Cataluña
Jordi Pujol. Una reivindicación pública pese a un escándalo de cine
Salvarle de quienes lo atacan por olvidarse de declarar a Hacienda, por la célebre «deixa», ha sido una obsesión para muchos, en ocasiones empleando intervenciones controvertidas en la televisión pública catalana. Ahora, la película «Parenostre» recupera el caso que le hizo caer
Probablemente todo empezó cuando una de las voces más ruidosas del llamado «procés», Pilar Rahola, apareció ante las cámaras de TV3 como opinatóloga de guardia en el programa «Preguntes freqüents». Era junio de 2020 y Rahola, en diálogo con la periodista Cristina Puig, empezó a elogiar al expresidente catalán Jordi Pujol. «La figura política de Jordi Pujol es más importante que sus escándalos y miserias», dijo, sin que nadie le llevara la contraria, para añadir que quien fuera Molt Honorable «es un personaje político de primerísima categoría histórica que ha acabado muy malamente». Unos meses antes, en enero de 2020, el comité de empresa de la televisión catalana ya había exigido, aunque con el silencio como respuesta, que alguien desde la dirección de TV3 diera explicaciones a lo que se denominaba como «ruptura de un largo silencio mediático» en todo lo vinculado a Pujol.
Cinco años después, aquel preludio se ha traducido en una serie de iniciativas que intentan reivindicar el legado de Pujol fuera de toda duda razonable, sin tener que hablar de los escándalos protagonizados tanto por él como por sus hijos. Es como si fuera una anécdota lo pasado el 25 de julio de 2014, cuando un terremoto de numerosos grados en la escala del nacionalismo lo alteró todo: fue en ese momento cuando Pujol públicamente admitió que había ocultado dinero durante 34 años a Hacienda.
El argumentario, el de pasar página en lo que haga referencia al lado oscuro, lo encontramos en un libro aparecido en 2019. Su título era una declaración de intenciones: «Reconeixement a Jordi Pujol». Este reconocimiento lo coordinaban Jesús Conte y Jordi Manent, bajo la premisa de «las raíces de una lucha, su obra política». Para ello se contaba con el respaldo de una serie de voces favorables a la causa, además del beneficioso paraguas de una entidad llamada Amics de Jordi Pujol. La asociación estaba promovida por el citado Jesús Conte, quien fuera responsable de comunicación del último Pujol en la Generalitat. En declaraciones a este medio en 2019, argumentaba que, en palabras de Vicenç Villatoro, un intelectual muy cercano al expresidente, «dijo que la biografía de Pujol ya estaba escrita y ahora se ha añadido un post-it en el que se dice que el 25 de julio de 2014 confesó que tenía dinero en el extranjero a nombre suyo y de la familia. Es una pequeña acotación a lo que ha sido una larga trayectoria de 23 años de gobierno. La Cataluña de ahora no se entiende sin su labor». De nuevo, el pasar página como argumentario.
Se ha citado por aquí a Vicenç Villatoro, quien fuera diputado en el Parlament por la fallecida CiU, además de director general de Promoción Cultural de la Generalitat –bajo la presidencia de Pujol–, así como del Institut Ramon Llull –bajo la presidencia de Artur Mas. Villatoro, que nunca ha ocultado su simpatía hacia el ex Molt Honorable, intentó arrancarle a Pujol una especie de segunda confesión en el libro «Entre el dolor i l’esperança», aparecido 2021. Fue allí donde el expresident no tuvo reparos en confesar a su personal Eckermann que «no soy un corrupto, me siento culpable por un error que cometí por ligereza, desidia y debilidad, pero es de justicia que mi vida sea juzgada con el pasivo y con el activo». Es decir, ponía los cimientos de cómo se tiene que mirar todo este caso suyo, palabras que sus defensores han seguido a pies juntillas sin dudar nada de nada.
La próxima semana llegará a las carteleras una película que pretende mirar el caso desde dentro, analizando el instante en el que Pujol decidió bordear el acantilado. «Parenostre» es una producción de Last Minut (AIE), Minoria Absoluta y Lastor Media destinada a la gran pantalla, con dirección de Manel Huerga y guion de Toni Soler. Con un reparto encabezado por Josep Maria Pou –como Jordi Pujol– y Carme Sansa –como Marta Ferrusola–, la película también cuenta con la participación de Pere Arquillué, David Selvas, Sílvia Abril, Lluís Soler, Alberto Sanjuan, Antonio Dechent y Xavi Ricart. Pou, quien es evidente que no guarda ningún parecido físico con el político, afirmó esta semana a Efe que no dudó ni un segundo cuando le ofrecieron meterse en la piel de Pujol. El actor aseguró que lo que se verá en la gran pantalla es la «tragedia» de un hombre que ve cómo «el castillo que había construido durante cincuenta años, el gran sueño de la construcción de la patria catalana y, al mismo tiempo, de la construcción de su propia biografía de gran hombre político de Cataluña, España y Europa, se viene abajo de una manera estrepitosa». Los autores de la película están convencidos de que recibirán «críticas de un lado y de otro».
La película coincide también en el tiempo con la aparición de un libro titulado «Pujol i jo» y que firma el periodista Txema Seglers. El volumen, presentado esta semana, cuenta con las opiniones de defensores y detractores, 27 testimonios de todo tipo, como los de Miquel Roca, Lluís Foix, Joan Tapia, Jordi Amat, Francesc-Marc Álvaro, Josep Ramoneda o Josep Maria Bricall, Xavier Trias, Irene Rigau o Artur Mas. Precisamente este último, delfín de Pujol y continuador del pensamiento pujolista, fue el encargado de presentar la obra. En su intervención, Mas calificó como un «error» la confesión de Jordi Pujol sobre su herencia en Andorra, la famosa «deixa», porque «se habría sabido igualmente». Según opina Mas, «entre otras cosas, si se analiza la confesión desde un punto de vista de responsabilidades legales, él tiene entre pocas y ninguna». Es decir, la operación rescate sigue.
Pujol siempre fue muy cuidadoso en fijar su imagen, algo que hizo en una serie de libros de memorias escritos con el periodista Manel Cuyàs. Ahí está todo. La otra parte, sus papeles presidenciales, se conservan en el Arxiu Nacional de Catalunya, aunque el acceso a ellos no es nada fácil si no se cuenta con la autorización de Jordi Pujol, el hombre que quiso fijar el retrato con el que debemos contemplarlo, aunque podemos buscar algún resquicio.
Una de las condenas que pesarán por los siglos de los siglos sobre Jordi Pujol es que, si miramos atrás, si buscamos una definición sobre su figura antes de llegar a ser Molt Honorable, tenemos que acudir a Josep Pla. El gran escritor ampurdanés fue uno de los primeros en percibir el carácter del futuro president cuando se dedicaba a otros menesteres, como el de ser propietario de la revista «Destino». La historia es vieja: Baltasar Porcel, director de la publicación e íntimo de Pujol, censuró un artículo de Pla y el autor de «El quadern gris» se fue dando un portazo. Posteriormente, la víctima de todo esto lo explicó y dijo de Pujol que era «un milhombres, de gran ambición política». También apuntó que era «riquísimo» y que acabó demostrando tener «una ambición desmesurada y pública, propia del típico político ignorante». A veces hay que acudir a los clásicos para entender el presente.