Estrategia

El PP ignorará a Vox en la moción: «Como si no estuvieran»

Centrará la confrontación en el Gobierno para presentarse como única alternativa

El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, presenta al presidente de Murcia, Fernando López Miras, durante un desayuno informativo celebrado este martes en un hotel madrileño © Alberto R. Roldán / La Razón
El presidente de la Región de Murcia, Fernando López Miras y el presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo Alberto R. RoldánFotógrafos

En Vox empieza a dejarse sentir la preocupación por el efecto en sus votantes de la moción de censura contra el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que se debatirá la próxima semana en el Congreso de los Diputados. La reducida cúpula que dirige este partido, más que estar dividida, lo que está es inquieta por la confusión que la intervención del economista Ramón Tamames pueda generar en su electorado. Han perdido el liderazgo de la iniciativa y también el control de un recurso constitucional que, en su uso partidista, tenía como objetivo recuperar el foco mediático y coger impulso frente al PP.

Pero lo que se antojaba como una moción contra el principal partido de la oposición, o así lo veían socialistas y populares, hoy empieza a configurarse como una moción contra Vox, en la medida en que se presenta con un supuesto candidato transversal, pero que parece estar en las antípodas del núcleo ideológico sobre el que se sostiene el partido que le propone: tema territorial, en la inmigración, en materia de cambio climático o en el debate sobre el aborto y el feminismo.

Ese caos que rodea a la puesta en escena de la censura a Pedro Sánchez abre una vía de escape al PP en un debate incómodo porque desde la derecha se le ha puesto en bandeja de plata al jefe del Ejecutivo un teatro perfecto para presentar propuestas e intentar identificar al PP con Vox.

La izquierda ha empezado ya a presionar en el debate público, a través de sus diferentes satélites, con el mensaje de que el PP no es capaz ni siquiera de votar en contra de la moción de censura, una vez que ha sugerido que su posición será la abstención. Pero esta abstención tiene un importante componente estratégico, ya que los populares tienen medido que hay una pequeña parte de su electorado que no ve mal la censura a Sánchez. Además de ser una copia de la abstención que ya mantuvieron los socialistas en la moción que presentó Pablo Iglesias contra el Gobierno de Mariano Rajoy.

En Génova han estudiado la manera de gestionar la moción de censura y, de lo comentado, la conclusión, según adelantan fuentes solventes, es que les conviene ignorar tanto al candidato como, sobre todo, a Vox, para centrarse en el combate dialéctico con el Gobierno de coalición. En la dirección del PP evitan la palabra «ningunear», pero sí se escucha decir que lo que se verá la próxima semana en el Parlamento será una «charlotada», en la que «no hay que perder tiempo disparando contra el “muñeco y sí hay que centrarse en denunciar las consecuencias, a presente y a futuro, de la alianza estructural de Sánchez con la izquierda radical y con los independentistas». «Como si no estuvieran», comentan, en alusión a Vox.

En la anterior moción de censura, el entonces líder del PP, Pablo Casado, convirtió su discurso en una enmienda a la totalidad, en lo político y en lo personal, a Santiago Abascal. Casado disparó toda la munición que tenía contra el líder de Vox, pese a la relación personal que les unía de los tiempos de militancia compartidos en el PP, y aquello se interpretó como una ruptura que luego Génova tuvo que rectificar al precipitar unas elecciones en Castilla y León que dejaron su Gobierno en manos de Vox.

La puesta en escena del PP en esta censura será justo la contraria. La secretaria general y portavoz, Cuca Gamarra, orientará su munición hacia la gestión de la coalición y, sobre todo, hacia la figura del presidente del Gobierno. También los socialistas anticipan que Sánchez cargará contra el PP, más que contra el candidato de Vox o contra Vox.

La decisión del PP de ignorar a Vox, salvo en la réplica obligada a los ataques directos que puedan caerle desde este partido, es un recurso con el que también buscan no molestar a los votantes de Vox que puedan estar distantes y desconcertados con Tamames y el debate parlamentario. El PP ha hecho una apuesta clara por presentarse a las elecciones como «un partido de mayorías, transversal, y capaz de ofrecer políticas para los votantes socialistas que no están conformes con la disolución de las señales de identidad de sus siglas por culpa de los acuerdos con Podemos, ERC o Bildu». Las urnas validarán el acierto de esta apuesta.

Al margen de todo el ruido político que acompañe al «circo» parlamentario, los dos actores principales en este ciclo electoral, PSOE y PP, tienen medido lo que cada uno de ellos se juega en el debate económico. El Gobierno busca asidero en una política social, que todavía regará intensamente antes de las elecciones de mayo. Y el PP ahí se enfrenta a la dificultad de encontrar un discurso que desmonte las medidas socialistas, pero sin que esto le convierta enun partido insensible con las necesidades sociales.

La cifra de inflación conocida ayer lleva a pensar que puede terminar de convencer al Gobierno para tirar adelante con el plan de ayudas a la cesta de la compra sobre el que tanto esta presionando Podemos. Según el INE, los alimentos y bebidas no alcohólicas subieron en febrero un 16,6% frente al mismo mes del año pasado. Una tasa superior al 15,4% de enero y que incluso supera el pico del 15,7% registrado en diciembre. Es la más alta de la serie histórica iniciada en 1994 y este asunto será uno de los ejes del duelo dialéctico entre Sánchez y el PP.