorales es que a Sánchez le va la vida en que a Yolanda Díaz le vaya bien en esta campaña porque, de no ser así, serán incapaces de sostenerse en el gobierno.
La división de la izquierda y, sobre todo, un mal resultado del proyecto que quiere liderar Yolanda Díaz, serían determinantes en la caída del líder del PSOE del Palacio de la Moncloa.
Así, por más que lo pidan los barones socialistas, o a pesar de que el estado zombi de la coalición haga crecer las especulaciones sobre si la ruptura se producirá después de las elecciones de mayo, la realidad es que Sánchez e Iglesias se necesitan en la discrepancia, a costa de mantener las instituciones del Gobierno como rehenes para dar aire a sus respectivas campañas electorales.
Moncloa y el entorno de la vicepresidenta y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, han empezado a alimentar informaciones dirigidas a crear la sensación de que el proyecto Sumar se ha puesto ya en marcha y que las negociaciones dirigidas por Yolanda Díaz comienzan a rodar. Con la guerra por la ley del «sí es sí» abierta en canal es imposible que prospere ningún acercamiento, además de que al proyecto de la vicepresidenta le interesa controlar los tiempos para ver qué secuelas deja la resaca de las elecciones de mayo en la izquierda.
En todo caso, la coalición es un producto clave del marketing para la campaña de las elecciones generales. A Pedro Sánchez y a Yolanda Díaz les interesa cuidar la imagen de la coalición, y los dos comparten las mismas dudas sobre si Pablo Iglesias está en la misma estrategia o le mueven otros intereses distintos a los del proyecto común que plantea que siga gobernando la izquierda con un Podemos colocado en un muy segundo plano.
Mientras, en la «fontanería» de Moncloa están en alerta ante el inminente estreno del nuevo proyecto televisivo de Pablo Iglesias. En el complicado encaje de piezas en el que trabajan, la del ex vicepresidente es la menos controlada en los distintos escenarios que manejan.
En paralelo, Moncloa quiere dar todo el aire mediático posible a la figura de Macarena Olona, ex de Vox, con la esperanza de que pueda debilitar a esta formación y, al mismo tiempo, la posibilidad de que PP y Vox sumen una mayoría tras las próximas elecciones generales. El efecto de la rebelión de Olona contra el equipo de Santiago Abascal es hoy una incógnita demoscópica.
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