Tomás Gómez

El idilio entre Sánchez y Díaz

Sánchez se ha dado cuenta de que el desgaste del PSOE no tiene recuperación a corto plazo

Pedro Sánchez
Pedro SánchezGeert Vanden WijngaertAP Photo

La moción de censura de Vox no ha tenido resaca porque no hubo fiesta, pero eso no significa que no se hayan dejado algunos varios pelos en la gatera. La idea que ha ido calando a medida que ha avanzado la semana, es que se ha puesto al descubierto una elaborada estrategia entre Sánchez y Díaz que tiene como objetivo reforzarla frente a Podemos.

La negociación con Iglesias está siendo dura. La cúpula podemista no la quiere, pero es tarde para un divorcio, por eso todos los esfuerzos se centran en la negociación de las cuotas de poder que tendrá cada uno de ellos.

Díaz desea tener el control del futuro grupo parlamentario. No solo para blindarse en caso de que las cosas vayan mal, sino para dirigir personalmente las negociaciones de un posible futuro gobierno con el PSOE.

Iglesias sabe que Díaz aspira, primero a anestesiar su poder interno entre los morados y, segundo, a debilitarlos hasta hacerlos irrelevantes en el movimiento que lidera.

Sánchez se ha dado cuenta de que el desgaste del PSOE no tiene recuperación a corto plazo, de hecho, el problema principal de los socialistas es su líder. La única manera de permanecer en la Moncloa es que la pérdida prevista de escaños socialistas se compense con ganancias de su socio de gobierno.

Pero Podemos es incómodo, insolvente y perjudica al ejecutivo. La imagen pública de Díaz es bastante mejor, un nutrido gabinete de prensa ha trabajado en transmitir moderación y seriedad. Además, es más manejable que Montero y Belarra.

Sin embargo, no han contado con que la estrategia tiene efectos secundarios negativos. Para muchos votantes de derechas no hay diferencia entre Díaz e Iglesias y les moviliza electoralmente la posibilidad de que se repita un gobierno con la presencia de comunistas. La fotografía de la moción de censura era la de la renovación de la coalición para los próximos cuatro años.

La connivencia con Sánchez tampoco le va bien a Díaz, porque los votantes a la izquierda del PSOE son, en muchos casos, antisocialistas y perciben que la estrategia de la vicepresidenta es una traición que tiene como víctima a Iglesias.

En cuanto al bloque PP-Vox, es dudoso que se haya producido transferencia de votos entre ellos. El perfil bajo que ha mantenido Feijóo le ha quitado del epicentro de la polémica abstención popular y Abascal quedó al desnudo cuando en su discurso arremetió fundamentalmente contra los populares.