Podemos
Juego de Tronos en Podemos: todos contra todos
El partido de Iglesias está inmerso en una lucha fratricida de poder, incapaz de dejar de discutir sobre sí mismo. A la rebelión de Errejón, se suman los anticapitalistas que piden más representatividad y pluralismo.
El partido de Iglesias está inmerso en una lucha fratricida de poder, incapaz de dejar de discutir sobre sí mismo. A la rebelión de Errejón, se suman los anticapitalistas que piden más representatividad y pluralismo.
Aunque Podemos repite a todo aquel que quiera escucharle que la disparidad de opiniones sobre el rumbo que debe tomar el partido es, en realidad, «pluralidad» y, por lo tanto «riqueza», lo cierto es que durante la pasada semana el ruido provocado por la pugna entre las distintas facciones que conviven en el partido ha eclipsado completamente su trabajo en las instituciones en beneficio de los más de 5 millones de ciudadanos que confiaron en la formación morada el pasado mes de junio. Mientras el resto de partidos trabaja ya concentrados en las tareas que le son propias, Podemos parece inexorablemente condenado a discutir sobre sí mismo, enfrascado en una lucha interna por el poder que hace palidecer las enrevesadas tramas e intrigas de «Juego de Tronos», la saga de novelas fantásticas favorita de Iglesias.
Dos meses antes de que se celebre la Asamblea Ciudadana de Vistalegre, las sordas tensiones que vivía el partido –que se concentaban en frecuentes broncas en Twitter entre Errejón e Iglesias– han estallado definitivamente con la aparición de un manifiesto firmado en bloque por el errejonismo en el que está tendencia interna declaraba su nula voluntad de resignarse a morir. Iglesias, desde una secretaría general que nadie disputa, intentó aprovechar la autoridad que le daba la victoria de su candidato en las primarias de Madrid, Ramón Espinar, para poner en funcionamiento los engranajes internos del partido para que en Vistalegre II sólo hubiera una votación: la que le vuelva a encumbrar a la secretaría general. De esta forma pretende diseñar una Asamblea que se centre en su liderazgo y evitar que se abra el debate entre su manera de entender el futuro de Podemos –es decir, una extrema izquierda de corte clásico– y la que defiende Errejón, más afín a «los orígenes morados». Los errejonistas reaccionaron a sus primeras maniobras de manera rápida y contundente. Y lo cierto es que el apoyo del anticapitalista Echenique al líder de Podemos ha hecho olvidar el cisma abierto en Andalucía por su compañera Teresa Rodríguez, que amenaza con llevar a cabo una ruptura orgánica entre la sucursal de Podemos en esta región y el resto del partido.
Sin embargo, imperturbable ante la rebelión abierta por los errejonistas con la firma de un manifiesto en el que 330 cargos del partido proclamaron su desacuerdo con el diseño de Vistalegre II propuesto por la dirección de Podemos, Iglesias dejó ayer claro que hará todo lo posible para que sólo se produzca una votación en la Asamblea Ciudadana, aquella que le confirmará en la secretaría general de la formación morada. «Votar a personas vinculadas a proyectos es políticamente más honesto», dijo en una entrevista concedida en el diario digital «Contrapoder». Iglesias se mostró asimismo partidario de integrar a Íñigo Errejón en la directiva que salga de Vistalegre II. «Si estamos de acuerdo en lo fundamental de lo político y lo organizativo, lo otro viene solo». Parecidas palabras tuvo con la otra gran corriente interna de Podemos, los anticapitalistas, con los que tuvo que verse las caras en aquel ya lejano Vistalegre en el que Teresa Rodríguez –hay secretaria general de la formación morada en Andalucia– y su actual secretario de Organización, Pablo Echenique, le disputaron la secretaría general. De estos dijo Iglesias que también quería integrarles en su nuevo equipo director ya que tiene «una cuenta pendiente con ellos». Ayer mismo los anticapitalistas se manifestaron en Madrid para pedir, por boca de su portavoz Miguel Urban, un sistema de votación más representativo. El líder de Podemos también habló en la entrevista de ayer de cuál debe ser la actitud y la estrategia de Unidos Podemos con los votantes desencantados del PSOE que, a pesar de no aprobar que su partido propiciara la investidura de Rajoy con su abstencion, siguen sin fiarse del partido de Iglesias. «Eso hay que respetarlo y no hay que intentar disfrazarse de una cosa que no somos teniendo una especie de ansiedad por llegar a esos sectores forzando demasiado nuestros discursos o identidad. O intentar parecer una cosa que no somos. Cuando nos ha ocurrido, sin que lo hayamos querido hacer, creo que se nos ha penalizado», dijo, sintetizando en pocas frases el principal punto de desacuerdo con su número dos, Íñigo Errejón, que culpa del fiasco electoral del 26 de junio a la confluencia con Izquierda Unida. El secretario político de Podemos alertó de que los cinco millones de votos del partido morado podrían no sumar con el millón logrado por los comunistas en las elecciones de diciembre de 2015. Y así fue finalmente. Las declaraciones de Iglesias confirman que ha hecho suya la lectura de la desagradable sorpresa electoral de junio que realizaran Monedero y algunos portavoces anticapitalistas. En cualquier caso, Iglesias, en referencia a los desencantados del PSOE, dijo que su partido debe superar «la tentación de ser aves rapaces que caigan sobre esos restos decepcionados que deja el PSOE», porque eso sería parecerse, precisamente, a los socialistas.
Por su parte, la diputada Irene Montero se mostró ayer, en declaraciones a Ep, partidaria del diseño que Iglesias defiende para Vistalegre II. Montero llegó incluso a sostener que las propuestas que articulan el manifiesto «Recuperando la ilusión» firmado por los errejonistas «no tienen mucho sentido». Concretamente se refirió a la separación de las votaciones, ya que eso podría propiciar que «un dirigente pueda dirigir un partido sea cual sea el proyecto de ese partido». Repitiendo los argumentos esgrimidos por Echenique e Iglesias, Montero recordó que de las decenas de procesos para la elección de cargos internos que han tenido lugar a lo largo de la historia de Podemos sólo dos –concretamente la primera Asamblea Ciudadana y las recientes primarias en Madrid– han visto debates y votaciones sobre proyectos y cargos separadas. Finalmente, para considera «ejemplar» que Pablo Iglesias haya decidido dejar en manos de la militancia el formato definitivo que tendrá Vistalegre II en vez de que fuera el actual Consejo Ciudadano Estatal quien tomara la decisión.También Mónica Oltra –líder de Compromís, la confluencia valenciana de Podemos– vio «muy complementarios» a Iglesias y Errejón y evitó hablar de «rebelión» en el partido morado porque «no todos los debates tienen que ser divisiones».
Errejón también emergió ayer para asegurar que el manifiesto firmado por sus afinenes no había sido redactado como una carga de profundidad contra el secretario general, sino para propiciar que la Asamblea de Vistalegre pueda albergar un intercambio de proyectos productivo. «Los manifiestos no van en contra de nadie, sino que buscan intentar garantizar un debate político de hacia dónde va Podemos», dijo durante una entrevista concedida a Efe. En cualquier caso, el número dos aseguró que «la única manera para que valga la pena la Asamblea es que durante su celebración se dispute sobre España y no sobre Podemos». Por otra parte, Errejón intentó quitar hierro a la situación generada por el manifiesto y defendió la manera que tiene de entender el debate su partido como una ventaja, más que una rémora. «Hay otras fuerzas políticas que hacen los congresos de forma cartón piedra y salen a decir que todos están de acuerdo y piensan igual, pues nosotros en Podemos no».
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